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Escaños, Engaños y Votos

lunes 28 de septiembre de 2015, 13:03h
Ya han acabado (por fin) las elecciones catalanas. Han acabado los 15 días donde sólo existía un tema de conversación: Independencia. ¿Preguntabas por Corrupción? Te contestaban Independencia. ¿Preguntabas por Educación? Te contestaban Independencia. ¿Preguntabas por Desahucios? Te contestaban independencia. Y es que la derecha ha sabido jugar a las elecciones muy bien.
Hemos vivido una campaña electoral donde las derechas de uno y otro lado se han dedicado a poner sus banderas por encima de la otra. Artur Mas sabe que nunca ganaría unas elecciones si se hablaba del 3%, del caso Palau, y de los casos de violencia policial extrema durante los gobiernos de Convergencia. Y al PP le gustó el envite, y puso al candidato más xenófobo y racista que ha tenido el PP en la historia de Catalunya.
Y mientras tanto, su filial Ciudadanos se dedicaba a recoger el voto liberal modernete que nunca votaría a un candidato racista, pero que le gusta mucho los impuestos ínfimos a empresas, el despido libre y los copagos en servicios públicos. Una derecha perfectamente organizada. Eso es lo que ha habido en Catalunya.
Me provocaba mucha gracia cuando Mas hablaba de que algunos querían que llegara la españa oscura de Aznar, cuando precisamente Aznar fue presidente del gobierno gracias a CiU. Pero de eso ya, nadie se acordaba. Preferían guerrear con las banderas que hablar de la realidad, porque la realidad era mucho menos beneficiosa para ellos.
Mientras tanto, la socialdemocracia ha decidido echarse a los brazos de sus otros amos en la equidistancia, y rendirse a los intereses nacionalistas de los dominantes por encima de defender los problemas reales de la gente. Así hemos visto a ERC (aunque no la hayamos visto mucho) siendo el Sancho Panza ideal para los intereses de CIU, y al moribundo PSC defendiendo posturas españolistas pero de "tercera vía" a lo Blair, para intentar sobrevivir hasta las próximas elecciones.
Los grandes perdedores (porque siempre los hay) han sido las capas más humildes de la sociedad, la clase trabajadora ha preferido jugar al catalan-español como si fuera un Madrid-Barça, antes que luchar por lo que les afecta día a día: Desahucios, falta de trabajo, no poder pagar la luz, sanidad pésima, transporte público cada vez más caro, y en definitiva, una vida en condiciones cada vez más precarias. Y de eso, sólo ha hablado Catalunya Sí Que Es Pot. Sin embargo, no ha tenido con quien debatir, ni con unos candidatos que estaban al Madrid-Barça, ni con una sociedad que ha decidido entrar al juego del corazón y desatender al debate de la razón.
La autodeterminación de Catalunya llegará, a mi no me cabe duda, pero de nada servirá una nueva estructura del estado que reconozca las identidades nacionales (que yo he vivido en primera persona viajando este verano por toda Euskal Herria) si no somos capaces de construir un estado social, donde independientemente de qué nacion seas, puedas tener lo suficiente para vivir con dignidad.
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