El veredicto de las tertulias: "Ha llegado la hora de retratarse"

Antes de entrar en materia, aunque sin salir de las consecuencias del 24M, el primer debate de la noche tuvo como protagonista al socialista José Cepeda en El Cascabel, diputado de la Asamblea de Madrid amen de colaborador del programa de 13Tv. Recién designado por el PSOE para cubrir la plaza de senador autonómico que le toca, le ha vuelto a salpicar un viejo escándalo en el que se vio envuelto hace años tras ser acusado por una compañera de partido y amiga personal de haberle regalado un móvil –pagado por el parlamento autonómico- con un ‘troyano’ para controlar sus movimientos y mensajes. Un oscuro asunto sobre el que los tertulianos le apretaron las tuercas mientras él se negaba a soltar prenda.

En la Linterna, mientras tanto, se comentaba con sorna el revuelo montado en torno al Club Bildelberg y la invitación de Juan Luis Cebrián, uno de sus miembros, al líder del PSOE, Pedro Sánchez, a su reunión anual que tendrá lugar en los próximos días. Victoria Prego y Fernando Jáuregui coincidían en quitar morbo a un reunión “de ex” viejas glorias de todo tipo y pelaje que no tienen la influencia que se les atribuye.

Y ya que estamos con Sánchez, su futuro político dividió a ambos tertulianos. Prego auguraba un negro panorama al socialista por su negativa a pactar con el PP y Jáuregui le hacía ver que “en efecto los socialistas han sacado muy malos resultados, pero han conseguido que parezca que han ganado”.

Mikel Buesa incidía en que el poder que recupera el PSOE tiene que compartirlo con Podemos “y los pactos en algunas CCAA sólo van a servir para ‘blanquear’ a Podemos y darle más votos. Está dando alas a su principal competidor”. Una tesis en la que le apoyó Prego, preocupada una noche más por los perjuicios que puede causar a España la deriva hacia la izquierda de un “partido imprescindible” como es el Socialista. El famoso “abrazo del oso”.

- “¡Pero qué pesimistas sois!”, les replicó Jáuregui.

Javier Caraballo se lucía en La brújula de Onda Cero con su especialidad, las tribulaciones de Susana Díaz. Con el permiso, por supuesto, de Ignacio Camacho. Junto con Anabel Díaz se comentaba el penúltimo rumor sevillano sobre el acuerdo con Ciudadanos, que este jueves podría concluir por fin con la investidura de la socialista andaluza.

Anabel Díaz puntualizaba que, visto el comportamiento del partido de Albert Rivera en las últimas semanas, se espera cualquier cosa, una forma de explicar que tanto bandazo y despiste pasará factura a su partido. Ignacio Camacho hablaba de “deflación” de las expectativas que surgieron en torno a Ciudadanos. En su opinión da la sensación de que “su orientación socialdemócrata” choca con el hecho de que entre sus votantes haya más de 600.000 procedentes de las filas populares y le está costando asumirlo.

En La Noche de 24h, Sergio Martín ponía en suerte a sus tertulianos a Pablo Echenique, la voz crítica de Podemos –con el permiso de Juan Carlos Monedero en este caso- y pieza clave para la constitución de un gobierno en Aragón en compañía del PSOE con el que desplazar al PP de Luisa Fernanda Rudi.

“La única duda es si el PSOE ha cambiado sólo su discurso o ha cambiado algo más”, afirmó el diputado aragonés de Podemos. A destacar que entre sus críticas al partido socialista incluyó que no acepte las propuestas de su partido en Andalucía.

Hablando del avispero andaluz, en el debate de 24h hubo práctica unanimidad en que la estrategia de Ciudadanos de apoyar en unos sitios al PP y en otros al PSOE les puede resultar beneficiosa al actuar verdaderamente como “partido bisagra”, resumió José María Brunet.

En Hora25 en cambio se ponía en solfa la “ambigüedad” de Ciudadanos, aunque el debate giraba sobre las acusaciones del PP a los socialistas por haberse echado en brazos de la “extrema izquierda”, teoría rechazada de plano por los colaboradores de la tertulia nocturna de la Ser. “Es el miedo [del PP] a lo que va a pasar el sábado, cuando se visualice de verdad la debacle que han sufrido”, afirmó rotundo Paco Giménez Alemán.

También se habló de Felipe González, por supuesto. Pero fue un paseíllo triunfal del ex presidente, aplaudido por amigos y enemigos casi sin excepciones.