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Fascistas expuestos en la Delegación española de la ONU

viernes 09 de octubre de 2015, 09:45h
Fue en septiembre de 1994 cuando viajé por primera vez a la sede de Naciones Unidas en Nueva York con una delegación del Congreso. Trabajábamos en un ponencia que trataba de plantear una reforma de la ONU, vetos incluidos. Y se aprobó un buen trabajo que fue directamente a Cestona de los Papeles como asi nos lo hubiera definido Don Manuel de Irujo.

En dicho viaje, además de ir al restaurant de Maritxu, me fijé como en la sede de la delegación española estaban expuestos las fotografías de todos los embajadores que por alli habían pasado, entre ellos los franquistas Lequerica, Aznar y Piniés.

Como aquello me pareció un contrasentido democrático pues Aguirre, Irala, Galindez y Manu Sota con los republicanos Giral y Fernando de los Ríos habían tratado en 1946 que, tras la guerra mundial, Franco no fuera admitido en aquel selecto club democrático y el dictador había reaccionado con manifestaciones en la Plaza de Oriente con aquellas pancartas de “Si vosotros teneis ONU ,nosotros tenemos Dos”, ”No os necesitamos, iros a la mierda”, ”¡Viva Franco, Arriba España”…..y cosas asi me empleé a fondo para que aquellos tres siniestros personajes no decoraran aquellla sala.

Pero el PSOE no estaba por la labor y, la segunda vez que fui a Nueva York, allí estaban los tres juntitos. Uno con la medalla de la Cruz de Hierro que se la habían puesto en ceremonia solemne en el Vichy nazi, el otro con su cara de camaleón y el tercero con su bigotito recortado de los fachas de toda la vida.

El embajador, Juan Antonio Yañez Barnuevo había sido asesor de Felipe González en La Moncloa y era hombre razonable al que volví a exponerle que aquellos tres sinverguenzas no debían ornar pared alguna. Sonrió, pero algo le quedó. Un día en Madrid me cogió en un aparte y me dijo. ”Iñaki, hemos pintado la sala y sorpresivamente al volver a colocar los retratos de los embajadores, no se por que, tus amigos ya no están en la pared”. Y se frotó las manos. ”Bueno, pensé, la política sigue siendo el de ir venciendo resistencias”.

El pasado mes de septiembre, aprovechando que España preside el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hemos vuelto a estar en Nueva York y mi primer gran cabreo fue el de ver a los tres representantes de la dictadura de nuevo presidiendo la sala. Ni ley de la Memoria, ni chanfainas. Servidores del estado riéndose a mandíbula batiente.

Esta vivencia se la conté a Urko Aiartza, senador de Amaiur, miembro de la Comisión de Exteriores y al que le gusta la historia. Pero nadie del PSOE se alteró por estas “batallitas” que tienen una indudable carga antidemocrática.

Pero no nos quedamos en esto. Aiartza y yo nos interesamos por la situación del pueblo saharaui. Y sacamos la conclusión de que al pueblo Saharaui no le queda más que continuar en su heroica labor sin esperar nada del Estado español que primero lo invadió y colonizó y luego lo abandonó a su suerte en manos de un nuevo ocupante en 1975.

Esta conclusión la sacamos tras reunirnos con representantes de Naciones Unidas, así como con embajadores acreditados ante las mismas .

Cosas del azar, esta Presidencia se produce durante el 40 aniversario de los vergonzosos acuerdos llamados de Madrid, donde el Estado español procedió a abandonar a su suerte ante Marruecos a la otrora provincia del Sáhara Occidental, Colonia del Reino. Ciertamente, durante estos 40 años, el que es de iure todavía la potencia administradora del territorio saharaui conforme a la legalidad internacional, España, no ha hecho más que dejación absoluta de sus deberes morales e internacionales, fuese cual fuese el partido en el Gobierno, con lo que albergábamos alguna esperanza de que ante la notoriedad de la situación (presidiendo el Consejo cuando se cumplen 40 años de la traición y de aquella nefasta Marcha Verde ) alguna actuación cabría esperar durante estos meses.

Debemos decir que la decepción no podía ser mayor. El vicesecretario general de Naciones Unidas y jefe del Departamento de Asuntos Políticos, Mr. Jeffrey Feltman, nos manifestó claramente que la situación se encuentra totalmente bloqueada ante NNUU. Si bien la ONU y su enviado especial, así como el propio secretario general, Ban Ki-Moon, han tratado de promover la negociación entre las partes, Marruecos únicamente desea hablar sobre su plan de autonomía. Obviamente, el Frente Polisario se niega a tratar solo sobre ello y recuerda, con tino, que la misión de las Naciones Unidas para el Sáhara, Minurso, tiene una R relativa a referéndum y que el proceso saharaui es un proceso de descolonización. El representante de la ONU claramente nos manifestó que mientras los estados no fuercen en cambiar la situación, el proceso está bloqueado y poco puede hacer el organismo.

¿Y qué responden los representantes de los estados? El embajador ante NNUU del Reino de España fue bastante claro. Francia, como aliado de Marruecos, no va a hacer nada para que el tema del Sáhara esté en la agenda del Consejo en este 40 aniversario, y tampoco los Estados Unidos. La pregunta clave, sin embargo, no se responde (o más bien sí lo hace) con la falacia de que no se puede hacer nada ante el posible veto de Francia a cualquier iniciativa siquiera referida a los derechos humanos. Y es que la pregunta clave es qué piensa hacer el Estado español en este mes de octubre que está presidiendo el Consejo de Seguridad con respecto al Sáhara. Y la respuesta es que el Estado español no piensa hacer nada de nada durante su presidencia del Consejo. Ninguna iniciativa respecto al Sáhara en su cronograma. Nada. Hablarán de Libia, de Siria, de Afganistán, de la Resolución sobre la participación de las mujeres en la resolución de los conflictos… pero ni una palabra sobre los 40 años de ocupación ilegal marroquí en el Sáhara. España no desea molestar a su amigo marroquí, ni a su amigo francés. Las referencias sobre los Estados Unidos no creemos que sean ciertas. Hay un cambio de actitud y posición por parte de la Administración estadounidense en este tema, aunque sea tenue. Una actitud diferente por parte del Estado español podría incidir más en esos cambios, pero claro, ya sabemos que últimamente al Ministerio del Sr. Margallo únicamente le preocupa obtener declaraciones vacías de apoyo a la unidad de España, y conseguir eso pesa más en la balanza, por ejemplo, del acuerdo militar sobre el uso de la base de Morón que la cuestión saharaui.

De hecho lo único que dijo Margallo en su engolado discurso de la semana pasada ante el pleno de la Asamblea General es que hay que preservar la unidad de los estados. “El edificio que a todos nos cobija se sustenta en principios como el respeto a la soberanía y a la integridad territorial de los Estados”Y se quedó tan ancho.Chavez hubiera dicho que por alli pasó el diablo.Y con razón.

Lo más rocambolesco del asunto viene cuando a nuestra pregunta de si lo único que vale para que el Consejo de Seguridad trate el tema es una situación de violencia que altere la tan cacareada paz y seguridad, no se nos responde que no. Es decir, si hubiera en este momento violencia en el Sahara o en Marruecos, este asunto estaría en la agenda del Consejo de Seguridad. ¿No es desolador?.

Pero ¿cómo pedir a los demás estados del Consejo que trabajen por la cuestión saharaui si el mayor responsable histórico del tema y presidente del Consejo se hace el Poncio Pilatos? Por suerte, hay otras voces que claman en este desierto. El mismo día que el embajador español señalaba que no se podía hacer nada (o, mejor dicho, que no quieren hacer nada), el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, manifestaba antes de partir a NNUU que es hora de que se ponga fecha al referéndum del Sáhara y conminaba al Consejo a tratar las violaciones de Derechos Humanos y la explotación ilegal de los recursos naturales en los territorios ocupados. Y es que ya son años que los saharauis, como nosotros los vascos o los catalanes, se dieron cuenta de que no hay nada que hacer con los principales partidos del Estado español. Esperar algo de ellos es condenarse al fuego eterno.

Al pueblo saharaui no le queda más que continuar en su heroica labor sin esperar nada de aquel Estado que primero lo invadió y colonizó y luego lo abandonó a su suerte en manos de un nuevo ocupante. Tampoco ahora cuando presida el Consejo de Seguridad. Lo hace España, que tiene en su oficina como personalidades dignas de elogio a tres fascistas. Y aquí no pasa nada.

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