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Batalla entre la fuerza bruta y la palabra

Batalla entre la fuerza bruta y la palabra

sábado 14 de febrero de 2015, 14:08h
Y ese viejo árbitro común del universo, el Tiempo, acabará con todo un día, dice el viejo Néstor en Troilo y Cressida de Shakespeare, al gran Héctor, que ha retado a los griegos a un duelo al que responde Áyax, ejemplo de fuerza bruta y cabeza vacía. Me parto de risa con las lanzadas dialécticas que a su falta de coco le envía Tersites, griego deforme y grosero, cuando le pregunta sobre el edicto de Agamenón. 

Señor mestizo de inteligencia de buey, comienza. Creo que tu caballo aprendería más pronto un discurso de memoria que tú una oración sin libros, le espeta. En tanto el forzudo solo sabe responderle a base de golpes que el otro responde con más invectivas. ¡Sí, pega, pega, señor de inteligencia cocida! No tienes más cerebro que yo en el codo. Un asno podría instruirte. No eres bueno nada más que para la fuerza, y entre gentes de algún talento, estás vendido y comprado como un esclavo bárbaro. Y mientras Tersites dice estas perlas, Áyax no cesa de golpearlo como si fuese un mastín.

Entonces aparece Aquiles, el otro héroe forzudo, quizá para que el genio Shakespeare exprima aún más la batalla de la inteligencia. Me he mofado de su cerebro más de lo que ha vapuleado mis huesos, le dice Tersites al Mirmidón cuando le pregunta sobre la paliza que recibe. Este señor Ayax lleva su talento en la panza, y la panza en la cabeza, insiste. Pero como no puede ser de otra manera, Aquiles se pone de parte de la fuerza bruta. LLama imbécil al griego. Y Tersites le responde que gran parte del talento de Aquiles reside en sus músculos. 

Si Héctor, dice, hendiera vuestro cráneo, tanto le valdría cascar una nuez podrida sin almendra. Te voy a cortar la lengua, le dice Ayax. Poco importa, hablaré después tanto como vos, le responde. Y a por él se lanzan los dos forzudos. Cogedle, grita Aquiles. Antes os vea colgados como ceporros, les dice, y se marcha diciendo que huye de la facción de los tontos. 


Pero aún les queda a ambos sufrir sus invectivas. Este Aquiles es ídolo de idiotas, se dice. Tienen estos  entendimiento tan flaco, que serían incapaces de librar a una mosca aprisionada entre las redes de una araña, grita ante Zeus. ¡La idiotez y la ignorancia son las maldiciones ordinarias de la humanidad!, refiere. Y cuando Aquiles le dice que lleve una carta a Áyax, le comenta que escriba otra  para su caballo, pues de los dos es el ser más razonable. Instructiva batalla entre la fuerza bruta y la palabra ésta de Shakespeare. ¡Y toda esta guerra de Troya por una puta y un cabrón!, dice Tersites. Antes pide que la guerra y la lubricidad los mate a todos. Sobre todo al rey Agamenón, que ama a las codornices y no tiene más cerebro que una figura de cera.
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