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Agenda social y demagogia: la manera en que Podemos fagocita al PSOE

domingo 10 de enero de 2016, 15:24h

Adelanto de entrada que me propongo una tarea ingrata: demostrar la lógica según la cual el PSOE está condenado a ser arrastrado por el discurso demagógico de Podemos, alejándose así de su matriz socialdemócrata. Aclaro que cuando digo PSOE no me estoy refiriendo únicamente a Pedro Sánchez y su entorno más próximo, sino también al conjunto de barones y baronesas que hoy le critican, porque, a fin de cuentas, ellos han aceptado la peligrosa estrategia propuesta por Sánchez de tratar de robarle el viento a las velas de Podemos mediante una carrera de sacos para ver quien tiene mayor sensibilidad social, quien es mas anti-PP, quien, en definitiva, es más progre en esta coyuntura.

De pasada, quiero señalar que esto tiene poco que ver con una fuerza política que quiera reclamarse de izquierdas en el siglo XXI. Un ejemplo inmediato. En el siglo XX, el chavismo y su actual representante Maduro podrían ser considerados como una expresión de la izquierda no democrática. En el siglo XXI esa posibilidad está agotada: hoy, tras las experiencias del comunismo autoritario del siglo pasado, sabemos que la emancipación humana, el desarrollo humano, no es factible sin democracia política. Como dice Adam Przeworski ya estamos convencidos de que la emancipación humana es algo muy oral: poder comer y poder hablar. Y ambas cosas son indispensables para que haya desarrollo humano sostenible. Pues bien, aplicando esa lógica a la situación española actual, puede afirmarse que una izquierda demagógica es igualmente una contradicción en los términos, que es inasumible desde una perspectiva socialdemócrata.

Tras las elecciones, el argumento central del discurso demagógico de Podemos consiste en poner énfasis en la agenda social. Es necesario, afirman, una agenda social de emergencia para resarcir a los afectados por la crisis en los pasados cuatro años. Y ante ese discurso el PSOE tenía dos opciones: demostrar que es otra maniobra demagógica de una fuerza que no relaciona la agenda social con la recuperación económica y el respeto por las reglas del juego democrático, o bien ponerse a competir en términos de sensibilidad social y por tanto de capacidad de rechazo del gobierno “cruel” del PP. No hay duda de que Sánchez ha elegido esta segunda opción y ha conseguido ganar para ella a sus críticos internos, que utilizan como subterfugio la cuestión de la línea roja del referéndum en Cataluña que propone Podemos.

Parece que el PSOE no está dispuesto a enfrentar la demagogia que supone romper la relación entre agenda social y recuperación económica. ¿Es posible una agenda social sostenible sin la recuperación económica? Desde luego que no. ¿Por qué no es también una línea roja el respeto a las reglas del juego democrático, como el fraude de ley que se intenta hacer en el Congreso o el mantenimiento del apoyo a Maduro en Venezuela? Pues creo que la respuesta a estas preguntas procede de una determinada estrategia política, que apuesta por mantener la competencia-alianza con Podemos.

Competencia en lo social para evitar que Podemos logre desbancar al PSOE del liderazgo de la izquierda, pero también alianza, porque es poniendo énfasis en la agenda social que Sánchez espera alcanzar algún tipo de acuerdo para un gobierno de izquierdas a la portuguesa. De esta forma, la agenda social se convierte en algo que, desconectada de la recuperación económica y de todo lo demás, resulta un instrumento político vicario en la carrera demagógica por el poder.

No hay duda de que el PSOE se encuentra hoy en una encrucijada: si se enfrenta a la demagogia de Podemos, dada la cultura política actual, tiene el riesgo de perder apoyos y votos por la izquierda, pero si trata de competir con el discurso de Podemos se inscribe en su lógica, donde corre el riesgo de ser fagocitado. Pero es ante esta suerte de disyuntivas donde los responsables políticos tienen la oportunidad de contribuir o no a la creación de ciudadanía, de contribuir o no al cambio de nuestra cultura política; de demostrar que tienen realmente sentido de Estado.

En una ocasión Felipe González dijo una frase que le costó un montón de críticas dentro del PSOE: “si me encuentro en la necesidad de tener que sacrificar el partido para salvar el país, lo haré sin ninguna duda”. Entonces me pareció una idea difícil de asumir, pero hoy me parece irrefutable. Lástima que el PSOE actual prefiera aceptar que Sánchez se adscriba a otra lógica, la que le impone el discurso demagógico de Podemos. Una lógica que, en todo caso, le aleja cada vez más de la socialdemocracia europea.

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