Además de cuadrar las cuentas, Rajoy defendió su gestión del desafío soberanista catalán, “que no tiene más fundamento que la deslealtad del gobierno de la Generalitat hacia la Constitución”. El presidente confirmó que el programa electoral del PP no incluirá la reforma constitucional que demanda la oposición –y algún sector de su propio partido- : “No hay consenso suficiente”, sentenció. Una vez más, el presidente del Gobierno ha asegurado que tiene previstos los mecanismos necesarios para reaccionar en caso de que el Parlamento catalán apruebe una declaración de independencia, pero ha confiado en que eso no se produzca. Por supuesto, no ha concretado a que "mecanismos" se refiere. "Los tengo previstos porque es mi obligación como presidente del Gobierno, pero en cualquier caso espero que no tengamos que tomar ninguna decisión de esas". En clave interna, Rajoy descartó cualquier duda sobre su candidatura al frente de las listas electorales del PP, porque cree que es el mejor para afrontar el desafío: “Si no lo creyera, no me presentaría”, respondió secamente a la pregunta.Sobre los pactos post electorales que se prevén en un parlamento mucho más fragmentado que el actual, el jefe del Ejecutivo insistió una vez más en que debe gobernar la lista más votada y en que lo está pasando en algunas ciudades y gobiernos autonómicos españoles, como Madrid, Zaragoza o Valencia, y ahora también en Portugal, “no le gusta”. De paso, Rajoy lanzó una indirecta al partido de Albert Rivera al advertir a sus votantes que quizá su papeleta termine donde no querían, en referencia a los rumores de un posible pacto entre Ciudadanos y el PSOE para desplazar al PP –que será la fuerza más votada según todas las encuestas-. “Y fíjese –respondió a un periodista- que hace sólo un año IU era la tercera fuerza política y UPyD cuarta. Y alguna otra decía hace pocos meses que era la primera”, en referencia a Podemos. "Mi posición es la de siempre. Debe gobernar el que tenga más apoyo ciudadano y la gente debe reflexionar qué hace con su voto porque a lo mejor le dan un uso distinto de aquel para el cual fueron votadas algunas fuerzas", sentenció el presidente. Asimismo fue tajante sobre la posibilidad de que el precio de un posible pacto de gobierno sea su “cabeza”, como le preguntaron en la rueda de prensa, y despachó la cuestión con su socarrón sentido del humor: “Pretendo seguir vivo una larga temporada y que usted lo vea. Mi cabeza está bien situada y no pienso dejar que nadie la cambie de sitio". Lo que quedó claro es que a Rajoy no le gusta hablar de pactos y menos aún de Ciudadanos; como ocurrió con Bárcenas, no pronunciará el nombre de Albert Rivera hasta que no quede más remedio. Preguntado por este detalle, el presidente recurrió a uno de sus alambicados juegos de palabras y puso fin a una rueda de prensa que empezaba a complicarse. "Entrar ahora en cómo hay que gobernar, a mí no me gusta. Gobernaremos como digan los ciudadanos”. En su intervención, Rajoy también se ha referido a los casos de corrupción, "plenamente consciente del daño y descrédito" que han causado a la imagen de la política entre los ciudadanos, pero ha destacado que "jamás se ha actuado con mayor autonomía y libertad" por parte de las Fuerzas de Seguridad, la Fiscalía y los tribunales. Igualmente, ha afirmado que "jamás" se ha aprobado en España una batería de reformas legales tan amplía para prevenir y castigar la corrupción, y ha citado como ejemplo la oficina de gestión de los bienes procedentes de actividades delictivas que persigue que se haga "realidad" que los corruptos "devuelvan lo robado" que se inauguró el pasado viernes.
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