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Promesas vacías

Promesas vacías

lunes 02 de marzo de 2015, 08:41h

Estamos más que acostumbrados los españoles, a soportar la eterna retahíla de promesas y buenas intenciones, que cada vez que nos acercamos a unos comicios electorales, nos relatan los individuos que se dedican a la política. Casi siempre sucede tras el Debate del Estado de la nNción, donde, como en los premios Goya o los Oscar, todos los actores que sientan su trasero en el Congreso de los Diputados, se llevan el aplauso de sus compañeros, incluso en el momento que la bronca hace más lúcido el esperpento. A mayor rifirrafe en la tribuna de oradores, mayor posibilidad de renovar en las listas del partido. Así de simple es el juego de la política, y el teatro que sus señorías representan en tiempo pre-electoral.

No se sabe a ciencia cierta quien ha ganado el Globo de Oro, ni el Goya al mejor actor, ni el Oscar a la mejor película, en este caso española, en el tenso debate que tuvieron los protagonistas más aclamados; el del gobierno, y el de la oposición. Las diferencias han sido tan mínimas entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, a la sazón PP y PSOE, que los mejores premios han quedado en manos de los actores secundarios. Aquellos que aspiran a un papel principal, o que su partido sea tenido en cuenta de cara al próximo reparto. Ya ven, debería haber enfocado este artículo para hablar de cine, algo que me apasiona y entretiene, mucho más -donde va a parar- que la política rancia y machacona que nos sirven nuestros protagonistas, que en lugar de pedirnos que compremos una entrada para visionar el filme, nos solicitan con mentiras y artimañas de todo tipo, que creamos sus argumentos y vayamos a votar su candidatura, la que sea, para sentirnos más felices y reconfortados, mientras ellos disfrutan de lo extremadamente absurdos que somos al creernos ese montón de promesas vacías.

Resulta ahora, que España va bien, que lo que hace dos meses era impensable para la mayoría de los políticos, no digo ya de los ciudadanos, se puede hacer, como por arte de magia, ahora que empiezan los ensayos de la mayor obra teatral a la que asistimos cada cuatro años los ciudadanos en este país. Ahora se abre la caja de Pandora, la veda de los milagros o el mundo a nuestros pies. Y la magia lo inunda todo y los problemas parecen resolverse sólos, y volverse los sueños de otro color, gracias a las promesas vacías que abren un poco de esperanza en los maltrechos corazones de los españoles que no llegamos a fin de mes. Y los más incautos, como en los timos, porque al fin y al cabo es de lo que se trata, de un timo a gran escala, creen a pies juntillas que les van a bajar la hipoteca y el recibo de la luz, que los presidentes de los bancos ya van a ser otra vez unos chicos buenos, y sus directores volverán a tomar café con los clientes, y nunca más les ofrecerán preferentes, ni les meterán la clausula suelo de tapadillo, que se paralizarán los desahucios, y tantas y tantas promesas que caen en saco roto en cuanto llega el día siguiente a la elecciones.

Lo más curioso del tema, es que la trama de la película -por seguir con el símil cinematográfico- tiene su estructura bien desarrollada, y hay cosas a las que ni gobierno ni oposición se atreven a entrar, para no dar mayores argumentos sobre su desarrollo y no desvelar que todo es ficción. Se habla de crear tres millones de puestos de trabajo, como si fueran a caer los trabajos del árbol del guindo, se habla de solucionar una serie de cosas, -por no enumerarlas todas- que no se han solucionado en estos cuatro años de gobierno del Partido Popular, por lo que se hace más creíble la teoría de la tomadura de pelo, o algo más fuerte que no me atrevo a poner por escrito.

Ahora partimos de la base de que todo es posible, que las promesas con la llegada de las elecciones municipales y autonómicas deja atrás la deuda de ZP, que ya se va a crear empleo, y van a subir los salarios, que si votamos a este o al otro partido, la diferencia en nuestras vidas va a ser abismal, pero todo ello, como en el cuento de cenicienta, antes de que den las doce, antes de que concluya la campaña electoral, y antes siempre, de que votemos a los mismos que están, porque de no hacerlo; amenazan, las candilejas dejarán de funcionar y volveremos a un mundo gris y oscuro, donde ir al cine no será para soñar.

Agradezco que las nuevas generaciones tengan un peso especifico en la intención de voto, que ya no seamos los que tenemos la piel curtida por el desengaño, y el habito a un determinado "cine", los que decidamos con nuestro miedo o nuestras taras, quien serán los actores que nos vayan a representar a partir de mayo -que aún queda-, en el escenario de la política, que sean los más jóvenes los que se arriesguen a un cambio, sin miedo a equivocarse, porque no hay mayor equivocación que sucumbir a los embaucadores que nos regalan los oídos con sus promesas vacías.

Ismael Álvarez de Toledo

periodista y escritor

http://www.ismaelalvarezdetoledo.com

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