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Entrevista a Emilio Lora Tamayo, presidente del CSIC

Entrevista a Emilio Lora Tamayo, presidente del CSIC

viernes 24 de abril de 2015, 17:18h
El actual presidente del Consejo Superior de Investigaciones  Científicas (CSIC), Emilio Lora-Tamayo -Madrid, 1950-, está vinculado a él desde 1975. Fue ya  presidente en 2003 y 2004, después de haber sido director del Centro Nacional de Microelectrónica y, posteriormente, vicepresidente de Investigación Científica y Técnica.
Doctor en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid, investigador en varias instituciones francesas y profesor invitado en la Universidad de Berkeley, Emilio Lora-Tamayo es, desde 1989,   catedrático de Electrónica en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su área de trabajo es la Microelectrónica y la Nanotecnología que aborda aspectos de física y tecnología de semiconductores y microcircuitos, simulación y diseño de dispositivos y circuitos integrados de silicio, micro y nanosistemas. Ha publicado más de 100 artículos en revistas científicas y presentado más de 150 comunicaciones a congresos nacionales e internacionales. Es coautor de 7 patentes y de más de una docena de libros y capítulos de libros especializados y ha participado y/o dirigido más de 50 proyectos nacionales e internacionales de I+D.  Emilio es el séptimo de los once hijos que tuvo don Manuel Lora-Tamayo, ministro de Educación en el franquismo quien, además, le precedió en la presidencia del CSIC. 

J.M.V.- El CSIC, la mayor institución pública científica de España, tiene ya más de 75 años. ¿Cuál cree usted que ha sido la mayor contribución del Consejo a la sociedad española en estos tres cuartos de siglo?

E.L-T.- El Consejo dio continuidad a la primera iniciativa seria que se tuvo en este país para estructurar la ciencia. Hasta 1900, en España  solo había francotiradores -incluido nuestro Santiago Ramón y Cajal-. A partir de 1907, la Junta de ampliación de Estudios empieza a   estructurar  un poco la ciencia, a pensionar investigadores fuera de España, a crear algunos laboratorios..., es decir, a dar un poco de forma, a estructurar la investigación científica institucional o pública. La Guerra Civil viene a truncar la situación y solo después de terminada, con la creación del Consejo, este toma el relevo de la misión de la Junta, continuarlo y consolidarlo. Hoy, la situación es absolutamente distinta, tanto por la amplitud como por la materia, ya que el Consejo es un organismo multidisciplinar, con unas 11.000 personas trabajando en él, más su dimensión internacional, que la Junta tampoco había tenido ocasión de desarrollar, y la posición que esto nos permite tener en la orquesta mundial de la ciencia, el conocimiento y la tecnología... Dicho esto, me parece que hoy la   realidad más importante que  tiene el CSIC es la vertebración de la investigación en España. La investigación del sector público la hacen los centros públicos de investigación, que son -por  definición- en su gran mayoría las universidades, aunque unas hagan más  investigación que otras, y algunos otros institutos o centros y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Pero el único que es multidisciplinar y está implantado en todo el territorio  nacional -y esa es la clave ya que, salvo en Ceuta y Melilla, en todas las comunidades autónomas hay 1, 2 o hasta 17 institutos, o más de 40 como en Madrid- y la organización  horizontal y multidisciplinar que esta red provee a la ciencia, es uno de los factores más importantes. Porque, además, le da un papel de punto neutro (perdone, pero mi background es electrónico), al cual las universidades se pueden referir. Es difícil que una universidad sola realice relaciones fructíferas  para los dos porque está por medio el tema de políticas regionales y los dos aspiran a llevarse el pedazo mayor de la tarta. El Consejo, que está en los dos, sirve de punto neutro para arbitrar redes, intereses comunes y por eso digo que quizás esta es su faceta más importante hoy en día.   

El Rey dijo en el acto de conmemoración del 75º aniversario del CSIC que la fuga de cerebros lleva a España a "un retraso difícil de remontar". Supongo que todos estamos de acuerdo con esa afirmación, pero ¿cómo evitarlo?, ¿tiene Vd. la solución?

Yo hablo por el Consejo pero creo que lo que voy a decir es bastante aplicable a la universidad. Del staff de ambos centros públicos ha habido muy poca gente que se haya marchado. Los que sí se han marchado o no han entrado han sido los nuevos doctores. En concreto, del Consejo, en los últimos años, se han marchado 18 personas, gente con muy buena financiación y con muy buenas instalaciones. La mayoría de ellos se marcharon porque podían  obtener un tratamiento personal mucho más favorable. Es algo parecido a lo que pasa con la ficha de los futbolistas. ¡Ya me gustaría a mí tener la capacidad de poder fichar a quien quisiera! Pero, antes de tener esa capacidad, lo que me gustaría es tener oportunidades para poder estabilizar a los jóvenes investigadores de hoy, que serán los científicos del mañana. Todos estos egresados de un doctorado o que están haciendo un postdoctorado fuera de España, lo que tenemos que tener -y ahí es donde nos falla el sistema durante estos últimos años debido a la crisis económica-     es posiciones en número suficiente para poder integrarlos. A esos y a otros... No todo el mundo que tiene una formación y que, por supuesto, se tiene que ir al extranjero, debe de ser necesariamente reincorporado a su vuelta. Puede ser ese, u otro, que a lo mejor es el extranjero. En todo caso, debe ser el mejor en cada momento. La clave está en tener esa capacidad, una dotación de plazas que, por lo menos, cubra las bajas vegetativas que tenemos cada año... Tener una tasa de reposición del cien por cien es fundamental. Y ahora, después del parón que ha habido durante estos últimos años, superior al cien por cien durante unos cuantos años. 
     ¿Cuál es la posición que España tiene ahora mismo en el escenario de la I+D+I mundial? 

Si hablamos exclusivamente de la generación de conocimiento, el resultado directo de lo que es el proceso de investigación científica,  España ocupa un lugar muy digno. Estamos entre los ocho o diez primeros, en función de quien haga el ranking. Por ejemplo, para la editorial The  Nature, llevamos subiendo un puesto en el escalafón durante los tres o cuatro últimos años y, en el último, ocupamos el puesto séptimo. El Consejo, además, dentro de esta situación, ocupa sin duda  la cabecera... De esas 11.000 personas que componemos el CSIC, 3.000 son investigadores de staff, que suponen algo así como  el 6 por ciento de los investigadores potenciales de todo el sistema (y ahí están incluidas las universidades, claro). Sin embargo, es el responsable del 20 por ciento de todas las publicaciones en revistas científicas de alto impacto, lo cual da una idea de la eficiencia del sistema. A nivel europeo, comparándonos con organismos semejantes, el CNRS francés es el primero, el Max Planck alemán es el segundo y el CSIC es el tercero, por delante incluso del CNR  italiano... Si hablamos de la esfera de generación del conocimiento, estamos muy bien.

Vd. ha pasado en dos momentos bien distintos por la presidencia del CSIC. Por su experiencia, ¿es más difícil administrar la escasez o gestionar un presupuesto razonable?

A pesar de que, cuando hay recursos suficientes, o incluso abundantes, es muy importante gestionarlos bien -so pena de despilfarrarlos-, es mucho más agradable y, por tanto, más fácil. En épocas de carestía, el problema es que hay que ver de dónde se recorta y eso es absolutamente deprimente, tanto para el recortante como para el recortado. Además, ninguno ayuda al otro. En el primer caso, sin embargo, estás creando, con mejor o peor acierto, pero es algo positivo. Siempre es mejor crear que destruir.

¿Hay vocación en España por la ciencia y por la tecnología?, ¿la ha habido alguna vez? Estará conmigo en que, al menos,  se percibe un creciente interés entre la población por las publicaciones de divulgación científica...

Esto es curioso y los periodistas tienen mucho que ver en esto. Creo que se puede decir que la apreciación de la tarea que hace el investigador por parte de la sociedad es enorme. Las encuestas  recientes (El País, BBVA,...) apuntan a que esta es una de las profesiones más admiradas, junto a la de médico. Y en un  80 por ciento... Cuando lo ves te dices, ¡Uy, qué bien! Pero, a la hora de la verdad, eso no se traduce. Por ejemplo, estos últimos años que hemos pasado un momento de gravísima crisis económica, cuando se pregunta donde hay que restringir más, no se encuentra un eco semejante en la sociedad que diga: ¡Cuidado, no recortéis en investigación! Esta es una contradicción que tiene varios componentes: unos vienen de la falta de costumbre que tenemos, no en vano hemos pasado muchos años sin que aquí hubiera clima alguno para la ciencia ni para la investigación, y esto, poco a poco, debería irse corrigiendo e ir convergiendo en la percepción con la realidad. Dicho eso, las vocaciones han bajado y mucho. No hay más que mirar las matriculaciones en las universidades: en ciencia están cayendo, en tecnología están cayendo... La gente, a pesar de que    admire la labor científica e investigadora, se apunta a lo que ahora parece que da más oportunidades económicas (ADE, Dirección de Empresas, etc.), dejando aparte lo que no es universitario (el fútbol, etc.). La investigación es absolutamente vocacional, y yo se lo repito  a los jóvenes investigadores siempre que tengo ocasión. Hay que  estar dispuesto a soportar enormes esfuerzos y sacrificios que, si tienes vocación, se ven absolutamente compensados cuando llegas a  explicar algo. Si eso no te compensa, es que no tienes vocación.   

En estos casi 40 años de democracia, ¿qué gobiernos  (centristas, socialistas o populares) han sabido ver mejor la  necesidad de apostar de una vez y decididamente por la ciencia para que nuestro país pueda avanzar?

Voy a decir algo que no sé si será políticamente correcto o no, y que está ligado a lo que decía antes de la percepción de la gente  respecto a la ciencia y a la investigación. A todos los gobiernos, independientemente de su naturaleza, se les llena la boca hablando de economía (vaya bien o vaya mal, haya que arreglarla o desarreglarla); después, de lo que la competitividad es para la  economía, de lo que la innovación es para la competitividad y de lo que la investigación y la generación de conocimiento es para la innovación. Con ello establecen un continuo en el que vienen a demostrar que eso es el núcleo central de la actuación de todos los gobiernos. Todos ellos proclaman que la investigación es fundamental  para la economía y, a través de ella, para el  bienestar social... Ahora bien, cuando vienen mal dadas, aquí eso no se traduce, mientras que en otros países eso se preserva tanto o más en condiciones adversas. No digo que no se apliquen restricciones, pero en las actuaciones siguen el discurso. Aquí, yo creo que el discurso es uno, pero el día a día, luego, es más complicado.

La I+D+I figura en todas las Memorias de todas las empresas, pero no estoy seguro de que estas crean realmente lo que dicen o si se suman a una moda que no practican con la intensidad y la convicción necesarias

Eso es bastante cierto. De todas formas este es un aspecto sobre el que podríamos discutir muchísimo. Pero yendo al principio, hay que recordar que en España un 97 por ciento de las empresas son pequeñas o medianas, y, de ellas, una gran mayoría microempresas. Nosotros tenemos mucha experiencia cuando vamos a hablar con ellos, de que su problema mayor es poder llegar a fin de mes para alcanzar a pagar la nómina. Se dicen que "si dentro de tres años mi tecnología va a quedar obsoleta, pues vamos a ver si eso es verdad", pero mi preocupación -dicen- es la inmediata. Eso es un sustrato  muy difícil... Y el tres por ciento restantes, las grandes empresas, cuanto más vocación internacional tienen, creen más en ello...

Y el número de patentes que se hacen en España y la explotación de las mismas, ¿es suficientemente satisfactorio para la investigación?

No. De nuevo aquí tengo que sacar pecho por el CSIC. En Europa tenemos un problema muy grave en lo que se refiere a la traducción de la generación del conocimiento, a su utilización. Esta es una preocupación general en la UE, y en España es aún más grave. Somos muy buenos como sistema para generar conocimiento (estamos, ya lo he dicho, en el puesto 7 u 8) pero, si nos fijamos en los indicadores que traducen la transferencia de ese conocimiento a las patentes, estamos en un puesto muy inferior (el 17 o el 18), que no se corresponde para nada con nuestra situación económica, y mucho menos con la de generación de conocimiento. Aquí tenemos mucho que hacer, aunque sea difícil porque la jugada no es únicamente nuestra, sino también del sector empresarial. Ahí hay  mucha gente que discute, que piensa, desde hace mucho tiempo, que  la empresa se debe de acercar mucho más al investigador, y que el investigador se debe acercar más a la empresa... Ese es solo uno de los elementos. Esa batalla dialéctica está ya pasada porque el investigador se ha acercado muchísimo a la empresa y basta con mirar lo que sucedía con la investigación hace solo 30 años en España. En ese momento, relacionarse con una empresa para hacer transferencia de conocimiento para buscar una aplicación, era visto  casi como una prostitución de la investigación. Hoy en día, todo lo contrario. El sistema de investigación ha cambiado radicalmente su mentalidad, entre otras cosas porque tiene que buscarse la financiación. La empresa, sin embargo, creo que no ha dado todos los pasos. Y tenemos también por explotar una serie de elementos que están funcionando en otros países: una buena ley de mecenazgo; ventajas fiscales que, siendo buenas, no son del todo utilizadas; una serie de instrumentos que van más allá de una licencia de patente, como nuevas formas de transferencia colaboratorias o iniciativas  comunes en las que el sistema de investigación tenga mayor interés y hasta mayor responsabilidad (hasta donde la puede tener) dentro del sistema empresarial, y viceversa, que las empresas puedan tener mayor interés y hasta puedan tener laboratorios colocados dentro de los centros de investigación... Hay todavía mucho terreno en el que trabajar y todo eso, por supuesto, sin perder de vista que del pozo podemos sacar agua, pero si el pozo no está manando -no se está generando conocimiento- esto es pan para hoy y hambre para mañana.

Y, desde la atalaya del CSIC ¿se percibe también interés de los investigadores extranjeros por venir a trabajar a España?      

Sí. En cuanto las cosas apuntan mejor, sí. Y eso lo puedo decir yo mismo en esta época dura. El peor momento lo tuvimos en la primavera y verano del 13. En octubre conseguimos que el Ministerio  -que se ha portado muy bien con nosotros, tengo que decirlo-  finalmente nos diera la subvención que veníamos negociando, y en el 14 ya abrimos por primera vez sin déficit. Estamos viendo la luz del túnel y eso se ve. Este año 2015, por primera vez en los últimos seis años, tenemos una oferta de empleo público, posiciones estables de las que hablaba al principio, bastante satisfactorias. Hay 123 plazas  de nueva creación y otras 70 de  promoción. Simplemente con ese ruido, nos están llegando peticiones de gentes que están fuera y que, incluso, alguno de ellos viene "con el pan debajo del brazo" (en este caso el pan es un contrato de RC). Tenemos ya una serie de ventajas, y a poco que el clímax sea un poco favorable, podremos recuperar también gente buena. Pero esto del empleo público -que está muy bien este año- debería ser mantenido a lo largo de unos pocos años más. No vale que esas aproximadamente 200 plazas que estamos poniendo en juego, se transformasen en 500 y el año que viene nada. Eso nos haría despilfarrar y dar plazas allí donde no las necesitamos. Prefiero una oferta repartida a lo largo de los años, la seguridad de que la vamos a tener, que un pelotazo mucho mayor. Y quien habla de plazas habla también de dinero. Es mucho mejor una continuidad en los presupuestos, que una lotería en un año determinado...

Una última pregunta: Biotecnología (biología molecular, biomedicina...), agroalimentación, comunicaciones (circuitos integrados, microprocesadores, etc.), ¿qué campo le parece a Vd. más decisivo para la humanidad en los próximos 50 o 100 años?

Eso es difícil. Es una pregunta complicada. Si nos vamos a los años 20 del siglo pasado, y le preguntamos lo mismo a los sabios de la época, que estaban haciendo divertimentos matemáticos, como la mecánica cuántica, nunca nos habrían dicho que esa iba a ser la clave de los materiales semiconductores, de la industria del silicio y, por tanto, de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Había sido imposible... Ahora bien, de la misma forma que el siglo XX  fue el de las comunicaciones (la electrónica, las TIC), el siglo de la biotecnología, todo eso va a seguir y, además, con temas  apasionantes, y amplísimos. Pero, al mismo tiempo, creo que se van a seguir caminos nuevos. Por ejemplo, la biomedicina va a dar un salto enorme, aunque solo sea de la mano de dos disciplinas o áreas. Una, la neurología. De lo que pasa en el cerebro humano se sabe poquísimo. Y otra, que esa circunstancia trae consigo muchos problemas sociales. Esas dos driving forces, una para conocimiento, y otra para las aplicaciones, van a tirar mucho. Y hay tecnologías nuevas que permiten aventurar que, seguramente, se van a conseguir nuevos avances en neurología y trasplantes (y eso, además, tira de nuevos materiales avanzados), robótica, y hay que hacer algo también en esta primera mitad de siglo, en relación con la energía y el medio ambiente porque, si no, se nos cae la casa. En todo esto, seguro que no me equivoco pero, posiblemente, habrá más cosas que ahora mismo están en mantillas.          
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