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A veces llegan cartas

viernes 18 de diciembre de 2015, 15:46h

Desde que existen los e-mail apenas si me envían cartas. Algunas facturas de la luz, el agua o el gas y algún escaso comunicados de los bancos es todo lo que puebla mi cada día más abandonado y olvidado buzón. Por eso ayer, cuando llegué por la noche a casa, me quedé sorprendido, gratamente sorprendido. El buzón, siempre tan mustio, estaba a rebosar. Por la ranura asomaban una docena de sobres. ¿Serán los Reyes Magos o Papa Noel que se han acordado de mí?, pensé en un arrebato de ilusión que me recordó mi niñez. Fue abrir el buzón y desilusión al canto. Pronto descubrí que quienes me escribían eran los cinco candidatos de los respectivos partidos políticos que compiten el domingo por hacerse con el poder. Unos señores que nunca se habían acordado de mí y que, incauto de mí, uno creía que desconocían mi dirección y los pormenores de mi situación social y económica de la que tanto dicen preocuparse.

Como en mi familias somos tres y el INE (y Hacienda) nos tiene controlados, más de una docena de sobre se agolpaban en el fondo amenazando con colapsarlo. Tras sacar todas las cartas, tenía dos opciones, leer al menos las que venían a mi nombre por aquello de la cortesía, o tirarlas todas a la bolsa de la basura sin abrirlas. Tras recapacitar, decidí abrir los sobres cuyo destinatario era Benito Fernández Pérez. Eran de cuatro partidos, a saber, PP, PSOE, Ciudadanos e Izquierda Unida. Armado de paciencia, y tras tirar todas las papeletas del Congreso y del Senado con sus correspondientes sobre, comencé a leerme lo que querían comunicarme tanto Mariano Rajoy, como Pedro Sánchez, Albert Rivera y Alberto Garzón para tratar de convencerme de que les dé mi apoyo en la jornada del domingo..

Lo primero que me llamó la atención fueron los lemas, los eslóganres que cada partido ha elegido para esta campaña. El PP ha echado mano de la seriedad de su candidato, que lo es tela del telón, y de ahí su “España en serio”. Normal, sobre todo después de que algún “gracioso” le diera por hacer de Rocky con su rostro en Pontevedra en uno de los episodios más penoso de esta campaña. Pedro Sánchez ha tirado por la calle de enmedio y fiel a sus medias tintas y su discurso equívoco, ha optado por no asegurar nada pidiendo solo “Un futuro para la mayoría” sin aclararnos qué futuro es ese que nso promete. En términos más o menos similares, Izquierda Unida-Unidad Popular habla de un voto “Por un nuevo país” sin mojarse demasiado si Garzón quiere un nuevo país más parecido a Rusia o a Cuba o a Suecia. Y los muchachos de Albert Rivera se limitan a pedirnos que votemos a Ciudadanos con ilusión como si hasta ahora siempre lo hubiésemos hecho desilusionados con lo que había. Eso sí, hay que destacar que mientras IU, PP y Ciudadanos la dirigen a un desconocido amigo/a o ciudadano/a, los socialistas la personalizan con un “Estimado Benito”. Todo un detalle que muchos van a tener en cuenta creyendo que Sánchez le ha escrito personalmente a ellos. Esa ha debido ser una idea de Susana Díaz que está en todo.

Con todo lo que de verdad me ha llamado la atención es que Podemos solo ha enviado una carta, no a mí que escribo de política desde hace cuatro décadas ni a mi hijo que tiene treinta años y que es quien por afinidad ideológica y por edad, más posibilidades tendría de compartir su programa de gobierno. No. Una sola carta para toda la familias. La dirección de la carta la encabeza mi mujer con un extraño lema electoral: “Mi abuela decía que nadie se lee este tipo de cartas”. Por lo pronto mi señora cuando la vea se puede agarrar un mosqueo supino al creer que Pablo Iglesias la está calificando como si fuese una anciana mayor con nietos. Y es que eso de recurrir a su abuela, que en paz descanse (eso afirma él) y pedirnos con un toque de masoquismo que me resulta excesivo, que nos leamos los programas de todos los partidos que se presentan me parece una gilipollez bastante supina y propia de las chorradas que defienden estos muchachos. Menos mal que al final de la carta y tras decir que “casi no te voy a pedir el voto”, señala que si no votas a Podemos, no importa “porque al menos le habrías dado una alegría a mi abuela que en paz descanse (sic). Eso, añade, para mí es mucho”. Pues nada, hijo, que tu abuela te aguante si es que tiene la paciencia y las narices de hacerlo.

Total que entramos en lo que se llama The final countdown, como cantaba Europa, el final de la cuenta atrás. Espero que hayan podido meditar su voto y que el domingo ejerza su derecho y su deber de acudir a las urnas para dilucidar lo que posiblemente sea, a partir del lunes, el periodo más crítico de la reciente historia de España. Menos mal que el martes tenemos el sorteo de Navidad y todos, incluído Montoro, estaremos pendientes de los números que canten los niños de San Ildefonso olvidándonos por una horas de los pactos posteletorales. Después, cuando entre el nuevo año bisiesto, vendrá el llanto y el crujir de dientes.

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