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El fracking catalán

miércoles 22 de julio de 2015, 16:41h

Dice la Wikipedia que el fracking o fractura hidráulica consiste “en la perforación de un pozo vertical en el cual, una vez alcanzada la profundidad deseada, a más de 2.500 metros de profundidad, se gira el taladro 90° en sentido horizontal y se continúa perforando entre 1.000 y 3.000 m de longitud; a continuación se inyecta en el terreno agua a presión mezclada con algún material apuntalante y productos químicos, con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo y favorecer así su salida hacia la superficie”.

El fracking catalán es parecido. Hace unos años, Artur Más se presentaba con la bandera del “buen gobierno y el pacto fiscal”. Alcanzada la profundidad deseada, giró el taladro haciendo algo parecido a una “peineta” y planteó el derecho a decidir. Luego inyectó agua y casi pierde las elecciones, y ahora, desesperado y tratando de minimizar la previsible derrota por el crecimiento de una izquierda asilvestrada, se ha inventado un material apuntalante -la lista de políticos sin políticos- para tratar de llegar a la bolsa que dicen que encierra el gas o el petróleo (la independencia) y que, según Más, salvará a Cataluña de todos sus males y de sus muchos enemigos.

Fracking puro que muchos combaten, científicamente, porque se necesita demasiada cantidad de agua que, además, se contamina y acaba en los acuíferos. Y políticamente, porque esa fractura, pase lo que pase, puede dejar un daño irremediable. Si pierde, Más se irá a su casa y los catalanes habrán perdido muchos años, mucho dinero, mucho esfuerzo inútil y se quedarán con una profunda fractura social, causada por el fracking político. En el mejor de los casos, incluso si gana la batalla, no podrá impedir una Cataluña dividida en dos mitades. Este es un juego de tahúres con las cartas marcadas, de listos que quieren colar goles en fuera de juego, de legalidades a medida y de falta de diálogo.

¿Qué mayoría hace falta para que se declare unilateralmente la independencia? ¿Es igual un 40 que un 50,5 por ciento? ¿Es suficiente la mitad más uno para decidir por todos? No contesta nadie. Las últimas encuestas señalan que los Partidarios de la independencia siguen bajando y no representan más del 42,9 por ciento. ¿Impondrán su voluntad a la del resto? Estamos a 67 días de que los catalanes digan lo que quieren. No es el Estado ni Artur Más quienes van a decidir. Lo harán los ciudadanos, libremente.

Y tendrán mucha responsabilidad los empresarios –grandes, medianos y pequeños- que se juegan mucho más que una victoria. Van a concurrir al menos siete fuerzas políticas: la lista de Más, la de Iglesias y acólitos, Ciudadanos, Unió Democrática, el PSC, la CUP y el PP. Puede salir un Parlamento aún más dividido que el actual. Hacen falta grandes líderes para sacar a Cataluña y España de este atolladero. Pero por mucho que miremos no se ven en ninguna de las orillas.

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