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La voz negra de Andreas

La voz negra de Andreas

sábado 28 de marzo de 2015, 09:55h
Una voz interior rompe todos los pasillos de la lógica. Mientras suena el destello del universo está quieto en las ventanas, y las nubes, lechos gigantescos de algodón, atrapan la oscuridad volviéndola blanca. Alrededor hay un enorme silencio que solo despierta el ruido monótono del motor. El aire acondicionado está a la temperatura exacta, pero no es suficiente para calmar el fuego que desde dentro sube hasta la piel de Andreas, ni para secar el sudor que poco a poco está invadiendo su cuerpo. En la cabina está empezando a reinar la soledad. El capitán ha salido afuera, y aunque Andreas tiene los ojos abiertos, no puede mirar la paz de los objetos, ni dejar sus oídos vencerse por el latido confortable del motor, ni que su mente se pierda en recuerdos o sueños llenos de bellos momentos. Algo dentro de su mente está como un animal agazapado esperando encontrar su víctima para clavar los dientes y las garras. Su cerebro está lleno de miedo y desesperanza. Tiene los tejidos corruptos en el telar de sus neuronas, donde hay una brecha por la que esa voz oscura, venida del infierno, surge de alguna caverna que estaba podrida en sus entrañas, y le manda mensajes tortuosos y malvados que quizá al principio no quiere oír.       
   
Esa voz que viene de adentro es amarga, brutal, maliciosa, loca, cruel en el designio que poco a poco va fabricando en su único oyente. Andreas la oye en esa soledad y quiere huir porque siente que es la voz de la muerte, y los últimos recuerdos hermosos que van alejándose de su cabeza le dicen que no la escuche. Pero ni el ruido o el destello de la realidad, ni el último beso que sus labios esconden con nostalgia, ni la última sonrisa que sus ojos aún retienen de un largo adiós, lleno de ternura y melancolía, pueden hacer nada para detener ese sonido de adentro que no cesa. La voz, una voz negra, se está apoderando de todos los rincones de su cabeza. Avanza por sus neuronas como un cuchillo helado destrozando la razón para que solo pueda actuar el designio de la peor locura. Es como un dragón de niebla y fuego presto a quemarlo todo para que solo haya negritud y cenizas.

Lo último que oye Andreas antes de ser reo absoluto de esa voz, negra, maldita, son los gritos del comandante, que está detrás de la puerta asustado. Y luego otro pequeño instante las voces de miedo de los pasajeros alarmados al ver como baja el avión. Pero todas esas voces se pierden y Andreas solo escucha esa voz que nace de él y llega desde los labios de cualquier diablo. Andreas sigue las instrucciones de esa voz infernal. Mueve los mandos para que el avión descienda hacia la tierra. Así lo hace y en un instante todo se llena de fuego y después de frío. Y lo demás es silencio. 
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