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La independencia tendrá que esperar

domingo 03 de enero de 2016, 17:54h

Las Candidaturas de Unidad Popular pasarán a la Historia por anteponer sus principios anticapitalistas a la independencia de su ‘país’. Olé por ellos… aunque se me escapa cuál es su estrategia política para llevar a término sus objetivos. Todo indica que se han pegado un tiro en el pie no menos histórico porque si su ‘revolución’ se circunscribe a Cataluña -la CUP no reconoce a España-, el proceso independentista puede quedar aparcado otras cuantas décadas y el suyo lo mismo. Pese a su exhibición de democracia interna, han hecho el ridículo, han dejado a Artur Mas sin salida y han defraudado muchas expectativas, no sólo las de Carme Forcadell, la presidenta del Parlament que casi declara la república. Olvidan que las urnas son implacables.

También es cierto que no hay quien case el programa de la CUP con el de Junts pel Si, ni siquiera con el de ERC, una izquierda muy distinta y mucho más moderada, por lo que no hay nada que objetar desde el punto de vista ideológico. Hubiera supuesto una vergonzosa alianza con dos partidos de la burguesía.

Por eso necesitaban la cabeza de Artur Mas. Los símbolos son muy importantes en cualquier revolución y la del president en funciones hubiera sido la única forma de justificar que Convergència siguiera en el poder aunque se lo repartiera con Oriol Junqueras.

En un partido como la CUP tiene sentido igualmente sacrificar el objetivo de la independencia a la lucha contra el capitalismo. No da de comer ni evita desahucios y en el fondo no es más que otro símbolo. Un lujo en la era de Google. Puede esperar.

Y, entonces, ¿para qué todo este lío? ¿Esperaban un milagro? Sabían perfectamente que plantear la decapitación de Mas como un ultimátum no tendría éxito. Pasar la pelota a las bases sólo ha servido para dividirlas en facciones y, lo que es peor, para dar una pésima imagen de la CUP que seguramente acabará pagando en las urnas sin contar el cabreo de las organizaciones independentistas como la ANC, que les van a retirar algo más que el saludo.

Quizá, pese a mi obstinada ingenuidad, los estrategas de la CUP piensan que unas nuevas elecciones les favorecen y sacarán más escaños. Lo cierto es que por mucho que mejoren, no pasarían de la docena de escaños y seguirían en el rincón del Parlament. De momento, lo que indican los sondeos es todo lo contrario mientras Podemos sigue en ascenso de la mano de Ada Colau.

Las encuestas también apuntan a un retroceso de JxS, siempre y cuando la alianza entre Democràcia y Llibertad, el nuevo nombre de Convergència, y ERC siga adelante. Sólo les vale la mayoría absoluta por mucho que Junqueras proclame que “nunca” se rendirá, por lo que la crisis abierta por el ‘no’ de la CUP puede desembocar en un parón del proceso independentista y convertir de nuevo en rivales a ambos partidos, cambiando el equilibrio de mayorías en el Parlament.

De lo que debe ser consciente la CUP es que en ese nuevo Parlament que salga de las urnas en primavera tiene todas las papeletas para quedarse fuera de juego. Primero porque no harán falta en la búsqueda de pactos de gobierno, ni siquiera los de izquierda que ya se intuyen, y sobre todo porque ya nadie se fía de ellos. Si querían volver a ser una fuerza testimonial, casi lo han conseguido.

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