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OPINIÓN

Don Erre que erre
(Foto: Diariocrítico de Castilla-La Mancha)

Don Erre que erre

Ismael Álvarez de Toledo. Periodista y escritor

sábado 20 de junio de 2015, 09:45h
Para los que ya peinamos demasiadas canas, nos viene a la memoria aquella película de José Luis Sáenz de Heredia; allá por los setenta, en la que don Erre que erre (personaje que interpreta Paco Martínez Soria) encarna a un individuo que nunca da el brazo a torcer cuando está convencido de tener la razón, que es casi siempre.

Este tipo de personajes que no se apean del burro, y prefieren morir con las botas puestas, antes que cambiar su modo de pensar, son muy dados en política. El poder absoluto aísla a quien lo ejerce del resto de correligionarios, es más, envilece y muestra la peor cara de uno mismo, pero para sus adentros, no hay más razón que la que él esgrime, y el resto del mundo vive equivocado.

Algo de esto le lleva pasando a Mariano Rajoy desde hace tiempo, donde no se sabe si prevalece el don erre que erre que lleva dentro, o su carisma gallego y cerrado, que le supera. Sea como fuere, Rajoy hace oídos sordos, a las críticas de propios y ajenos, y se comporta como el caballero de la triste figura que ve gigantes donde los demás vemos molinos, y prefiere morir a palos investido de líder con oxidada armadura, antes que dar su brazo a torcer y actuar con la lógica y coherente responsabilidad que le exigen desde todos los sectores de su partido.

La debacle electoral del 24M sigue dando coletazos de serpiente herida, el Partido Popular no afronta con serenidad la crisis interna que padece, y Rajoy se empeña en poner tiritas, en esa herida abierta que necesita una intervención quirúrgica de mayor calado, a la espera de que en noviembre, con la apuesta de las elecciones generales, el paciente sane o se muera desangrado, que será lo más probable.

Los cambios introducidos por Rajoy en el partido, hace escasos días, no son más que un parche en la linea de flotación del PP. Las encuestas de los medios de comunicación al respecto, dejan clara cual es la opinión de los ciudadanos, también influye la de los simpatizantes y militantes del propio Partido Popular, donde todo el mundo parece tenerlo claro, menos el susodicho presidente del partido en el gobierno, que actúa con la irracionalidad propia de don erre que erre, más que con la lógica y sensata responsabilidad de quien debe mantener a flote este partido político y su trayectoria histórica.

Flaco favor hacen sus consejeros, cuando no le animan a coger el toro por los cuernos y enfrentarse a la regeneración total de la cúpula del partido, que tanto daño hace al gobierno. A mi juicio, la única ventana que se ha abierto, en el maloliente Partido Popular, es la que ha permitido la entrada de Pablo Casado -veremos si le dejan actuar- y la salida del tétrico Floriano, ante el anuncio a bombo y platillo de una oleada de cambios, que quien seguimos estas cosas de la política, sabíamos a ciencia cierta que no se iban a producir, ya que sigue manteniendo a Cospedal, que es una de las figuras peor vistas por los ciudadanos, merced a su prepotencia y despotismo en los años de gobierno en Castilla-La Mancha.

La única “esperanza” que le queda al Partido Popular, de cara a las generales -y no tiene nada que ver con la de Madrid- es el desgaste lógico de Podemos y sus satélites, y el posicionamiento en los postulados de Ciudadanos, para conservar políticas de centro, y dar estabilidad a gobiernos municipales y autonómicos con fuertes medidas contra la corrupción.

Ni las medidas que se incluyan en los Presupuestos Generales del Estado, ni la lucha contra la corrupción, servirán para acaparar la atención de los votantes, que siguen empeñados en la idea de una regeneración total en el gobierno y en las filas del PP, incluida la del propio Rajoy, y hacer borrón y cuenta nueva.

Estoy de acuerdo en la teoría que mantiene Rajoy de no cambiar lo que funciona, pero mire usted, es que en el gobierno que preside pocas cosas funcionan, a pesar de la evidente recuperación económica. Hemos pasado de tener políticos de derechas, a tenerlos de extrema izquierda, sin pestañear siquiera, y sin que se derrumbe el mundo por ello. Un mes después de la elecciones municipales y autonómicas todo sigue funcionando con normalidad, salvo pequeñas anécdotas, más propias de pataleta de niños de colegio, que de gobernantes con sesera.

Lo que los ciudadanos piden; pedimos, señor Erre que erre, es un cambio profundo y regenerador en los modos y en las formas. Ese cambio que le exigen las Nuevas Generaciones, desde dentro de su partido, y el resto de militantes, simpatizantes y afines, desde fuera. No vale inmolarse con la cabeza alta, ni vivir envuelto en la bandera de sus propias convicciones, ni llevar a su partido a la derrota por seguir usted; erre que erre.

Ismael Álvarez de Toledo

Periodista y escritor

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