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Andalucía como recurso dialéctico

miércoles 09 de diciembre de 2015, 15:30h

No les voy a decir quién ganó el famoso debate del lunes porque, tras aguantar el peñazo de dos horas y pico, llegué a la conclusión de que todos habían perdido. Perdieron los cuatro debatientes una oportunidad de oro para explicarle a los españoles, en un lenguaje claro y diáfano, cuáles son sus propuestas para arreglar una situación que, desde luego, no es idílica, perdimos el tiempo los telespectadores que, visto lo visto, pudimos haberlo empleado en irnos a pasear, a tomar unas cervecitas con los amigos o a montar el belén con los niños. Y volvieron a perder todos los españoles una ocasión de oro para enterarse de una vez por todas que ninguno de los tres candidatos a presidir el país tras las elecciones del próximo día 20 (el cuarto, Mariano Rajoy, fue más listo y se largó a Doñana a pasar la noche entre patos y linces) tiene en su manos fórmulas realistas para acabar con los dos principales problemas que nos atañen en estos momentos y que no son otros que el paro y la cuestión catalana.

Por eso me sentó como un tiro que alguno de los intervinientes, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se sacara de la manga un conejo andaluz a ver si así pescaba algún voto suelto a orillas del Guadalquivir. Lo digo por la alusión que hizo el impresentable de PabloIglesias a las manifestaciones pro Estatuto de Autonomía de Andalucía del 4 de diciembre, de las que se acaban de cumplir ahora 38 años, comparándolas con el referédum que su partido, Podemos, propone en Cataluña para contentar a tirios y troyanos. Aquellas manifestaciones, que costaron un muerto en Málaga, Manuel José García Caparrós, nada tenían que ver con la independencia de Andalucía y en su intervención, Pablo Iglesias lo único que demostró es un absoluto desconocimiento de la reciente historia política de esta tierra, algo que dice muy poco de un profesor de Ciencias Políticas.

Por lo demás, poco que añadir sobre el debate que ya ha sido diseccionado hasta el hartazgo por cientos de colegas mucho más preparados que yo en tertulias de radio y televisión y en artículos de todos los colores. De todas formas si me piden que me moje, les diría que SorayaSáenz de Santamaría, la forzada suplente, supo mantener el tipo ante sus tres comunes enemigos sólo perdiendo algo los nervios en el asuntos de la corrupción, un aprobadillos raspado, 5; que Albert Rivera comenzó nervioso y fue poco a poco ganando aplomo y presencia para acabar también con otro aprobado, otro 5. Los otros dos candidatos a mí me decepcionaron bastante. El del PSOE, Pedro Sánchez porque no dio en ningún momento del debate la impresión de ser esa alternativa seria que su partido tanto predica, un 4 raspado; y Pablo Igleias me pareció más un psiquiatra sudamericano con tanto pedir a sus rivales y a los dos moderadores que no se pusieran nerviosos y a los españoles que sonrieran en su minuto final que un candidato solvente en el que los ciudadanos podamos confiar el gobierno de nuestro país, un 3 y siendo bastante generoso.

Como comentarista político andaluz, eché de menos en todos los aspirantes algunos guiños más directos hacia una comunidad que puede ser clave para las aspiraciones de todos los partidos. Andalucía solo apareció en el debate a la hora de la corrupción. Para unos como el PP porque no consigue conectar con un electorado que se siente bastante lejano de un Mariano Rajoy que, pese a volcarse el inicio de su campaña en esta tierra, no acaba de tener el feeling necesario para arrastrar apoyos en el electorado andaluz; para otros como Ciudadanos porque su inestimable apoyo en Andalucía al Ejecutivo de Susana Díaz puede restarle credibilidad en esa pretendida independencia que vende AlbertRivera y Podemos sigue sin cuajar en provincias que no sean Cádiz o Sevilla. A Pablo Iglesias le queda aún mucho trabajo por hacer en el sur del sur y sus alusiones a la manifestación del 4-D del 77 no son las más idóneas en estos momentos aunque muchas de sus votantes no sepan ni si quiera a qué se refería su candidato.

De momento, los socialistas, siguen teniendo en Andalucía su gran granero de votos y más le valdría a su candidato Pedro Sánchez que lo aprovechara porque como el PSOE no remonte mucho me temo que Andalucíá puede ser en un futuro no muy lejano la tumba de su actual secretario general y el principio de una nueva etapa del socialismo. Solo queda semana y media para la crucial cita del 20.D. O Pedro Sánchez se pone pronto las pilas y despega o alguien en Sevilla se las puede fundir. Y el que avisa no es traidor.

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