Javier Fariñas presenta el lunes en Toledo su libro 'Periodismo de mandarina'

'Periodismo de mandarina' no pretende ser, dice Javier Fariñas, "más que el cuaderno con las anotaciones de un periodista. Nada más. Aquel que espere otra cosa quedará profundamente defraudado".

Son reflexiones que ha acumulado a lo largo de su vida profesional: el trabajo en el Tercer Sector, en la revista Mundo Negro o como profesor en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad San Pablo-CEU, pero también hay una parte relevante de sus inicios en la capital de Castilla-La Mancha, primero en el diario Ya de Toledo y después en RadioTelevisión Diocesana. "Por eso me hace especial ilusión presentarlo allí", explica.

De su paso por Toledo, recuerda aquellos tiempos "en los que no se podían salvar los textos apretando a la vez un par de teclas, en los que la memoria hacía referencia solo a la mente del periodista y no a los gigas de un determinado disco duro. Periodismo menos voraz pero, posiblemente, más auténtico que el actual, volcado en las plataformas, en cómo hacer un tuit, cómo ser más rápido, cómo utilizar las diferentes redes sociales que tenemos a nuestro alcance…, pero olvidándonos, en ocasiones, de lo fundamental, que es contar historias".

El libro es una denuncia sobre como, en la actualidad, las personas empobrecidas "nunca reciben el tratamiento informativo que merecen. Desde los medios de comunicación decidimos pasar página y focalizar nuestro trabajo en los de aquí, en los poderosos, en los que tienen algo que decir".

Autocrítica hacia el periodismo y los periodistas porque, dice, "somos egoístas y excluyentes".

Julián del Olmo, director de Pueblo de Dios, un longevo programa de La 2 de TVE dice de Fariñas que es un "reportero de interiores" que "no suelta las palabras a bote pronto, de oficio, para venderlas al por mayor, sino que prefiere la venta al detalle, después de haberlas pasado por la túrmix del corazón, para darles la impronta de la veracidad y la credibilidad, dos características esenciales para que la ética y la estética de la comunicación homologuen el producto".

"El periodismo de mandarina que ha acuñado Javier es una variedad del periodismo comestible", dice quien cree que "el buen periodismo tiene que ser comestible, como la mandarina, y se tiene que consumir con total garantía, sin temor a que cause indigestión o diarrea, ni suba el colesterol como la comida basura (fast food). Javier hace un periodismo de «degustación» (de master chef) aderezado con una pizca de ironía para que su sabor agridulce deje huella en el paladar del consumidor", añade del Olmo.

Mientras, Fariñas dice conformarse con abrir "un pequeño resquicio para que la realidad de las personas empobrecidas no merezca un bocadillo vacío en nuestro ideario". Si lo consigue, explica, "habré logrado con creces la pretensión inicial y final de esto que ahora comienza".