www.diariocritico.com

El reflejo de tus miedos

Alfonso J. Insua
Alfonso J. Insua
lunes 05 de enero de 2015, 15:10h

Hace muchísimo tiempo, y seguro que a ti esto no te pasará, un hombre se despertó dentro de un cuarto oscuro.

No recordaba quién era, ni dónde estaba, ni siquiera recordaba si existían otros seres.Estaba solo.

En el altísimo techo del cuarto había una luz a la que él no llegaba. Enfrente, unas telas. A los lados y por detrás, unas sólidas paredes de piedra fría.

Estaba asustado. Decidió quedarse quieto y así permaneció por mucho tiempo, pero llegado un momento empezó a tener hambre y sed.

Se armó de valor, tocó con mucho cuidado las telas que tenía delante... y no le hicieron daño.

Las movió y, de repente, se encontró con un ser horrible que lo estaba mirando: tenía el pelo largo, estaba sucio y tenía clavados en él sus enormes ojos, que seguro eran de odio. El hombre sintió cómo un enorme miedo le obligaba a lanzarse hacia atrás y alejarse de ese demonio. Se protegió de nuevo con las telas y se quedó quieto.

Pero tenía hambre, y sobre todo sed, una sed que lo estaba devorando por dentro.Las paredes de piedra no le permitían salir, eran demasiado duras. El hombre pensó:"Tal vez exista una salida donde está el demonio".

Con gran cuidado, acercó por segunda vez su mano a las telas. No quería poner sobre aviso a ese demonio, pero tan pronto las movió, ahí estaba.

El hombre le gritó con todas sus fuerzas y movió los brazos de manera violenta, pero el demonio estaba abriendo la boca, enseñándole sus dientes y sus garras.
Seguro que lo quería comer. De nuevo, el hombre escapó hacia atrás y puso las telas por medio, gritando sin parar.

Todo quedó en silencio. El hombre se giró, se sentó en el duro suelo y se calmó.Tenía mucha sed y sabía que no podría aguantar mucho más tiempo sin beber.

Con la cabeza fría, se levantó, se giró, apartó las telas y miró al demonio cara a cara.

Ahora el demonio no gritaba. Sólo lo miraba. Estaba serio, pero no le amenazaba.El hombre extendió su brazo y dio un paso al frente. Al hacer esto, tocó al demonio...y un espejo cayó al suelo, haciéndose añicos. El demonio había desaparecido. En su lugar, ahora había un sitio enorme, con una puerta, dos enormes huecos por los que entraba luz y una pieza que tenía dentro un líquido con un color cristalino. Su instinto le dijo que ese líquido saciaría su sed.

Y así fue: pudo saciar su sed gracias a haber vencido sus miedos.

En Inteligencia Divergente sabemos que existen distintos tipos de miedo. Algunos son instintivos y necesarios, pero también hay otro tipo de miedo: el adquirido o aprendido. Por ejemplo, el miedo al fracaso.

Gracias a la neurociencia, sabemos que entendiendo el cómo funciona el cerebro y sobre todo el porqué funciona de una manera determinada ante los estímulos que nos provocan esos "miedos" podemos, ya no sólo controlarlos, sino además gestionarlos para que nos sirvan como una herramienta que nos ayude a ser más eficientes, a tener un mayor pensamiento creativo, a lograr nuestros objetivos y que no se conviertan en una barrera infranqueable.

¿Tú qué harías si no tuvieses miedo?



Alfonso J. Insua
www.inteligenciadivergente.com

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios