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El último día de los homo sapiens vulgaris

El último día de los homo sapiens vulgaris

jueves 16 de abril de 2015, 11:58h

Durante la pasada convención autonómica del Partido Popular, el presidente de esta formación, Mariano Rajoy, quien de vez en cuando ejerce también de presidente de todos los seres humanos españoles, afirmó, con la lucidez que le caracteriza, que "detrás de los demagogos y populistas de todo signo hay millones de personas que no lo son, que quieren las cosas de los seres humanos normales".

Aunque no estuvimos presentes durante tan formidable acto, barruntamos que en ese momento de la intervención de Rajoy, la clá popular irrumpió, como un solo homo sapiens, en estruendosos aplausos y vítores de alabanza a su amado líder. Parece ser que así se comportan los seres humanos normales, los cuales suelen aplaudir por cualquier cosa. Sobre todo si se lo mandan.

A nosotros, los homo populist, nos llaman la atención los comportamientos de los peculiares homo sapiens vulgaris, a los que nos gusta estudiar muy de cerca guiados por una curiosidad antropológica creciente. Ya se sabe que lo ajeno y lo desconocido siempre provocan más atracción e interés que lo cercano y lo mil veces trillado. De ahí que examinemos con tanta atención las palabras y obras del presidente de los seres humanos "como Dios manda", como también le gusta decir al amado y democrático líder.

De este examen minucioso sobre los seres humanos normales u homo sapiens vulgaris, hemos extraído varias conclusiones. Comenzando por las manifiestas dificultades de estos individuos para no ser engañados por sus congéneres. Nos llama poderosamente la atención que el presidente de los vulgaris haya estado casi siempre rodeado de semejantes dedicados a actividades que conculcan las normas comunitarias, o leyes, en términos de los seres humanos. No solo eso. A veces, incluso cuando ya se ha probado el "delito", los seres humanos normales siguen apoyando al infractor, mandándole en ocasiones hasta mensajes de aliento del tipo "Luis, lo entiendo, sé fuerte".

Esto contrasta con lo que ocurre con otras especies. Cualquier estudiante de biología sabe que si los miembros de una manada no respetan los códigos de dicha manada, la supervivencia del grupo puede ponerse en peligro. Curiosamente, en el caso de los seres humanos normales, esta parece ser la práctica habitual, y no se duda en proteger a los que obran mal.

Pero este no es el único ejemplo de comportamiento de los homo sapiens vulgaris que atenta contra la supervivencia de su propia especie. Como bien sabemos, los seres humanos normales, como cualquier otro animal social, viven en grupo porque entienden que esta fórmula es la óptima para precisamente garantizar la continuidad de la especie a lo largo del tiempo. Continuidad que requiere que todos los individuos alcancen unas mínimas garantías de subsistencia, por ejemplo que puedan alimentarse diariamente.

En cambio, el líder de los seres humanos normales actúa de forma completamente contraria a este principio elemental. Desde que se convirtió en el presidente de los homo sapiens vulgaris, no ha dejado de tomar decisiones que causan que la inmensa mayoría de los individuos sufra cada vez más para conseguir su alimento, mientras que unos pocos privilegiados están sobrealimentados. Tan sobrealimentados que afirman, y ciertamente tienen razón en términos objetivos, que cada vez hay más comida para el grupo. Lo que se callan es que solo comen bien unos pocos.

Una última cosa que a los homo populist nos llama la atención del comportamiento de los homo sapiens vulgaris es la falta de adaptación de estos últimos a las circunstancias cambiantes de su hábitat natural. A pesar de que quede demostrado una y otra vez que sus comportamientos no son beneficiosos para la supervivencia y homogeneidad del grupo, ellos siguen persistiendo en el error continuamente, afirmando además que "no hay alternativa" a lo que propugnan. Y si un individuo del grupo muestra una posición divergente, rápidamente se tacha a dicho miembro de homo populist. Es decir, se niega la propia naturaleza del individuo como homo sapiens vulgaris.

Como bien sabemos, cualquier especie que no se adapte al medio en el que vive está abocada a la extinción. Y no, no es por culpa de nosotros, los homo populist. Son ellos y solo ellos, los seres humanos normales, los únicos causantes de sus problemas, ante los que son incapaces de actuar con reflexión y sentido común. Tanto es así, que no nos extrañaría que acabaran perdiendo el sapiens para quedarse en simples vulgaris. Los cuales, eso sí, seguirán aplaudiendo a su afamado y democrático líder hasta el último día de la especie.

Daniel Jiménez

Responsable de redes y del área de comunicación de círculo de Podemos en Palomeque (Toledo)

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