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En busca del pacto perdido

martes 12 de enero de 2016, 16:44h
Estoy seguro de que si le preguntaran a los votantes del PP qué opciones de Gobierno prefieren, la mayoría de ellos apostarían como segunda posibilidad (la primera obviamente sería un Ejecutivo de su partido apoyado por Ciudadanos) que gobernase España el PSOE también naturalmente con el apoyo de Ciudadanos. Y digo el PSOE y no Pedro Sánchez porque, al igual que le sucede a Mariano Rajoy con los votantes del PSOE, el líder socialista concita un unánime rechazo del electorado popular. Lo que no quieren ni unos ni otros es que cualquiera de las dos fuerzas mayoritarias en los comicios del pasado 20-D, se apoyen en Podemos. El PP lo tiene medianamente claro, Sánchez no tanto. Eso de poder pactar con Podemos, de momento, al único que le gusta y no para de intentarlo, es al secretario general del PSOE que no para de entonar su pesada cantinela del “pacto por el progreso” como única solución al lío en el que nos hemos metido.Menudo progreso nos espera con la Venezuela bolivariana como referencia.

Y es que, como muchos de nosotros decíamos en el Bachilleraro, sobre todo los que suspendíamos en las disciplinas de ciencias, las matemáticas es una asignatura bastante odiosa. Y las matemáticas, por muy coñazo que sean, son una ciencia exacta que no se puede manipular facilmente como la historia o la literatura. Dos más dos son cuatro y no hay más que hablar. Aunque es verdad que para algunos paridos catalanes, tal y como acaba de demostrar ese genio de los números y del tres por ciento que es Arturo Mas, dos más dos son cinco y me llevo cuatro si suman algún añadido para conseguir la independencia.

En fin, que los resultados electorales son los que son y aquí sólo queda pendiente que el PP pacte con Ciudadanos y se abstenga el PSOE para poder investir como presidente a Mariano Rajoy o que el PSOE pacte con Podemos y media docena más de fuerzas politicas de derechas, de centro y de izquierda y que Ciudadanos se abstenga para que el investido sea Pedro Iznoguz Sánchez. O eso o tres meses más con un Gobierno en funciones y nuevas elecciones generales en mayo para comprobar si los españoles seguimos tan en Babia como en diciembre o hemos despertado de ese sueño imposible que se ha convertido en una verdadera pesadilla después de Navidad.

Mi propuesta que muchos considerarán estrambótica es que si Ciudadanos es el comodín que las dos grandes fuerzas se disputan para poder formar un gobierno más o menos estable que nos saque del actual estancamiento, ¿por qué alguien no le ofrece a Albert Rivera la posibilidad de ser presidente del Gobierno con el apoyo de PP y PSOE y con la estricta vigilancia de ambos? Sí, ya sé que Ciudadanos no ha sido la primera ni la segunda ni la tercera fuerza políticas en las elecciones, sino la cuarta. ¿Y qué? Si Rivera lograra convocar voluntades para evitar una nueva consulta, sería aclamado como un salvapatrias que es lo que él desea desde que entró en política. Ni Rajoy ni Sánchez ni Iglesias, Rivera for president. Lo malo que tiene esta solución es que ese nuevo Ejecutivo iba a durar menos que un caramelo a las puertas de un colegio, pero al menos salvaría los muebles en unos momentos bastante complicados.

Me da la impresión de que la superbaronesa andaluza, Susana Díaz, está desarrollando una estrategia nueva y bastante maquiavélica para poder situarse en una mejor posición si Pedro Sánchez no logra esa “mayoría de progreso” que tanto persigue. Estoy convencido que Susana no da puntada sin hilo y me ha extrañado profundamente el giro que ha adoptado en los últimos días. La presidenta de la Junta ha pasado de no ocultar sus recelos y sus críticas a Sánchez a mostrarle su apoyo en ese intento por conseguir el llamado “pacto del progreso” con la única línea roja del referendum catalán que, todavía y ya veremos hasta cuando, defiende Pablo Iglesias.

Y en esas estamos, en este vivo sin vivir en mí, mientras los independentistas catalanes, de derechas, de centro, de izquierdas y hasta los mediopensionistas, hacen piña superando ideologías para defender la secesión de Cataluña. Algunos de nuestros queridos próceres debería tomar ejemplo y aplicarse el cuento y no para defender una estrambótica ilegalidad, sino simplemente para buscar lo más conveniente para el pueblo español y para todos los ciudadanos (y ciudadanas) de cualquier ideología que los han votado hace apenas un mes.
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