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La futilidad de las fuerzas emergentes

La futilidad de las fuerzas emergentes

lunes 11 de mayo de 2015, 19:11h
He asistido a las dos primeras comparecencias que la Cámara de Comercio de Sevilla ha programado en el Club Antares con los principales candidatos a la Alcaldía de Sevilla. El pasado viernes acudió el alcalde y cabeza de lista del PP a la reelección, Juan Ignacio Zoido; el lunes le tocó el turno al candidato de Ciudadanos, Javier Millán cuyo debate posterior tuve el honor de moderar. La primera impresión que me produjeron ambos políticos es dispar. Mientras Zoido se mostraba seguro, concreto y convencido de lo que tenía que hacer si renueva el mandato, Millán se perdía en obviedades y generalismos sin anunciar medida alguna que no estuviese ya recogida en los programas del resto de los partidos. Viene ésto a cuento del desencanto que muchos votantes pueden llevarse si, tal y como anuncian las encuestas, el partido de Albert Rivera o el Podemos de Pablo Iglesias se convierte el próximo día 24 en la llave que abre muchas de las alcaldías en toda España...y la puerta principal del Palacio de San Telmo 

Es verdad que cualquier fuerza política que se precie debe contar con un líder destacado que sepa dirigir sus destinos y comunicar y conectar con los votantes. Y ni el PP con Mariano Rajoy ni el PSOE con Pedro Sánchez, tienen actualmente dirigentes que sean ni la sombra de José María Aznar o Felipe González, sus dos grandes figuras respectivamente. Pero también es verdad que esos liderazgos deben fundamentarse en proyectos políticos maduros, serios y responsables que puedan superar en un momento dado la carencia puntual de un firme liderazgo. Si las principales fuerzas políticas que han regido los destinos de España en las cuatro últimas décadas, PSOE y PP, se encuentran faltos de líderes carismáticos, y parecen estar en declive, siguen siendo aun las dominantes por su historia y trayectoria en la joven democracia española. Otra cosa es que hayan ido perdiendo apoyos progresivamente y vean su poder amenazado por las nuevas fuerzas emergentes como Podemos o Ciudadanos. El gran problema de estos nuevos partidos es que se basan demasiado en personalismos y carecen de un ideario programático. ¿En qué se convierte Ciudadanos si no está Rivera?¿Y Podemos sin Iglesias y Errejón? Estoy convencido que ambos perderían buena parte de sus actuales apoyos.

Y es que, además, esos personalismos pueden ser contraproducentes para la supervivencia futura de estos partidos, y al reciente ejemplo de lo que ha ocurrido con la UPyD de Rosa Díez, me remito. Los excesivos protagonismos nunca son recomendables por muy valiosos que sean los líderes porque cualquier traspiés que éstos comentan puede dar al traste con el trabajo de muchas personas que se han dejado la piel para edificar el entramado que supone un partido político en la España actual. Digo esto por lo que pueda ocurrir en los próximos días en torno a la pretendida investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta. 

Hace unos días, en una comida con un foro de opinión local llamado Agora Hispalense, se hacían apuestas sobre quién o quiénes iban a apoyar, con sus votos o su abstención, el nombramiento de Susana. El sentir general era que ningún grupo de la oposición se iba a decantar antes de las municipales. Es muy posible que eso se cumpla. Pero había una voz que disentía y que aseguraba que tanto Podemos como Ciudadanos, con su abstención, permitirían  que la actual presidenta en funciones, fuese reelegida. Esa voz era de uno de los comensales que mayor tiempo tiene sobre sus espaldas en el ejercicio político, Felipe Rodríguez Melgarejo. La experiencia, desde luego, es un grado a tener muy en cuenta. Cada día que pasa me estoy convenciendo de que, en contra de lo que yo pensaba, lo que afirmaba Felipe va a ocurrir en los próximos días y Susana será investida con los 47 votos del PSOE, los 38 en contra de PP e IULV-CA y la abstención de los 24 de Podemos y Ciudadanos.

¿A cambio de qué?, se preguntarán. Pues a cambio de unas concesiones anecdóticas, que Susana firme un documento prometiendo algo que no puede cumplir como es la dimisión de Chaves como diputado y la concesión a Podemos de algún regalo sobre viviendas para los desahuciados. Y aquí paz y después gloria. Si eso ocurriera, van a ser muchos los que se sientan defraudados por los dos partidos emergentes, cuya futilidad programática es más que evidente cada día que pasa y cuya demagogia va a quedar en evidencia a las primeras de cambio. Tanto ruído para tan pocas nueces y que, al final, todos volvamos a votar a los de siempre, esa casta que ha abusado del poder pero que, al fin y al cabo, sabe mal que bien como llevar un país. Es lo que hay.      
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