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PP versus PP

PP versus PP

lunes 09 de marzo de 2015, 10:01h

Las distintas encuestas y estudios sobre la intención de voto de los españoles han dado la voz de alarma en el Partido Popular. Nunca antes había caído tanto la simpatía por el PP como sucede en este momento, y ello, pese a considerar que en la solución de la crisis se ha hecho un trabajo excepcional. Pero independientemente de las encuestas, que siempre producen un margen de error, lo más significativo, es que las voces críticas que claman por un cambio en la política popular, salen de dentro del propio partido.

Han pasado cuatro años desde que el Partido Popular alcanzara el mayor poder institucional que tuvo nunca un partido político en España y, probablemente, esa sea la causa del desgaste que padecen los populares en estos momentos. La arrolladora fuerza con que gobiernan en ayuntamientos y comunidades autónomas, ha provocado en los políticos populares un efecto soberbio y prepotente en su forma de actuar, un distanciamiento de la calle y de los problemas de los ciudadanos, que a día de hoy pasa factura tanto en la intención de voto, como en las escasas simpatías que despiertan sus líderes. Un partido de políticos antipáticos, distantes y lejanos, que han creído que la mayoría absoluta les permitía iniciar una caza de brujas contra todo el que no pensara como ellos, a creerse superiores en todo, y a gobernar de una manera despótica, basada en la superioridad de las urnas.

El poder tiene estas cosas, y cuando lo ejerce gente mediocre, produce un efecto demoledor, porque sus actuaciones nos son consideradas unipersonales, sino que afectan a todo el colectivo. La prepotencia y la chulería barriobajera con que actúan alcaldes y concejales peperos de muchos pueblos y ciudades, propician una antipatía que se traslada a todos los militantes, independientemente de las responsabilidades jerárquicas que tenga cada uno. Esto no es algo que se vea desde terreno ajeno, sino que es con lo que tienen que lidiar día a día los militantes de base, los que pisan la calle, los que tienen que dar explicaciones, sin corresponderle, de las actuaciones chulescas y despóticas de la cúpula de su partido.

La forma de gestionar el estado del bienestar, las mentiras electorales de programas incumplidos, la manera en que se ha tratado los numerosos casos de corrupción y la prepotencia que mantienen personas como Cospedal o Rajoy, impiden que el PP pueda conectar con un electorado que siempre le ha sido fiel, pero que ha sido el primero en pagar las consecuencias de unas medidas que han tenido como principales víctimas a las clases medias. Tres millones de votos indecisos, que hace tres años apostaron por Rajoy, pero que a buen seguro se trasladarán a otras formaciones políticas, son el resultado de la pérdida de confianza en la calle, del alejamiento de la actual cúpula popular de la política impulsada por Aznar, basada en un modelo centrista, que nada tiene que ver con el giro a la derecha más cavernaria que propugnan los actuales líderes.

Sólo el debilitamiento del PSOE puede hacer que permanezca en el gobierno el Partido Popular, tras los comicios que afrontaremos en este año. La primera prueba de fuego serán las elecciones municipales y autonómicas, donde a buen seguro que el PP seguirá manteniendo posiciones de gobierno, merced a la estampida que se ha producido tanto en las simpatías socialistas como en Izquierda Unida. Un poder efímero que puede desaparecer cuando lleguen las elecciones generales, si es que se mantienen los mismos principios de apoyo a la banca que crispa y empobrece a los españoles con sus malas prácticas y no se lucha convenientemente contra los corruptos, los que han salido y los que aún quedan escondidos detrás de maridos, sociedades opacas y que con todo tipo de argucias legales les hacen parecer inmunes, pero sólo eso, un espejismo que se puede deteriorar en cualquier momento.

El Partido Popular, como cualquier formación política, esta formado por hombres y mujeres honestos, leales con los principios de un PP ideado por Aznar, que se basaba en un posicionamiento de centro para incluir en ese ideario político a personas que no habían tenido en su intención de voto las siglas populares, también un acercamiento a los jóvenes, como corresponsables del futuro político del Partido Popular, pero en estos años de gobierno de Mariano Rajoy, todo eso se ha ido al traste, Rajoy ha estado más preocupado por satisfacer las cuentas de resultados con el BCE y la política comunitaria, que por atender las necesidades de los españoles, a los que ha tratado con un desdén impropio de quien ejerce de presidente de un país. Los españoles de Rajoy y Cospedal han visto mermados sus derechos como ciudadanos, y esa mala práctica, ha supuesto un revuelo interno que tendrá que provocar una regeneración del PP o sucumbir en manos de los partidos que, de momento, cuentan con los ciudadanos a la hora de echar sus cuentas. 

La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de pronto, con una miserable cuota de poder.

José de San Martín.

 

Ismael Álvarez de Toledo

periodista y escritor

http://www.ismaelalvarezdetoledo.com

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