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El mensaje regio

El mensaje regio

lunes 25 de diciembre de 2006, 18:15h
Este año podría dar la impresión de que el mensaje de Navidad del Rey ha estado más elaborado que el pasado, lo cual no debe extrañar, puesto que la situación política es harto más complicada, y las palabras del Rey de todos los españoles habían de medirse con especial delicadeza. Sin embargo, creo que Don Juan Carlos ha considerado que, al tiempo que esta circunstancia debía ser tenida en cuenta, también ocurre que el Rey de España tenía una oportunidad de oro para hacer gestos inequívocos que perfilasen algunas características de su reinado que no deben perderse. Así, por ejemplo, la niebla de perplejidad que levantó la felicitación regia de las Navidades (un simple paisaje nevado) se despejó con un ostensible Misterio de Belén junto a su figura enmarcada por las cámaras. La Familia Real es católica, apostólica y romana. Los españoles tienen derecho a no serlo, pero en virtud del mismo derecho, y además con el apoyo de una tradición de siglos que se remonta a Recaredo, el Rey y su familia profesan la fe católica, y eso ha quedado de manifiesto en un tiempo en que la infección de corrección política pretende imponer lo que el Papa, en su última homilía como cardenal Ratzinger, llamó "la dictadura del relativismo".

   Por lo que respecta al contenido del mensaje, "el" asunto nacional, que no es otro que el proceso de negociaciones del Gobierno con la ETA, fue tratado estableciendo unas pautas que, por lo evidentes, excluyen sus contrarias de manera radical: primero, el terrorismo es un mal sin paliativos; segundo, la lucha contra el terrorismo no puede apartarse si un milímetro de las exigencias del Estado de Derecho; tercero, para que la lucha antiterrorista sea eficaz, todas las fuerzas políticas democráticas han de trabajar en estrecha unidad. En mi opinión, magnífico.

   Parecía que el Rey estaba dibujando no el panorama actual, desde luego, sino el panorama de los últimos años de Gobierno del Partido Popular, cuando se firmó el Pacto por las Libertades y cuando se aprobó la Ley de Partidos. Pero, ay, tenemos los políticos que tenemos, y los socialistas sólo se fijaron en la reclamación de unidad frente al terrorismo, los populares en la exigencia de respetar y cumplir la Ley, y algunos nacionalistas pusieron reparos al elogio regio de la Ley de Dependencia, que casi todos, menos ellos, aprobaron en el Parlamento.

   ¿Será posible que el Gobierno entienda que no es posible la unidad de los partidos políticos si el Gobierno pretende que se acabe el terrorismo no por ser derrotado, sino por haber logrado sus propósitos?
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