Una vez más, las elecciones se llevan por delante al Ministerio de Sanidad, convertido en los últimos años por los sucesivos gobiernos en comodín para acomodar o aparcar sus peones en el juego político. Prácticamente, desde Ana Pastor no ha vuelto a haber un ministro con peso sanitario real, es decir, que supiera realmente lo que tenía entre manos. Estaba claro que Alfonso Alonso tendría un papel destacado en la oferta electoral del PP para el 20D, por lo que su número 1 en la lista de Álava era algo descontado. Para un Departamento acostumbrado a los cambios del titular de la cartera no supone en principio ningún problema para la gestión del día a día; pero esta vez también se marcha el secretario general de Sanidad, Rubén Moreno, la persona que ha llevado verdaderamente las riendas todo este tiempo. Será el tercero en la lista de Valencia.
Alfonso Alonso seguirá en el cargo en funciones, lógicamente volcado en la campaña electoral en tanto es uno de los principales activos del PP. Rubén Moreno, en cambio, ha tenido que dejar su puesto desde hoy mismo, y su sustitución sí que puede paralizar al menos a corto plazo el funcionamiento del Ministerio y obliga a correr el escalafón y ascender a varios cargos eminentemente técnicos para unos pocos meses, tras los cuales serán relevados incluso aunque gobiernen de nuevo los populares.
Tras el desastre de Ana Mato, obligada a salir por la puerta de atrás, ocupó su puesto Alfonso Alonso para agotar una legislatura a la que apenas le quedaba un año. Era más que evidente que al entonces portavoz parlamentario del PP no le gustaba ni un ápice el cargo, pero también es cierto que ha dejado muy buena impresión en su corta etapa al frente de la cartera.
Una buena imagen a la que ha contribuido especialmente Rubén Moreno, al quite en todo momento para tapar los inevitables deslices de su ministro en los temas más complicados de la política sanitaria y farmacéutica. Entender el proceloso mundo del medicamento –la mayor partida de gasto de las arcas públicas- está sólo al alcance de unos cuantos iniciados. Colocado en un puesto con escaño prácticamente asegurado, su hipotético regreso es casi imposible.
Para sustituirlo se ha optado por José Javier Castrodeza, hasta ahora director general de Salud Pública, Calidad e Innovación, profesor y médico, con plaza en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Su puesto lo ocupará una de sus subordinadas, Elena Andradas, subdirectora general de Promoción de la Salud y Epidemiología. Con un currículo impresionante, está considerada una de las mejores especialistas de su área.
Ambos tienen un gran prestigio en el sector, que teme que cuando haya un nuevo gobierno el Ministerio pierda a dos personas de su categoría profesional. Incluso con el PP de nuevo en La Moncloa, la llegada de un nuevo ministro provocará una vez más un baile de cargos, un nuevo equipo en el que seguramente no estarán. Es el triste destino de un Ministerio abocado a un nuevo impass que lo paralizará prácticamente hasta el próximo verano.
Si (
No(
A favor (
En contra (
