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El Barça torea y deja para el arrastre a Benítez ¿y a Florentino?

domingo 22 de noviembre de 2015, 00:00h

Tarde noche torera en ese coso monumental que es el Bernabéu. Más allá de la crónica estricta del festejo, es justo y necesario destacar que hubo símiles taurinos por todas partes. Porque, a pesar de la prohibición de los toros en Cataluña, el equipo de esta comunidad, región, país, nación, estado o lo que sea, toreó con un arte que ni Curro ni Paula habrían igualado a un toro no negro, sino con camisola blanca. Con un Iniesta de director de lidia, un Suárez de estoqueador y un Neymar de puntillero, el Barça le pegó la corrida futbolera al Madrid y salió por la virtual puerta grande del coliseo de Chamartín. Donde, por cierto, para seguir con la semejanza táurica, hubo pañuelos blancos de los aficionados pidiendo las orejas... de Benítez y de Florentino Pérez.

El primero, porque como anticipaba la crítica, demostró ser lo que se suponía: un torero del montón, resultadista y cobarde. Un mediocre que en los momentos claves, cuando sale el toro/toro -léase cuando tiene que lidiar con los equipos grandes/grandes, como el PSG o el Barça- pega el petardo y se lo echan al corral. El mandatario máximo, más preocupado por fichar a estrellas mediáticas que vendan muchas camisetas que por toreros de categoría contrastada, porque tras echar injustamente a Ancelotti -pagándole un buen puñado de millones de euros- y equivocarse con Benítez, sabe que la afición no aguantará un segundo año sin cortar las orejas que son los títulos.

En definitiva que, más allá de la corrida que se pegó el Barça en donde mayor dolor podía provocar a los blancos, sus cuatro estocadas pueden ser el principio del fin del ciclo de Florentino. Quien, aunque también prescinda de 'su' Benítez, ya no tiene parapeto tras el que esconderse, porque el exigente y entendido público del Bernabéu está harto de aburrirse con el equipo, aunque a veces gane a los débiles, aunque casi siempre fracase con los fuertes. Puede discutirse que el Barça sea más que un club, pero lo que es evidente es qe este encuentro del 21-N ha sido más que un fracaso deportivo que deja para el arrastre mulillero a su míster, seguro, y a su presidente, casi seguro. Y olé.

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