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La mentira y la indignidad de Europa

domingo 21 de febrero de 2016, 20:54h

La Unión Europea, la misma que ha sido capaz de bajarse los pantalones ante el chantaje de Gran Bretaña para seguir dentro, es incapaz de llegar a un acuerdo para el reparto de los refugiados que se hacinan en sus fronteras o en algunos de sus países. Sólo piensa en poner dinero para contener el éxodo antes de que lleguen a su territorio, a pesar de que todos los Gobiernos saben que es imposible parar esa gran evasión sin detener con carácter urgente las guerras y el terror que lo causan.

La Unión Europea, la misma que permite a Gran Bretaña disminuir las ayudas sociales a los inmigrantes durante, al menos, siete años, sólo decide poner dinero para que Grecia, Turquía y otros países frenen el acceso de los sin patria. Y confisca sus bienes para pagar ayudas futuras. Y permite el bombardeo de hospitales en Siria o la muerte permanente de miles de ciudadanos del mundo, muchos de ellos niños, en el Mediterráneo, el que ya no es mare nostrum, sino el mar de la muerte.

España, que se había comprometido a acoger a 17.000 refugiados, sólo ha dado asilo a 19. Europa sólo ha reubicado a 497. A Canadá, tan lejos de esta enorme tragedia, en 2015 llegaron 18.346 refugiados y su primer ministro recibió al primer contingente de 163 personas, con estas palabras: “Bienvenidos, ya estáis a salvo en casa”.

Este año ya han cruzado el Mediterráneo más de 80.000 personas frente a las 11.834 que lo hicieron en todo 2014. Las cifras de los que han muerto en el intento son especulativas. Más de 3.000, más de 10.000. Es un recuento imposible. Nadie clama por ellos. Cuando mejore el tiempo, aumentará el flujo y habrá más muertos. Muchos de ellos, niños como Aylán. ¿Alguien se acuerda de él?

Más de 10.000 niños refugiados han desaparecido en Europa. ¡Más de 10.000 niños! En el tránsito hacia “la libertad”. En “la tierra de los Derechos Humanos”. Lo ha dicho la Oficina Europea de Policía, Europol, y ningún Gobierno pide disculpas ni les busca. Han desaparecido y basta. Sus padres los trajeron a Europa para protegerles de una muerte segura.

La ofensiva del recuperado régimen sirio se acerca a la frontera turca. Los kurdos que combaten al Daesh son atacados por Siria. El presidente Al Assad, que seguirá gobernando ese país por decisión de los líderes occidentales, pese a ser responsable de decenas de miles de muertes, acaba de declarar que “los refugiados pueden regresar sin que el Gobierno tome represalias”. ¿Represalias por huir de los horrores de los que Assad también es responsable? ¿Quién les dará el carné de “sirios patriotas”.

La mayor parte de los que han huido de Siria sueñan con volver. Allí han dejado su casa, su trabajo, su familia, su futuro. No quieren ser refugiados, les obligan. Pero nadie de los que podrían, está interesado en acabar con una guerra fratricida.

Human Rights critica el retroceso de los derechos humanos en Occidente. En la fachada del Ayuntamiento de Madrid y seguramente en otros más, sigue figurando una pancarta, “Refugees welcome”. La mentira y la indignidad ondean al viento en Europa.

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