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OPINIÓN

El gran circo de Europa
(Foto: Diariocrítico de Castilla-La Mancha)

El gran circo de Europa

Ismael Álvarez de Toledo. Periodista y escritor

lunes 06 de julio de 2015, 09:27h
Nunca he entendido el por qué de la frase que hace referencia a “vaya circo se ha montado”, queriendo dar a entender que se hace alusión a un cierto descontrol en las cosas o a un entramado de circunstancias que nos recuerdan a los pases de la sesión de un circo, donde hay un poco de todo.

Sin embargo, considero que es una acepción poco acertada, porque si algo funciona con una disciplina total, ese es el circo; como espectáculo.

No obstante, lo que quiero contarles, tiene que ver más con ese circo mediático, incluso esperpéntico, que se está representando en Europa, acerca de la cuestión griega, que del maravilloso mundo circense, caído en desgracia y prácticamente desaparecido.

El pulso de Grecia sobre la Troika, y por ende, sobre los pilares en los que se asienta la Unión Europea, tiene que ver más con el control sobre la economía y las personas que sobre cuestiones estrictamente económicas. Así lo proclamaba, entre otros, el premio Nobel de Economía y expresidente del Consejo de Asesores Económicos de Bill Clinton en la Casa Blanca, Joseph Stiglitz, quien ha denunciado en su última columna sindicada, previa al referéndum en Grecia que acabamos de conocer, que "Europa ataca a la democracia griega" porque "la verdadera naturaleza de la disputa sobre la deuda es mucho más sobre el poder y la democracia que sobre el dinero y la economía".

A los poderes económicos mundiales, representados por la Troika, no les hace ninguna gracia que un partido político como Syriza intente cambiar las políticas económicas que imponen en Europa, como no se lo haría si Podemos gobernase o impusiera sus fórmulas de gobierno a una coalición salida de las elecciones de noviembre.

Se trata de una lucha, a mi juicio, entre políticas económicas que favorecen claramente a los países más ricos, y que es poco permisiva, en cuestión de pagos, con las personas que habitamos los países menos favorecidos de la UE. Una aptitud deliberada, que como recuerda Stiglitz, en su último artículo, “jamás una depresión ha tenido consecuencias tan catastróficas como la que ha sufrido Grecia al cumplir las exigencias de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional”.

Pero lo más llamativo de esto es que nadie parece hacerse responsable y se pasan la pelota los unos a los otros mientras que el pueblo griego, como el español, padece las consecuencias de unas políticas de ajuste inadmisibles. La idea de que la Unión Europea era un conjunto de países adscritos a una determinada zona del continente para facilitar y promover su integración y desarrollo, ha quedado en agua de borrajas a la primera de cambio.

A los euroescépticos, o mejor dicho, a los europeos mejor informados, no se la han colado tan rápidamente como al resto de países que siempre hemos vivido de las migajas de los más ricos, y que vivimos la unión económica y monetaria como la entrada a un club de ricos, olvidando lo que somos y de donde procedemos. Con la llegada del euro nos quisimos comparar a Francia y Alemania, sin darnos cuenta que nuestra economía dista un abismo de la de esos países.

Los grandes lobbies financieros nos vendieron la idea de un mercado de consumo que se salía de nuestras posibilidades, lo que vulgarmente se llama “el chocolate del loro”, y nos hizo vivir en un mundo donde todo era gasto y descontrol, tanto para los gobiernos como para las familias, creando burbujas inmobiliarias y patrones bancarios que han dado al traste con el estado del bienestar que poco a poco conseguimos.

Ahora que vienen mal dadas, a Europa no le salen las cuentas. La Troika se ve en la necesidad de recuperar los préstamos otorgados, porque se los exigen los que verdaderamente tienen el control de todo esto, pero olvidan con facilidad que en Grecia, en España, en Portugal, o en cualquier otro país, donde más hondamente ha calado la crisis económica, viven personas, vivían seres humanos que se han suicidado al perderlo todo, y que no se pueden igualar las vidas humanas a las cifras de las cuentas de resultados.

Ha ganado el NO en Grecia de una forma rotunda, los griegos han respaldado el esfuerzo del gobierno de Alexis Tsipras para que siga negociando con sus acreedores, pero más allá de eso, el no significa un portazo del pueblo griego a la Troika, que puede contagiarse al resto de países, y una advertencia a los poderes económicos que juegan a su antojo en el gran circo de Europa.

Ismael Álvarez de Toledo
periodista y escritor
http://www.ismaelalvarezdetoledo.com
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