El Presidente de la República, Rafael Correa, destacó la trascendencia del pensamiento y la obra del líder de la transformación de 1895, el general Eloy Alfaro, durante su discurso en la ceremonia de traslado de las cenizas del General al mausoleo en Montecristi.
El Presidente señaló que su Gobierno sigue los pasos y huellas de soberanía, independencia y patriotismo del Viejo Eloy. “Son pruebas fehacientes de la perennidad de la vigencia del ideario de Alfaro. Por eso este día en que sus restos regresan a la tierra en que nació, tiene relevancia histórica”, sostuvo.
De igual manera indicó que este acto no era una expresión de necrolatría “sino de un tributo a la memoria del revolucionario, a la obra fecunda del estadista, el homenaje al ser humano generoso, transparente y honesto que jamás repelió las montañas de odio que se acumularon contra él”.
"Este acto representa el reconocimiento al más grande de todos los ecuatorianos cuyos restos descansarán en la ciudad que lleva su nombre y que se convierte en el memorial de la vida, obra y heredad del General", explicó el Jefe del Estado.
“No debemos olvidar en esta hora de esperanza, lo sucedido aquel 28 de enero de 1912, cuando poderes colusorios e invisibles expresados por títeres y portavoces de intereses se aliaron para ser parte de una masacre premeditada y tramada por el poder de la oligarquía".
Asimismo, el Presidente recordó que la muerte de Alfaro y sus tenientes no fue fruto de un fanatismo sectario “como cierta historia oficial ha pretendido. El asesinato fue consecuencia de una confabulación”.
“La obra de Alfaro debe continuar y profundizarse. Continuar su obra significa defender la autodeterminación de los pueblos y propugnar la unidad e integración de los pueblos. Es actuar con la mayor honestidad en el manejo de los fondos públicos, es gobernar para todos, con especial énfasis en los derechos de los sectores más vulnerables”, dijo.
Recordó que José Peralta en su obra “Alfaro y sus victimarios” acuñó frases lapidarias a quienes hicieron las páginas más nefastas de la historia republicana sobre el asesinato del general Alfaro y responsabilizó a quienes actuaron motivados por la ingratitud y la inmoralidad política, las tendencias anarquistas más acentuadas y el maquiavelismo más execrable de la traición y la perfidia.
La reverencia del pueblo ecuatoriano al Viejo Luchador “es quizás, la mayor expresión del repudio de este hecho execrable, el amor de los manabitas a la mayor figura de nuestra historia republicana", dijo finalmente el Presidente Correa, al tiempo de señalar que esa página oscura ha sido juzgada por la historia
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