El desconocimiento del Senado sumado a las críticas de buena parte de la ciudadanía al papel que juega la Cámara Alta en la actualidad afecta notablemente a los resultados electorales. Sin embargo, el voto al Senado en los próximos comicios del 26-J podría definir un reparto de escaños clave para las políticas de la próxima legislatura.
Los resultados electorales del Congreso y del Senado el pasado 20-D arrojaron una diferencia de casi medio millón de votos, con más de 570.000 votos nulos y cerca de 800.000 votos en blanco más en la Cámara Alta que en la Baja. La movilización del electorado en relación al Senado es significativamente menor por diversos motivos –desconocimiento, desafección, críticas a su coste para el erario público o hacia su función como cámara territorial y de control del Congreso…- y esto es algo que afecta al reparto de escaños y condiciona las políticas que pueden llevarse a cabo.
Si bien es cierto que tal y como está planteado el funcionamiento del Senado, el Congreso sigue teniendo la última palabra en la tramitación parlamentaria, también hay situaciones en las que su composición influye notablemente en la actividad de las Cortes.
El Senado elige a 4 de los 12 magistrados del Tribunal Constitucional y a 10 de los 20 vocales del Consejo General del Podemos Judicial por mayoría cualificada de tres quintos.
Además, su visto bueno es requisito indispensable para reformar la Constitución -por mayoría de tres quintos aplicando el método 'ordinario' o por mayoría de dos tercios por el método 'agravado', este último afecta a los artículos referidos al modelo territorial y a determinados derechos y libertades-, y para aplicar el artículo 155 con el que el Gobierno puede intervenir en una Comunidad Autónoma, en cuyo caso se necesitaría la mayoría absoluta en la cámara.
Partidos como PSOE, Podemos, Ciudadanos o IU prometieron una reforma de la Constitución en la campaña electoral de las elecciones generales del 20-D y algunos de ellos también reclamaban cambios en la ley electoral que, en parte, también se ve afectada por la Carta Magna.
Estas fueron algunas de las cuestiones que se plantearon en las fallidas negociaciones poselectorales entre los partidos de la izquierda. Sin embargo, eran cuestiones abocadas al fracaso porque incluso de haber alcanzado un acuerdo, la mayoría absoluta del PP en el Senado las habría bloqueado.
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