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Adiós a 2015, un año atípico y extraordinario

lunes 28 de diciembre de 2015, 10:15h
Ante todo no quisiera inducirles a error. Eso de que 2015 ha sido un año atípico no hace falta explicarlo demasiado porque, y a los hechos me remito, estamos aguantando pamplinas políticas hasta en plenas fiestas navideñas, algo de lo que hasta ahora siempre nos habíamos librado. En cuanto a lo de extraordinario quiero que interpreten en la palabra en su más estricto sentido, es decir, no como magnífico sino como fuera de lo habitual. En ambas cosas este 2015 que está dando sus últimas boqueadas ha sido eso, un año atípico donde los haya y bastante extraordinario si nos atenemos a los acontecimientos `políticos que van a marcar el futuro de España.

Paseando el otro día, antes de Nochebuena, por el Parque de María Luisa quedé sorprendido por el intenso aroma a azahar que perfumaba parte del entorno. Algunos naranjos, cargados aún de fruta, se veían blanqueados por las flores que son el símbolo de la primavera sevillana. No es la primera vez que he contemplado como se adelantaba una estación, pero he de reconocer que sí es la primera ocasión en la que ese adelanto se produce con tantos meses de anticipación. Aquí era a veces normal que a finales de enero, si no había hecho mucho frío, aparecieran las primeras flores de azahar, pero que los naranjos florezcan a mediados de diciembre, casi tres meses antes de lo habitual, es un hecho atípico y, desde luego, bastante extraordinario. Como ya anunciaba aquel conocido refrán, en el 2015, Navidad cayó en agosto

Pero la naturaleza es sabia y, con estos calores inhabituales y la falta de lluvias, parece estar avisándonos anticipadamente de que algo no va bien. De que se están trastocando muchas cosas y no solo por el llamado cambio climático. Quizás se haya dado cuenta de a que estamos montando los españoles y quiera avisarnos a tiempo para que arreglemos el númerito que formamos en las elecciones del pasado 20 de diciembre. Sevilla oliendo a azahar con los belenes montados y con la Cabalgata de los Reyes Magos por pasando por la Macarena es algo tan extraño como la nevada que vistió de blanco la Catedral en 1954, hace ahora algo más de sesenta años. Si se trata de un aviso divino, lo deberíamos tener en cuenta por lo que pudiera suceder. Aunque la mayoría no creamos en ese tipo de anuncios proféticos.

Y es que si la meteorología está dándonos sorpresas, el panorama político al que nos enfrentamos en este final de año no le va a la zaga. Con un Pedro Sánchez haciendo de visir Iznoguz, ya saben, “quiero ser califa en lugar del califa”, y con un Pablo Iglesias dejándose querer como si hubiese barrido en las urnas el 20-D, la cosa no pinta ni medianamente bien a no ser que la presidenta de la Junta de Andalucía tome cuanto antes cartas en el asunto y ponga órden en un partido al que su actual líder está colocando al borde del abismo y en brazos de Podemos. Y no les hablo ya del asunto catalán porque eso daría para otro capítulo aparte.

Si les digo la verdad, he de confesarles que tenía mejor opinión del líder socialista. No es que pensara que Sánchez era un estadista extraordinario, pero, al menos, pensaba que se trataba de un joven político con futuro, imagen, cabeza fría y moderación, que podría hacernos olvidar al nefasto Zapatero. Y nos ha engañado a muchos, vaya si nos ha engañado. La cruda realidad está destrozándome esa imagen ideal a pasos agigantados. A estas alturas de la película, Sánchez parece aún más inútil que Zapatero y bastante más ambicioso, trepa y egoísta que su antecesor en el cargo. Una hipotética unión entre los dos apóstoles de la nueva izquierda, Pedro y Pablo, Sánchez e Iglesias, podría llevar al país al caos en un abrir y cerrar de ojos.

Y si a Rick y a Ilsa en la Casablanca de Michael Curtiz siempre les quedaría París, a los españoles en este final de 2015 siempre nos quedará Susana Díaz como la única dirigente política capaz de poner algo de cordura en el maremagnum en el que nos están metiendo algunos que quieren imponer sus aspiraciones personales y de partido por encima de los intereses generales. Espero que su partido sea consciente de lo que se está jugando y sepa pararle los pies a tiempo a su cada vez más descabezado secretario general.

Si no lo hace nos espera un 2016 quizás bastante más atípico y extreordinario que este nefasto 2015. Teniendo en cuenta que lo único bueno de los años bisiestos son los Juegos Olímpicos, creo que deberíamos de atarnos los machos para aguantar el tirón que nos queda hasta que se agoten los plazos de la investidura. Esto puede llegar a ser el próximo año todo un espectáculo tan atípico y extraordinario o mas que el que estamos acabando de despedir. Como decimos por aquí, ¿Que Dios nos coja confesados!

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