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'Así que pasen cinco años': Atalaya vuelve a sus orígenes con un magnífico montaje de la obra de Lorca

'Así que pasen cinco años': Atalaya vuelve a sus orígenes con un magnífico montaje de la obra de Lorca

martes 10 de mayo de 2016, 09:16h

La compañía Atalaya es uno de esos extraños fenómenos teatrales que, gracias a Dios, perduran en el tiempo. Premio Nacional de Teatro en 2008, son ya treinta años los que cumple (nació en 1986) y con el paso del tiempo ha demostrado que sus montajes son sinónimo de calidad, de teatro bien hecho, urdido con trenzas de conocimiento, de entrega y de pasión artística sobre el escenario. Hace unos meses pudimos ver su ‘Madre Coraje’, y ahora volvemos a tener una nueva oportunidad de comprobarlo con una versión magnífica de ‘Así que pasen cinco años’, de Federico García Lorca, también bajo la dirección, dramaturgia y escenografía de Ricardo Iniesta, el director de la Compañía. Y ahora es en el Teatro Valle-Inclán, de Madrid, donde pueden verse las representaciones de esta coproducción de Atalaya y el Centro Dramático Nacional.

Uno de los alicientes de acudir a ver una nueva versión de cualquier clásico, abordado ya por directores prestigiosos, y con un texto difícil, o imposible, como el mismo Federico García Lorca llamaba a comedias como ‘Así que pasen cinco años’ (pensaba, no sin razón, en su irrepresentabilidad en la época en que nació), es la de descubrir la nueva óptica con que se aborda el montaje. Pasa también con ‘El público’, que pudimos ver recientemente en versión de Àlex Rigola en La Abadía, otra de las imposibles de García Lorca. Una y otra están impregnadas de un grado tal de poesía y surrealismo que, a priori, resultan verdaderamente casi imposible poder llevarlas a un escenario.

Si entonces fue Àlex Rigola, ahora es Ricardo Iniesta quien, como responsable de la dramaturgia, dirección y espacio escénico, demuestra una vez más que con criterio, con voluntad, con sensibilidad, con amor por el oficio, no hay nada imposible.

Precisamente fue este mismo título, ‘Así que pasen cinco años’ el primer montaje de Atalaya, y tres decenios después, vuelve a abordarlo aunque con tintes muy diferentes a los de entonces, según confiesa el mismo Ricardo Iniesta.

En esta versión, desde luego, se han alineado varios “planetas” y un puñado de magníficos profesionales del teatro para poner la base del éxito de público en cada una de las representaciones. El milagro se ha producido en este montaje porque a Iniesta le acompañan en la aventura del proceso de creación nombres excelentes como Miguel Ángel Camacho en el diseño de la magnífica iluminación; Luis Navarro, creador de la música; en el vestuario, Carmen de Giles; Emilio Morales en el espacio sonoro; en la creación de la coreografía, Juana Casado, y en la dirección y seguimiento coral, Esperanza Abad y Marga Reyes; y, en fin, en el maquillaje, peluquería y estilismo, Manolo Cortés.

Todo el equipo artístico está al servicio de un grupo de actores magníficos, que llegan a representar hasta 25 personajes, con la fuerza, la verdad y la aparente facilidad de quien sube cada día al escenario con el afán de ser mejor que el anterior. A todo el elenco se le puede atribuir esa cualidad, sin duda: Elena Amada Aliaga, Jerónimo Arenal, Manuel Asensio, Carmen Gallardo, Silvia Garzón, José Ángel Moreno, María Sanz, Raúl Sirio Iniesta y Raúl Vera.

Un mundo irreal

En la versión de Iniesta, la obra de Lorca está poblada de deslumbrantes escaleras dobles que no parecen llegar a ninguna parte, de etéreas telas colgantes, de armarios de espejos donde se multiplican los personajes y los objetos que pueblan el escenario (tijeras, abanicos, maniquíes…), de luces celestiales, cinematográficas, que pronuncian la irrealidad, el ensueño, lo imaginado… En realidad, todo un mundo dramatúrgico puesto al servicio de la fantasía lorquiana que caminaba por la vía del surrealismo, lo onírico, lo hipnótico y lo sobrenatural. El resultado, la materialización -quizás una de las mejores que hemos visto nunca- de esos mundos poéticos lorquianos.

Con ese trasfondo alegórico y con esa estética entre surrealista y expresionista, se desarrolla la historia de dos jóvenes amantes. Ella tiene apenas quince años y él acepta retrasar cinco años su unión en matrimonio, tratando de convencerse a sí mismo de que acaso esa sea la mejor de las soluciones. Pero, llegado el momento, y después de haber pasado muchas vicisitudes en la larga espera, el novio tiene que acabar haciendo frente a la maldición del tiempo y la imposibilidad de consumar el matrimonio con la novia. El novio prefiere encerrarse en las paredes de su casa porque piensa que es allí, entre libros y recuerdos, donde estará más cerca de su amada y no distraído por las cosas del mundo: “¿Qué pasa en la calle? Ruido, ruido siempre, polvo, calor, malos olores. Me molesta que las cosas de la calle entren en la casa”. O, más probablemente, porque su amor no es radical, no le sale de las entrañas, y lo reviste de un lirismo mórbido, falto de verdadera atracción sexual por la chica, a quien él mismo evita llamar novia: “Novia…, ya lo sabe usted; si digo novia la veo sin querer amortajada en un cielo sujeto por enormes trenzas de nieve. No, no es mi novia, es una niña, mi muchachita”. Así es que la chica prefiere el aquí y ahora de un jugador de rugby, con quien encuentra el amor, aún a costa de ser infiel a su viejo, lejano, etéreo y lírico novio. Y es que al final “obras son amores, y no buenas razones”.

El montaje de Iniesta y su Atalaya, está lleno de respeto por el texto de Lorca (apenas si hay licencias en ella que, en todo caso, la engrandecen aún más…), y es una verdadera delicia para todos los sentidos acudir a alguna de sus representaciones. Asistir y no salir de ella con el irrefrenable deseo de volver a leer al poeta granadino sería, sin duda un fracaso para Atalaya, y una renuncia incomprensible para cualquiera. De verdad, esta es una elección segura para ver un teatro irreprochable, sublime, delicadísimo y repleto de momentos inolvidables.

‘Así que pasen cinco años’

Autor: Federico García Lorca

Dramaturgia, dirección y espacio escénico: Ricardo Iniesta

Reparto: Elena Amada Aliaga, Jerónimo Arenal, Manuel Asensio, Carmen Gallardo, Silvia Garzón, José Ángel Moreno, María Sanz, Raúl Sirio Iniesta y Raúl Vera

Ayudante de dirección: Sario Téllez

Diseño de cartel: Isidro Ferrer

Fotos: David Ruano

Producción: Centro Dramático Nacional y Atalaya

Teatro Valle-Inclán (Madrid)

Hasta el 15 de mayo de 2016

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