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El gran error de dar azotes a los niños para que se porten bien

El gran error de dar azotes a los niños para que se porten bien

jueves 28 de abril de 2016, 09:03h

Dar un azote a un niño para regañarle tiene los mismos efectos que el abuso físico: no enseña al niño mejores modales, le incita a tener una actitud desafiante y le provoca problemas de salud mental y comportamientos antisociales, según un estudio publicado en el 'Journal of Family Psychology' y realizado conjuntamente por la Universidad de Texas (Austin) y por la Universidad de Michigan.

Los investigadores concluyeron, tras analizar a más de 150.000 niños, que dar azotes a los niños genera resultados negativos al provocarles en ellos un "peor comportamiento a largo plazo", según declaraciones de la autora del estudio a CBS News Elizabeth Gershoff, profesora asociada de Desarrollo y Ciencias de la Familia Humana en la Universidad de Texas.

Gershoff asegura que los niños que reciben azotes tienen los mismos resultados negativos (aumento de problemas de salud mental, dificultades cognitivas, agresión y comportamientos antisociales) que los niños que han sufrido "abuso físico", aunque en un grado "ligeramente inferior".

El estudio, que critica que la sociedad no sepa ver la similitud entre ambas situaciones, define los azotes como "golpes con la mano abierta en el trasero o en las extremidades", mientras que el abuso físico, por su parte, es descrito como "el uso intencional de la fuerza contra un niño" cuyo resultado provoca "lesiones o daños corporales".

Como podrían pensar muchos padres, dar azotes en el trasero a los niños no implica que éstos cambien el chip de su comportamiento y "mejoren de inmediato" ya que con esta clase de reprimendas son "más propensos a ser agresivos y antisociales".

El padre cuando pega a su hijo después de alguna travesura lo que quiere es que el pequeño aprenda de sus errores para que no vuelva a hacerlo. Lo que se demuestra es que el progenitor recurre a la agresividad para conseguir lo que quiere: que el niño cambie en su actitud. Al final, lo que el estudio afirma con esta idea es que el niño corre el riesgo de adquirirla conforme la vive: "el niño piensa que puede utilizar la agresividad para conseguir lo que quiere".

Muchos piensan que esta técnica es anticuada aunque los investigadores insisten en que aún permanece en algunos hogares, por lo que insisten en educar a los hijos con una paternidad sana que conlleve el "refuerzo positivo" en los hijos. Según Gershoff, los azotes se dan de padres a hijos porque se han ido transmitiendo "de generación en generación" o porque algunas religiones enseñan que este método "es correcto".

Sin embargo, ese método incita al niño a "desafiar" a sus padres actuando con agresividad y les provoca "problemas de salud mental y dificultades cognitivas". En este sentido, Gershoff entiende que hay que "hacer hincapié" en la disciplina positiva. "No es una sola técnica. Es una serie de comportamientos que los padres deben hacer". Así, habla también de "recompensar" al niño cuando hacen lo correcto.

"La gente piensa que si no dan azotes son presas fáciles. Se puede ser un padre firme con altas expectativas para los niños. No hay por qué golpearlos para demostrar el poder", añade.

Para el experto en pediatría David Pollack, la disciplina consiste en "enseñar a los niños el bien y el mal" y que sepan diferenciarlos. "Los padres deben ser modelos de conducta", destaca, y apunta: "deben comportarse como desearían que se comportaran sus hijos".

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