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Maná tomó Madrid
(Foto: EFE)

Maná tomó Madrid

> Por José-Miguel Vila

martes 08 de septiembre de 2015, 14:48h

Maná, la legendaria banda mexicana de pop y rock, ha ofrecido el viernes y sábado pasados en Madrid los dos conciertos consecutivos programados dentro de su gira 'Cama incendiada' (el nombre lo da el título de su undécimo álbum), que les ha llevado ya a presentarlo en Tenerife, A Coruña, Benidorm, Málaga y con visitas pendientes a Barcelona y Bilbao, que es donde cerrarán la gira española.

En el BarclayCard Center, antiguo Palacio de los Deportes de la capital, el llenazo ha sido absoluto en las dos fechas y el éxito y la diversión han inundado a raudales el templo madrileño de los grandes conciertos de pop y rock de los últimos años. Su gira española sucede a la llevada a cabo por la banda en Estados Unidos y precede a la que ya tiene programada por América Latina para este próximo otoño.

Un técnico de sonido se santigua detrás de la mesa de mezclas. Todo parece estar dispuesto para iniciar la liturgia. Pasan unos minutos de las 9:30 y en el telón del escenario figura sobreimpresionada una cama que, al incendiarse, deja caer el telón y comienza la fiesta.

Tres pantallas gigantes de alta definición recogen el mar de luces de todos los colores que inundan el escenario -dominan el rojo y el azul en los temas calientes, y el amarillo, el verde y el naranja en los más festivos-, envueltos en llamaradas de fuego y sensación térmica real. Es solo la parte visible de las más de 80 toneladas de material que el grupo mexicano desplaza para todos sus conciertos de esta gira.

Corazón abierto de América latina

Banderas y pancartas de México, Venezuela y distintas ciudades españolas inundan el centro de la pista, al pie del escenario principal y de un segundo escenario en forma de cama que, más tarde, también utilizará la banda para dar parte de su concierto.

Sobre el escenario, Maná. El público delira… Aparecen Fernando Olvera, ‘Fher’ (voz, armónica y guitarra); Alejandro González, ‘Alex ’ (batería, voz y coros); Sergio Vallín (guitarra eléctrica y coros); Juan Calleros, ‘Juanito’, (guitarra acústica); el sevillano Juan Carlos Toribio (teclados); Héctor Quintana (coros, percusión y voces) y Fernando Vallín (guitarra y segundas voces). “Estamos aquí en Madrid. Todo este desmadre hará temblar la ciudad favorita de todos los forasteros. Esta noche nadie va a dormir... Sois de puta madre”, comienza diciendo Fher, el cantante de Maná, que irá presentando todas y cada una de las 19 canciones que el grupo va a ir interpretando e invitando, cada dos por tres, a que el público las coree también con ellos. Entre los asistentes (se ven muchas calvas entre los treinta, cuarenta y cincuentañeros que pueblan la sala), los saltos, el movimiento de caderas, las manos levantadas agitándose al viento, no cesan en ningún momento. Para ir abriendo boca, Maná abre con ‘La prisión’, el single de su último disco, el que da nombre a la gira, y lo cierra con ‘Oye mi amor’.

Entre la una y la otra rock, reggae, salsa, funk, rythm and blues y pop se funden, se confunden, se expanden y se encogen ante los atónitos y agradecidos oídos del público de Maná. Encadenados, sin solución de continuidad, que Fher ilustra con algún que otro comentario previo o posterior, se encadenan ‘Mi verdad’, ‘Adicto a tu amor’ y otro de sus grandes éxitos ‘Lluvia al corazón’.

El público está entregado desde que suena el primer acorde. Pero con ‘Corazón espinado’ -suena a Carlos Santana- roza el éxtasis en un mano a mano entre la guitarra de Sergio Vallín y la batería de Alejandro González. La veneración por Alex (el baterista estuvo inmenso durante toda la actuación, especialmente, en un solo antológico) y los efectos especiales de las bocanadas de fuego que salen de los pebeteros situados en el escenario deja boquiabiertos a propios y extraños.

El concierto continúa con ‘Eres mi religión’ (Fher, el cantante, toca también la guitarra); continúa con ‘Cuando los ángeles lloran’, dedicada a Chico Mendes, en la que Olvera da rienda suelta a su liderazgo que ronda lo político: “debemos conectarnos con nuestra madre Tierra, porque si no lo hacemos no sobreviviremos...". “Es ridículo escuchar salvar la Tierra; no hay que salvarla sino respetarla. A ver si por un día cambiamos esta tendencia destructora”.

Las canciones siguen animando, excitando, evocando, transportando… ‘Clavado en un bar’ (“qué bonito canta Madrid; los más borrachos, los más fiesteros, los más mujeriegos,...)”, dice Fher); luego suena ‘Me vale’ en la voz de Alex, el baterista,: “hay que apoyar la música y a los músicos locales” y sube al escenario Stefan Brenan, que ganó un concurso de los 40 principales, y toca la guitarra con el grupo. Las proyecciones en la parte trasera de máscaras de calaveras de distintos colores y de velas encendidas crean de nuevo un ambiente especial.

En el muelle de san Blas’ y la famosa ranchera mexicana de A. Jiménez, ‘Con dinero y sin dinero’, son el colofón de la primera parte del concierto. Fher y el guitarra Sergio Vallín van a la cama que hay situada frente al escenario principal y más cerca del público. Mientras, el baterista toca otra canción. Al finalizar, regala las baquetas y el público se lo come. A cada gong que da en los platillos y bombos, sale un fogonazo de fuego...

Ya en la cama, solo Fher y Sergio, hacen un 'palomazo' (serenata) y suenan trocitos de canciones: ‘Donde juegan los niños’, ‘Cachito de corazón’, escrito en Puerto Vallarla, y con la armónica de Fher; y otras canciones que pueden escucharse desde siempre en las campiñas mejicanas. El guitarra está sentado en un taburete giratorio, con lo cual el público del Palacio lo está viendo desde cada rincón. Momentos después, suben a la cama el baterista y el otro guitarra, Juanito, y suena ‘Mariposa traicionera’, sobre la infidelidad (invitan a subir a la cama a 2 chicas -una boliviana, América, y otra española, Candi, madrileña, de Hortaleza-). Y esta segunda parte se cierra con ‘Bendita tu luz’, que Fher dedica a la memoria de su madre, viuda desde los 32, cuando el cantante tenía solo 7 años.

Otra vez de vuelta al escenario, atravesando un pasillo que, espontáneamente, le hace el público a los cuatro componentes de Maná, que van chocando palmas con los que están a su lado, y regalando más baquetas… Suena ‘Oye mi amor’, la última canción; Fher saca una bandera de Venezuela y declara: "Maná es un grupo latinoamericano, iberoamericano. Nos preocupa y nos encona mucho la situación de los dictadores en ese país... En México tenemos también un gobierno pésimo... Y aquí en España no falta tampoco la corrupción". Maná se retira en loor de multitudes y vuelve de nuevo al escenario para hacer dos bises: ‘Labios compartidos’, y, mientras suena la canción, se descuelgan en la parte trasera del escenario 5 cruces unidas de las que salen haces de luces, y ‘Clavado en un bar’. Como dice Fher: "nos está exprimiendo hasta la última gota". Así fue, y el público, mientras los artistas se despedían de Madrid y sobre el escenario caía un sinfín de confetis de colores que lo hacían espectacular, premió a los artistas iberoamericanos con un larguísimo aplauso y con la satisfacción de anotar en su haber uno de los conciertos más vibrantes de la banda.

¡Gracias Maná! ¡Hasta pronto!

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