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Popular no significa Partido del Pueblo

Popular no significa Partido del Pueblo

lunes 13 de abril de 2015, 10:36h

Muy probablemente la idea que albergara Manuel Fraga al crear Alianza Popular y posteriormente José María Aznar, en el Partido Popular, tuviera que ver con la creación y proyección de un partido que recogiese las distintas sensibilidades que hay en la sociedad, para reunir en torno a unas ideas conservadoras a las clases medias y altas de este país, lo que viene a ser, todo el abanico social que no vota tradicionalmente a la izquierda; empresarios grandes y medianos, funcionarios, rentistas y trabajadores por cuenta ajena, pero con un claro propósito de prosperar. Esa al menos es la idea que, supongo yo, quisiera transmitir alguien que adorna sus tesis con el adjetivo de popular y reúne en torno a unas siglas a una macedonia política, como la que había en España en los primeros años de la democracia.

Desde entonces, ha llovido tanto, que las ideas iniciales se fueron diluyendo por el camino, los hombres claves de esa transición han muerto o desaparecido del panorama político, y el ideario popular que tan buenos resultados tuvo en la legislatura Aznar, ha caído por la alcantarilla, la misma que se está llevando miles de votos, por la torpeza de un presidente ciego, sordo y mudo. Un presidente tozudo que preferirá inmolarse con sus huestes, antes que abrazar la "fe verdadera", la que le reclaman desde distintos sectores del Partido Popular y la que se escucha en la calle a todas horas; "el partido popular no es el partido del pueblo". Y es que la crisis galopante que sigue azotando a España, propiciada por la mala gestión bancaria y los sectores financieros internacionales, y mantenida y amparada por el gobierno del PP, que prefiere apoyar a la banca antes que a los ciudadanos, ha hecho alejarse la intención de voto y las simpatías hacia un partido, un presidente y unos palmeros, que callan y otorgan sin rechistar, con tal de no perder los privilegios de los que gozan.

Mariano Rajoy no es sensible a la calle. Rajoy no se explica porque no levanta mayores simpatías siendo que ha realizado una labor ingente para recuperar la economía maltrecha de España. No entiende por qué los españoles somos tan poco agradecidos con sus políticas de austeridad, que nos han permitido superar la prima de riesgo. Y no lo entiende, sencillamente, porque no deja hablar a los que tiene alrededor, porque no permite que nadie le diga lo que tiene que hacer, porque permanece obsesionado con la idea de la economía y deja a un lado la política general. Esa al menos es la impresión que tienen muchos altos cargos del PP, pero a los que ni se les pregunta, ni se les deja comentar en público, por temor a represalias. Y es que en los últimos tiempos, el malestar general no sólo ha hecho mella en los ciudadanos, sino también en los políticos de a pie, los políticos del Partido Popular que se tienen que batir el cobre a diario con sus electores directos; concejales y alcaldes que no encuentran palabras, argumentos y modos de contentar a quienes un día depositaron su confianza en ellos.

Al Partido Popular le falta su condición de popular. Un partido de tal envergadura no puede dejar de conectar con los ciudadanos de la noche a la mañana, y eso es lo que está pasando, por mucho que se empeñen en reafirmar la posición que les otorgan las encuestas. El Partido Popular ya no representa a los ciudadanos, porque ha pasado de ellos, ha pasado de sus problemas, ha pasado de sus miserias y ha vendido su alma a los especuladores financieros y a la banca nacional que sigue masacrando las economías domésticas. No es sólo un problema de comunicación y prepotencia lo que tiene el PP, es una falta clara de valores y respuestas ante una sociedad que le otorgó su confianza hace cuatro años y que se ha sentido traicionada.

Hace unos días el Partido Popular abordó una Junta Directiva Nacional, con la clara intención de poner sobre la mesa los pros y los contras de lo que está sucediendo en la calle en los últimos tiempos, de marcar unas directrices conjuntas para hacer más fluida la comunicación entre los órganos del gobierno, del partido y los ciudadanos, pero la reunión desembocó por otros derroteros y se convirtió en un monólogo económico del presidente, quizás augurando en su ingenio de gallego, que abrir la caja de Pandora con preguntas y respuestas podía sacar a la palestra los diversos malestares que se suceden entre sus más afines. Y a la conclusión que llegan muchos miembros del PP, es la de que el partido que siempre ha representado a la mitad de la población española, está dejando de ser un referente popular, y se está convirtiendo en un Partido, partido.

Ismael Álvarez de Toledo

periodista y escritor

http://www.ismaelalvarezdetoledo.com

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