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Confusión deportiva

jueves 25 de junio de 2015, 18:17h

Admito que, en alguna ocasión, Florentino Pérez, cuando Cristiano Ronaldo introduce el balón de manera espectacular en la portería del contrario, llegue a creer que el gol lo ha metido él, presidente del Real Madrid, porque al fin y al cabo él es el responsable de su fichaje. Y no me parece raro que el presidente del Barcelona piense que los goles de Messi son, en parte, debidos a su habilidad. Lo que me parece digno de tener que someterse a estudio psiquiátrico es que el presidente de la Real Federación de Tenis se llegue a creer que los raquetazos de Nadal son cosa suya.

Estábamos tan entretenidos en hurgar en las cuevas de los partidos políticos que nos habíamos olvidado de esas burocracias enquistadas en el sistema de las subvenciones, y de las que nos alertó el FBI, al descubrir que la FIFA era una cueva de ladrones. No sé si llega a tanto, pero el presidente de la Federación de Tenis, mientras exhibía que las cuentas de la Federación estaban auditadas, el Consejo Superior de Deportes le inhabilitaba por un mes, precisamente por escasa claridad en las cuentas. Las cuentas de las federaciones, por si alguien se despista, proceden de los impuestos del lector que lee este artículo y del autor que lo redacta que, por cierto, hasta más de la mitad de lo que cobra deberá entregarlo a Hacienda.

Ya decía mi tía Pascualina que cuando presumes de casto no hay que tener bajados los calzoncillos, porque la gente es muy mal pensada, pero es tal la confusión de los cargos burocráticos que esa representación administrativa está convencida de que los que corren, los que nada, los que juegan, no son los atletas, los nadadores y los jugadores, sino sus reverenciadas personas.

La última tontería contemporánea del burócrata inhabilitado de la Federación de Tenis es nombrar como capitana de la copa Davis a una señora que a los tenistas no les parece ni siquiera sargento. Bueno, pues el burócrata dice que es una cuestión de machismo como si ser mujer fuera un aval, cuando, como demuestran la experiencia empírica una mujer puede ser tan incompetente como el presidente de una federación.

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