Bertín presume de ser claro y espontáneo y nunca ha ocultado que su posición ideológica está en las antípodas de la de Sánchez. Su honestidad es la clave de su éxito; esta vez, sin embargo, ha sido víctima de una especie de síndrome de Estocolmo televisivo en su empeño por mantener una charla de “colegas” con su invitado. Un poco más y le promete su voto como Jorge Javier Vázquez.
Un invitado que puede tener muchas virtudes salvo la de, precisamente, la espontaneidad. Tampoco se trataba de ser como Jesulín de Ubrique, que también se sentó en el sofá de los cojines amarillos, pero a Bertín le fue imposible sacarle algún momento jocoso y eso que lo intentó con denuedo. El problema es que quien se sentaba a su lado era el avatar de Buster Keaton. O, para ser justos, un candidato novato en campaña con mucho miedo a meter la pata y muchos kilómetros ya en el cuerpo.
Para la historia queda al menos la escena de la cocina, con los dos protagonistas intentando hacer un zumo de frutas con un exprimidor “cosa atómica”, según definición de Bertín. Visto el resultado, optaron por tomarse una cerveza “picante”, lo que dio pie a la anécdota de la noche: a Pedro Sánchez le encantaría invitar a una caña a Esperanza Aguirre antes que a cualquier otro dirigente del PP.