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Mal los 'ventorrillos' y El Cid, vulgar Padilla

San Isidro: Una orejita para Talavante como alivio de una plomiza tarde también en lo climatológico

San Isidro: Una orejita para Talavante como alivio de una plomiza tarde también en lo climatológico

miércoles 13 de mayo de 2015, 22:31h
Ya se sabe que en el país de los ciegos... pues eso. Que Alejandro Talavante aprovechó el único toro de El Ventoriillo que llevaba un punto, sólo un punto, ¿eh?, de sangre brava para en una buena labor muletera por la izquierda, en la que faltó emoción y pasión, llevarse una oreja que ni fu ni fa. Claro que comparado con el paupérrimo espectáculo del resto de la bochornosa tarde- también en lo climático-, con un encierro descastadísimo, un Padilla pueblerino y un Cid pésimo, ese trofeo parecía de oro. Pero tampoco.
Dice el tópico que cuando hay toros no hay toreros, y viceversa. Pues, salvo ese manejable tercero, que iba alegre y con cierta codicia a percal y flámula, la frase tópica reflejaba la falta del auténtico bicorne de lidia. Porque el resto fue una mansada tan noblona y tontona como aburrida, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados la otrora interesante divisa toledana, cuando la manejaba su creador Paco Medina. Pero hace una década la vendió a Fidel San Román y comezó la cuesta abajo camino del precipicio. En fin, el constructor sabrá. 

Así que no hubo toros y casi tampoco toreros, aunque Talavante se salvó de la quema -casi literal en el embudo de plomo derretido que era la Monumental- aprovechando a ese su primer enemigo, justo de presencia y escasamente picado. De ahí que, tras lucirse con los palitroques Juan José Trujillo, llegara a la muleta con alegría y fuerzas suficientes para arrancarse de lejos y permitir al extremeño límpidas y correctas series al natural, siempre en el platillo. Después se cambió de mano y sólo ofreció una ya en grado inferior de ajuste.

Talavante volvió a la izquierda para extraer al burel algunos naturales, varios de ellos de frente, más, pero ya con ciertas ventajas, antes de unos adornos y de largarle un buen espadazo para llevarse una oreja u orejita, que seguro que le vale, pero de las que pronto se olvidan a los espectadores por falta de emoción. Era indudaale que el coletudo aguardaba un juego similar con el último para descerrojar la Puerta Grande, pero el bicho, ya ayuno de sangre brava, desparramaba la vista, no quería pelea y tampoco Talavante se la ofreció ni arriesgó un alamar.

Y, como se decía en las antiguas series de dibuhos animados: "Esto es todo, amigos". Todo lo más parecido a una auténtica corrida de toros. Porque el resto de lo que salió por chiqueros era apto... para un desfile de animales blandos y parados. Ante ellos, Padilla se abiurrió en el paradote y flojo primero, y tiró de repertorio facilongo en el otro sin llegar a interesar, como tampoco con los rehiletes. Y El Cid, inseguro y espeso, naufragó tanto que dejó una duda en la mente de todos: ¿Qué pasará en su siguiente aparición en el abono en solitario frente a seis victorinos? Mejor no pensarlo.

FICHA DEL FESTEJO

Toros de EL VENTORRILLO, justos de presencia, descastados y flojos, excepto el manejable 3º; todos nobles. JUAN JOSÉ PADILLA: silencio; silencio. EL CID: silencio; silencio. ALEJANDRO TALAVANTE: oreja; silencio. Plaza de Las Ventas, 13 de mayo. 6ª de la Feria de San Isidro. Casi lleno.

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