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Aznar, uno di noi

lunes 18 de abril de 2016, 08:49h

Aznar ese hombre de carácter soberbio que camina y mira como estando por encima de todo y de todos, no esperaba que en su propio partido le pidieran cuentas sobre sus veleidades fiscales y menos cuando él es inspector de hacienda, lo cual le ha sorprendido sobremanera.

Según contaban recientemente en un medio digital, la entrevista de Aznar y Montoro con motivo de solucionar el grave asunto que derivó en multa fiscal al ex presidente por haber hecho una trampa al declarar sus ingresos a través de la empresa familiar Famaztella para ahorrarse la mitad del pago de los impuestos, tuvo un pasaje propio de una película de gánsteres cuando el ex presidente le espetó a Cristóbal el de la voz de teleñeco: "No puedo creer que los míos me hagan esto", quejándose amargamente ante Montoro, el cual le conminaba a pagar la sanción y la regularización fiscal tras una tensa reunión celebrada en la sede del Ministerio de Hacienda, a lo que el titular de la cartera le dijo :”No puedo creer que esto lo haga uno de los nuestros” lo cual me permite parafrasear el titulo de este articulo.

El patriota Aznar aquel que convirtió la boda de su hija casi en un acto de Estado con paseíllo incluido al estilo alfombra roja de Gran Hermano por la explanada del Monasterio de El Escorial, donde la joven Ana, miembro del clan de los Famaztella, contrajo nupcias con Alejandro Agag, el hombre de los mil negocios, que tan bien fue recibido por los patriarcas del clan. Fue una boda a lo Corleone, llena de lujo y boato, propio de los nuevos ricos que tanto han proliferado con la cultura del pelotazo. La lista de imputados, ¡perdón! quise decir invitados (en que estaría yo pensando) era de lo más variado, reuniendo en un aquelarre de moda y joyas sin igual, pues para eso les salía el dinero por las orejas, al cual no faltó el rey del bunga-bunga con su trasplante de cabello recen hecho, gentes de la farándula y el Rey Juan Carlos que ese día no iba a cazar elefantes.

Este señor del bigote y abdominales cual poligonero de discoteca, quería ser parte de la nobleza que tanto le ignoraba, pero que se le arrimaba todo lo que podía, porque era el que más mandaba en España. Su carácter altivo, era parte de sus señas de identidad. El otro era el cabello negro del cual daba cuenta su peluquero Pedro Romero, que le ponía la onda y la raya donde más le favorecía, como en una suerte de pijo del Barrio de Salamanca. En dicho evento, no podía faltar y por supuesto asistió a la boda a modo de estilista de cabecera, con su peine y tijera en el bolsillo, por si el susodicho cliente lo necesitaba de urgencia por un golpe de viento, un gesto inesperado en medio de Basílica escurialense o en el banquete por si era menester retocar la cuidada y estudiada onda capilar.

Entre sus mejores obras como hombre de estado, destaca la potenciación que hizo de un deporte casi desconocido como era el pádel. Desde entonces, los cumpleaños, Reyes Magos y celebraciones onomásticas, contaban entre los regalos de los militantes del PP, una raqueta de pádel al homenajeado, con la esperanza de algún día poder emular el estilo incomparable del gran líder de la derecha española. El otro gran logro y lo digo sin segundas, fue la abolición del servicio militar, algo por lo que todos los de mi generación tuvimos que pasar salvo Narcis Serra, que estaba predestinado para ser ministro del ramo sin haber pisado jamás un cuartel. Por aquella época, la figura consolidada de Aznar, era miméticamente copiada por los cachorros de Nuevas Generaciones, autentico vivero de concejales y asesores, a los que solo se les pedía haber estado matriculado en una universidad (privada si es posible) para decir que están instruidos, que jueguen al pádel y se dejen ver por las discotecas pijas de moda de Madrid. Los más aventajados llegaron a tener contacto con la Gürtel (la Púnica es aun más hortera) y revoloteaban por Génova o por Pozuelo, que para eso el alcalde imputado de dicha localidad Jesús Sepúlveda (marido de Ana Mato) era el jefe de campaña del señor del bigote y la raqueta.

De aquella época salieron, Rato, Blesa y Villalonga el tridente atacante al estilo de la BBC en el Real Madrid, con salarios similares a los de los galácticos, con la diferencia de que no se ponían en pantalones cortos y camiseta entre otras cosas porque con dicha indumentaria no se podían llenar los bolsillos. Ellos son la RBV, los artífices del milagro español de cuyas consecuencias no quiero acordarme, los que entre burbuja y burbuja hicieron fortuna para ellos y ruina para los demás.

Esa cultura de los patriotas de pulsera con la bandera española, que idolatran el dinero, preferiblemente en negro y en el Caribe, y que como Aznar dan lecciones sobre la unidad de España aunque haya suscrito el Pacto del Majestic para ser presidente del Gobierno, con el patriarca del clan Pujol, líder destacado de la corrupción, el mismo Aznar que llamó a ETA Movimiento de Liberación Vasco, a la vez que compartió mesa y mantel con Arzallus al que en público insultaban y en privado rendían pleitesía, aquel Aznar que abrazaba a Chaves en público, ponía los pies encima de la mesa junto a Bush y aun no ha perdido perdón por haber afirmado la existencia de armas de destrucción masiva en Irak... en fin, líbreme la patria de estos patriotas que ponen una vela a Rupert Murdoch y otra a Flavio Briatore para que nunca les falte de nada a los miembros de Famaztella.

JOSE JOAQUIN FLECHOSO

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