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Programas, cargos y escaños

miércoles 10 de febrero de 2016, 15:32h
Los que están siguiendo las negociaciones de Pedro Sánchez para tratar de formar gobierno –por cierto, sin transmisión en directo ni en diferido, es decir, como siempre- dicen que ninguno de los potenciales socios pone excesivas dificultades al acuerdo sobre el programa conjunto de Gobierno. Ni Sánchez, que es capaz de guardar en el cajón todo lo que no deba ser puesto encima de la mesa, aunque sea urgente e importante, ni Rivera ni Iglesias, lo que no deja de sorprender porque las coincidencias entre el uno y el otro son manifiestamente descriptibles. Y, sobre todo, porque Iglesias sigue diciendo que no quiere saber nada de un acuerdo con Ciudadanos, de la misma manera que Pedro Sánchez no quiere nada de Rajoy y Rivera dice que si hay acuerdo, hay que contar con el actual presidente del Gobierno y su partido…

Hace ya muchos años, Tierno Galván, al que ahora quieren inmortalizar, llegó a decir que “la política ha dejado ser una política de ideales para convertirse en una política de programas”. ¡Qué tiempos aquellos! Pero, si el problema no está en el programa, porque todos son capaces de ceder para salir de la parálisis, ¿dónde está el problema? Pues parece que en los cargos, o mejor dicho, en el reparto de cargos. Iglesias dice que a ellos y a Izquierda Unida les corresponden más carteras ministeriales que a los chicos del PSOE, porque juntos tuvieron más votos en las elecciones. Aunque fuera separados. Hay muchos que por un cargo, “matan”. Lo que no sabemos es si Sánchez con tal de formar Gobierno está dispuesto a dar a Iglesias y Garzón –nunca menos escaños pueden dar mayor cosecha- lo que pidan. Lo que sucede es que, después de las carteras, vienen los siguientes escalones: secretarías de Estado, subsecretarías, direcciones generales, asesores, etc. Y luego los cargos en las empresas públicas y otras prebendas. El espíritu de servicio de algunos es monumental y hay miles de altos cargos –unos 4.000 calculan- temiendo que les dejan sin trabajo y otros tantos soñando con ello. Aquí ha habido más de uno que ha aceptado ser ministro o director general para dos meses que es como ser ex antes de que te nombren.

Uno que era más antiguo todavía que Tierno Galván, Robert L. Stevenson, dijo que “la política es quizás la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación”. Basta mirar a algunos ayuntamientos o, directamente, a la Concejalía de Cultura del de Madrid. Hay quien aspira a ser presidente de su comunidad de vecinos como sea, y otros que tienen miras más excelsas. Huir del gallinero y pasar a butaca. Como lo han logrado los diputados de Podemos, finalmente, en el Congreso de los Diputados. De los que han sido ahora enviados al gallinero ya nadie habla. La política, dijo alguien, es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres, con el pretexto de proteger a los unos de los otros. Eso es programa y lo demás es coña.

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