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Carta a un amigo lejano

Carta a un amigo lejano

sábado 07 de febrero de 2015, 12:49h
Querido Juan, qué tal por esas tierras tan frías a las que el destino, con nombre de sequía laboral, te ha enviado. Espero que al fin hayas encontrado un lugar en el que puedas ofrecer tus muchos talentos, pues no tenía sentido que después de haber estudiado, y a fondo, muchos años filología tuvieras que perder tu vida en agónicas marchas hacia el basurero de los currículum, o en entrevistas en las que ya estabas vencido de antemano, pues te enfrentabas a miles en unas pocas plazas que quizá el amiguismo concedería. 

Descubriste en tus propias carnes lo poco que le interesa a este gobierno la educación. Pues antes de que se anunciaran los recortes, ya la estaban limpiando de interinos, pegando un brutal bajonazo a su calidad, pues vosotros, los interinos, erais trabajadores aplicados y diligentes, no en vano no teníais el puesto asegurado y manteníais despierta la inocencia. Así que hiciste bien dejando todo atrás. Y aunque duro, pues casi precintabas tu infancia, tu juventud, tus amigos, tus padres, el paisaje primerizo, fue un bien para ti. Ahora tienes que comenzar una nueva historia en un país extraño, crear nuevos recuerdos mientras los viejos se irán difuminando, pero no hay otro remedio. 

Aquí las cosas, aunque Rajoy y sus turiferarios cacarean otra cosa, siguen parecidas. Y según son las décimas de bajada del desempleo, la normalización va para décadas. Mucho tendría que cambiar Merkel, ahora tu jefa, para permitir lo que hace falta: liquidez, algo de inflación, depreciación de la deuda, planes expansivos. Al contrario, pensando en los ahorros alemanes sigue queriendo los recortes, sin entender la asimetría que necesita el euro. 

Cuán cierto es lo que hablábamos, que fue un gran error crear una moneda sin que existan equilibrios económicos y sociales. El ansia del neocapitalismo por hacer negocio cuanto antes era desaforado. Marx se equivocó en la forma de superarlo, pero no en su descripción, como vemos ahora con el crecimiento interminable de la desigualdad y la pobreza.


En lo que respecta a lo demás las cosas están como cuando te fuiste. El país sigue comiéndose su mierda. Los incendiarios son los bomberos, y la demagogia impera por doquier, hasta el punto de que la Vicepresidenta, que tiene un estercolero bajo el culo, protesta por leves tufos ajenos. Pero también hay algo que me entristece. Y es que los que venden esperanza nos están desesperanzando. Caen en los mismos errores, como es el caso de Monedero, quien facturó con una empresa trabajos que hizo cuando ésta no existía, para pagar menos impuestos. Aún no ha dimitido aunque se hundan las ilusiones. Aquí, querido Juan, nada hay para ti. Aunque por muy lejos que estés, siempre te querremos.  
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