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Celedonio Perellón, In Memoriam

domingo 11 de octubre de 2015, 13:15h
Recibí la noticia de la muerte de Perellón, compañero de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, cobijando una pena más en mi corazón. A medida que va uno cumpliendo años se va encontrando más solo en esta vida.
Uno, que va acumulando pérdidas de los familiares más queridos, hace de vez en cuando recuento de los amigos que le quedan y cada vez cuenta con menos. Celedonio Perellón y yo nos veíamos con frecuencia en los que yo llamo sus mejores años. Acudí invitado por él a su primera exposición en Madrid en la Sala Estudio a finales de la década de los sesenta. Fue por entonces cuando me regaló una preciosa acuarela que él tituló “La elección”, cuando me hicieron concejal del ayuntamiento de Toledo por el tercio sindical. Por algún rincón de aquí o de Madrid habrá un esmalte mío.
Y en sus frecuentes venidas a su casa toledana siempre teníamos algún rato el uno para el otro. Creo que nos hicimos un hueco en nuestros respectivos corazones que hacía que nos diéramos un fortísimo abrazo en nuestros encuentros. No hay espacio aquí para enumerar la ingente cantidad de galardones que logró con su trabajo de artista; Sólo recordaré su Premio Lazarillo de Ilustración, de literatura infantil en 1963, a lo que hay que añadir más de una docena de premios importantes a sus ilustraciones de libros de los que quiero destacar los del “Decameron de Boccaccio”, Primer Premio a la obra mejor editada en 2005, o “Mundo, demonio y carne” de Luis Alberto de Cuenca en 2007.
Para mí fue siempre un honor ser amigo del que yo consideré el mejor dibujante ilustrador y grabador del siglo XX. Y cuando se decidió por el óleo, el mejor pintor creador del mundo onírico de cuerpos femeninos. Según el prestigioso crítico de arte Mario Antolín Paz, Perellón estaba entre los cinco mejores maestros ilustradores del mundo. Fue uno de los iniciadores del arte erótico en España, y para mí, el que más finamente trató este género en su obra. Era cinco años mayor que yo, pero con su inteligente gracejo siempre decía que sólo se notaba en la barba blanca y en su escasa cabellera, no en el corazón.
Su pérdida deja un irreparable hueco en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de nuestra ciudad. Descansa en paz, querido amigo, volveremos a encontrarnos todos en el rincón de las estrellas dedicado al Arte; y nos beberemos juntos el néctar de las nubes rojas que forma el crepúsculo toledano en los atardeceres.
Félix del Valle y Díaz
Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo
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