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Ingobernabilidad, la última frontera

Ingobernabilidad, la última frontera

domingo 15 de marzo de 2015, 10:37h
Está empezando a oírse un poco mucho que los parlamentos en gestación serán (casi) ingobernables en cuanto nazcan. Las razones, dicen, son el desprestigio electoral del bipartidismo y la fragmentación del electorado.

No estando de acuerdo con ninguna de las dos afirmaciones, entiendo que a muchos parezca una premonición razonable y hasta factible dados nuestros antecedentes: cómo se van a entender cinco partidos sino generalmente no consiguen ponerse de acuerdo ni dos. CiU primero con PSOE, luego con ERC y ahora con ese extraño novio transexual, chicas con sorpresa, que es la CUP. O el PSOE e IU en Andalucía hasta hace un mes, o el PSOE-BNGa de Pérez Touriño o, incluso, el PP e IU en la etapa contra Felipe González.

Ahora se habla de ingobernabilidad de los nuevos parlamentos si se rompe el bipartidismo, tanto, dicen que de ocurrir se propiciará un gran acuerdo PP-PSOE. Habrá qué verlo, sin embargo.

En primer lugar, si el bipartidismo se termina no es por otra cosa que la voluntad de los electores, también llamados ciudadanía, pueblo y hasta gente. Por otra parte, tampoco se trata de que nosotros, los electores, hagamos lo que conviene a los elegibles, sino solamente lo que conviene a nuestros intereses.

Así, pues, un parlamento fragmentado lo que tiene que entender es que queremos gobiernos que respondan a una pluralidad de pensamiento. La nueva política implica volver a la vieja política; en realidad, a los principios básicos de la antiquísima política.

Estados Unidos suele ser un ejemplo de paradigma sobre el que apoyar las bondades del bipartidismo "Y eso", dicen, "que se permite la existencia de otros partidos, pero los estadounidenses siempre se decantan por demócratas o republicanos y otros partidos no fructifican". Lo que no dicen es que cada partido tiene decenas de sensibilidades organizadas en su seno que van desde gente muy de izquierdas a personas de centro entre los demócratas o de gente de centro a ultramontanos en el partido republicano.

Y como su sistema es a fecha cerrada y con elección directa de los candidatos, a veces los que lideran el partido son de una tendencia y a veces son de la otra y así, a veces, un republicano, Abraham Lincoln, abole la esclavitud o un demócrata, Andrew Jackson, casi extermina tres razas de indios solamente para que los whasp's (White, anglo saxon, protestant) pudieran establecerse en torno al Mississippi.

El bipartidismo no es lo bueno, ni siquiera es lo mejor que se opone a lo bueno. Lo bueno, sin más, es que se gobierne tan pluralmente como sea posible. Eso que llaman fragmentariedad del parlamento no es más que lo que otros llamamos capacidad del parlamento de reflejar la sociedad a la que intenta representar.


La nueva política requiere volver a los principios básicos y recordar que nosotros ponemos a los gobernantes y que ellos no tienen garantizado estar ahí. Y si presentamos mil criterios que satisfacer, habrá que gobernar para esas mil demandas. Unos serán buenos generando ventas fuera de nuestras fronteras y otros conseguirán que lo hagamos de manera sostenible. Puede haber un tercer actor que entienda la importancia de las renovables u otro que a lo que dedica su vida es a mejorar la educación: si los electores elegimos parlamentos que requieren tres o cuatro o más partidos para que se pueda formar gobierno, tendrán que aprender todos ellos a negociar con las nuevas reglas, los nuevos criterios y las nuevas cartas: el juego es el mismo, pero hay un nuevo sheriff en la ciudad: los administrados.

Ahora tocará negociar ley a ley, párrafo a párrafo, y cada ganancia tendrá su contraprestación y si se pacta que se planten 5.000 árboles en Madrid habrá que pactar por otro lado que se construyan 30 colegios bilingües en los cinturones obreros, un suponer. Ahora los diputados tendrán que establecer contacto con sus electores y consultar cuanto hacen. No ocurrirá en una legislatura, desde luego, pero sí en dos y a poco que C's, UPyD y Podemos nos pidan vía telemática que dirimamos los criterios de actuación en los distintos temas, la negociación para la gobernabilidad tendrá otras reglas y el hecho de Gobernar habrá llegado al siguiente nivel.
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