Nunca hubo un nombre mejor puesto. Nunca. 'El Templo de la Música'. De la más variada música independiente en todos los géneros, predominando la canción de autor, el folk y el rock, pero sin olvidar el jazz ni el blues ni muchos otros estilos. Siempre con un denominador común: la calidad. Ya ahora, sus dos heroicos mandamases, que tanto han hecho por la cultura en general y la música en particular, están de enhorabuena en el 30 aniversario de 'su' benditamente laica creación. Pongamos que se habla/escribe de Ángel Viejo, Germán Pérez y, claro, 'su' y 'nuestra' sala Galileo Galilei.
Como es lógico, estos dos paladines se han volcado con una progrmación muy especial durante este mes de noviembre a base de algunos de los nombres históricos que han brillado sobre su escenario, a partir de la especialñisima fiesta del lunes 2 de noviembre. Gente como Pedro Guerra, Luar Na Lubre, Los Secretos, Albert Pla, Luis Ramiro, Carlos Chaouen, Ismael Serrano, Alba Molina, Rulo e Ilustres Ignorantes, además de Juan Tamariz y Faemino y Cansado, entre muchos artistas más que han considerado también 'su' casa a esta mítica sala a lo largo de tres décadas.
Y hablando/escribiendo de mitos la fiesta de inauguración de este mes de celebración la protagonizará otro míto: el polifacético Alain Pérez y su orquesta, que será presentado por Juanjo de la Iglesia. Y, quién mejor que este 'dúo dinámico' en plena forma que son Ángel y Germán, Germán y Ángel (tanto monta), para que sean ellos los que nos cuenten sus sentimientos y su felicidad en el siguente texto.
Lo cuentan sus responsables
"Una historia grande por la grandeza de la música. Y aunque 30 años no es nada. Sí, sí 30, desde que abriera sus puertas por primera vez el Galileo un veinticinco de octubre, en el 85 de mil novecientos. Espacio ubicado en la calle Galileo, rodeado de ilustres epónimos -Cea Bermúdez, Vallehermoso, Filipinas– y de acordes musicales, ondas sonoras y, en algunos casos, refugio de artistas sin más patria que sus emociones.
Galileo, amplio hall acrisolado por la pátina del tiempo que le confiere su edad. Esta sala sin diseño con co-razón; todo diseño es una invitación a la obsolescencia, a la obscenidad de lo caduco. Luces y sombras para mezclar el combinado, don de lenguas, manías y Germanías, Galileo al fin y al cabo, un sitio singular que se conjuga en plural. Y, porque el ángel aunque Viejo de patronímico, pero joven de espíritu, aunque ya sea un triario, continúa al frente de su decasterio musical.
Han sido muchas noches de copas, incluso oros, espadas y bastos, porque de todo ha habido en la viña del Señor: tercios de Mahou, ronsito, whiskys y más whiskys, y tintonic -sí, sí, tintonic de vino tinto-. Uno de esos lugares en los que no hace falta cita previa para encontrarte con los tuyos, o sea: la buena música y las mejores pláticas. Recuerdo con profunda nostalgia aquella Tribuna del Jazz que se celebró en este Club con motivo de Madrid Capital Europea de la Cultura. Todos los mejores jazzmen nacionales y un vasto y exquisito elenco internacional.
Escenario y paleta de colores de amplio espectro que ha ofrecido su estrado cada noche al ritual del espectáculo en vivo: música, performance, danza, poesía, monólogos, magia, teatro y otras muchas disciplinas interpretadas por una extensa gavilla de artistas.
Galileo ha llegado al trigésimo aniversario. Gracias a todos vosotros, quienes de una forma o de otra habéis contribuido a sumar esta fecha en su efemérides. Nuestro agradecimiento a los medios de comunicación, amigos y melómanos, a las instituciones relacionadas con esta sala, al personal de la sala y, cómo no, por supuesto a las señoras y señores artistas que cada noche nos han divertido con su espectáculo".
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