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'El cínico', de Chevi Muraday, un bellísimo espectáculo que conjuga danza y música en directo
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'El cínico', de Chevi Muraday, un bellísimo espectáculo que conjuga danza y música en directo

miércoles 16 de diciembre de 2015, 19:26h

La figura de Diógenes ha inspirado al coreógrafo Chevi Muraday para su nuevo espectáculo, ‘El cínico’, que se estrenó el pasado día 9 en la sala Margarita Xirgu del Teatro Español, un montaje con el que la sala pequeña del teatro de la plaza de Santa Ana abre sus puertas a la danza. Nunca es tarde si la dicha es buena y el teatro público municipal no ha podido escoger una propuesta más acertada que la de Muraday.

El espectáculo, que el bailarín y coreógrafo gusta calificar de dancierto -danza y música en un solo espectáculo- surge comoconsecuencia lógica de sus dos trabajos anteriores, ‘Cenizas’ y ‘En el desierto’, que compartían la pretensión de entender a sus personajes a través del movimiento. Y otro tanto puede decirse del último que nosotros hemos comentado recientemente en estas mismas páginas electrónicas, ‘Teresa (Ora al alma)’.

Muraday no cuenta aquí la vida de Diógenes de Sínope, filósofo perteneciente a la Escuela Cínica, en la antigua Grecia, aunque sí se ha inspirado en él cuando muestra al espectador a un personaje que poco a poco se va aislando de todo y de todos tras haber padecido una especie de afán imparable por acumular y acumular, la fórmula hipócrita que ha adoptado nuestra sociedad para no encontrarse a sí misma. Diógenes reaccionó al problema con radicalidad: se fue desprendiendo paulatinamente de todas sus posesiones materiales, en el convencimiento de que eran una barrera que le impedía prestar atención a lo verdaderamente importante.

Un montaje cuidadísimo

El cínico’ comienza en un ambiente absolutamente oscuro, con música muy inquietante que provoca una claustrofobia y un desasosiego crecientes en el espectador, solo calmada por la hermosísima voz de Bárbara Bañuelos cuando canta una primera canción, mientras el personaje al que da vida Chevi Muraday busca desesperadamente en su casa, coge notas y las escribe con inquietud extrema. El filósofo danza con un viejo sillón de mil y una maneras imposibles, con movimientos y posturas que parecen irreales. Después de colarse por el agujero de la alacena, aparece en escena con un bolso de viaje lleno de abrigos. Baila con ellos de forma desasosegada y convulsiva. En el tercer acto, danza en torno a una manzana roja, pegada a una mesa… En un momento, Bárbara visita la casa, instante en el que se produce una verdadera explosión de luz. Chevi acaba como al principio, danzando con el sillón y con la música a todo volumen.

Como si todo hubiera sido un sueño, suena el viejo microondas y se toma el café. Entonces, solo entonces, aparece el actor Chevi (hasta ahora solo se había expresado con movimientos corporales, sin decir una sola palabra), abre la destartalada ventana y, bajo la lluvia de la calle, baila. Precioso el momento. Empieza a arrojar todo lo acumulado por la ventana, incluso las notas llenas de palabras y, al fin, puede oírse su voz: “Estamos todos solos... El cuerpo no es pequeño,... No es idiota. El cuerpo pide que no le dejen solo... El mundo maravilloso es una puta mierda.... No se me ocurre otra cosa que encontrar a alguien a quien sujetarme... Me he pasado la vida recolectando las palabras de otros... Ya no sé qué palabras son mías, qué ideas son mías... Mi dolor es mío y de nadie más. Ya no sé vivir sólo...”. Muraday se desnuda entonces de cuerpo y alma, y prosigue diciendo las poéticas palabras que ha escrito Pablo Messiez: “Supongo que el encuentro es el amor… Deseo que el encuentro sea la palabra encarnada, la palabra feliz... Hace falta una palabra nueva para que te toque la piel... Una palabra amoral, impúdica, que nos deje helados, que no nos dé más opción que abrazarnos y que la piel se entienda con la piel”. Y así, el cuerpo, la palabra, la música, la voz se funden para hacer de ‘El cínico’ un montaje exquisito, poético, bellísimo, irrepetible….

La dirección de escena, brillantemente resuelta, es de David Picazo, que también se ha hecho cargo de la iluminación. Esta, junto a la música, juegan un papel determinante en el montaje. La música, por cierto, es en directo y está interpretada por Pablo Martín Jones (percusión y electrónica), Ricardo Miluy (guitarra y voz) y Bárbara Bañuelos (voz) que, además, han compuesto la música del espectáculo junto a Mariano Marín.

La escenografía de Alessio Meloni es de una fuerza impresionante. El escenario está dividido en dos partes bien diferenciadas: en el lado derecho, los músicos, y en la izquierda, la casa medio derruida del Cínico, con un montón de agujeros en las paredes y una vieja claraboya en el techo. El personaje trata de taparlos por todos los medios porque la lluvia cae incesantemente fuera. La casa está llena de trastos viejos, un sucio sillón, una alacena -por la que se colará Chevi, arrastrado por una manta, al final del primer acto-, montones de papeles y cacharros viejos inservibles, y un microondas en idéntico estado donde se calentara el café después de buscarlo compulsivamente por todos los escondrijos de la casa... Completa la decoración un montón de notas colgadas en las paredes, en los marcos de la maltrecha ventana, llenas de palabras...

El vestuario, de Marisa Maggi, es andrajoso y sucio, en el caso del Cínico, que aún parece más por contraste con el de los músicos, vestidos de negro.

Un montaje bellísimo, exquisito, para disfrutar del cual no hace falta ser un entendido en danza, pero que hará las delicias tanto de los aficionados a la cenicienta de las artes escénicas -habrá nuevos adeptos a ella, estoy seguro-, como a los del teatro y los de la música. Y esperamos que esta sea solo la primera, pero no la última vez, que Chevi Muraday conjugue su arte con el de las sugerentes melodías del grupo que lo acompaña en este montaje. Imprescindible, desde luego.

‘El cínico’

Idea Original y Coreografía: Chevi Muraday

Textos: Pablo Messiez

Dirección Escénica: David Picazo

Reparto: Chevi Muraday, (intérprete/bailarín); Bárbara Bañuelos (voz); Ricardo Miluy (Guitarra y voz) y Pablo Martín Jones (Percusión y electrónica)

Producción: LOSDEDAE

Teatro Español de Madrid (Sala Margarita Xirgu)

Hasta el 10 de enero de 2016

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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