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Ureña muletea sobre el barro a su primer toro
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Ureña muletea sobre el barro a su primer toro

El toreo de verdad y calidad de Paco Ureña cala más que la lluvia, que ya es decir

< Sin fallos a espadas, el murciano habría salido por la Puerta Grande; mal Escribano, Fandiño y los bicornes

miércoles 11 de mayo de 2016, 21:53h
Ya había apuntado la anterior temporada en la cátedra con los mejores naturales del año, y en su primera aparición en el ahora embarradísimo ruedo venteño volvió a festonear la verdad de la Fiesta. Pongamos que se habla/escribe de Paco Ureña, premiado con una oreja que hubieran sido dos de no marrar con el estoque, y ya es, con razón y argumentos, el nuevo ídolo de Madrid. Un pedestal del que se va cayendo Iván Fandiño y que nunca alcanzará el tosco Manuel Escribano.

El dios de la lluvia, protagonista indiscutible en lo que llevamos de abono, una categoría que amenaza con seguir dominando, no quiso perderse una gran actuación de Paco Ureña, cuya verdad y clasicismo, preñado de arte, calaron más en los aficionados que el elemento climatológico. Todo un milagro. O, no: toda una consecuencia lógica de la emoción que por partida doble ahogaba los corazones del cotarro. Máxime cuando en sus dos bicornes, pero más aún en su primer enemigo, arreciaba el aguacero.

Sí, por partida doble se escribe líneas arriba. De un lado, el valor seco, de ese que se transmite sin alardes ni gesticulaciones teatreras, para colocarse siempre en el terreno del toro, con las ventajas para éste, cruzado y ofreciendo el medio pecho. De otro, el embarcarlo en la pañosa -aguantando algún que otro derrote- con una naturalidad increíble, siempre según los cánones centenarios en el toreo por ambos pitones, con el añadido de una serie de redondos de frente y una sinfonía con que se adornaba para rematar las series. Con otro añadido más, el de la dificultad de mover los engaños en el diluvio.

No es que fueran sendas faenas perfectas, porque la del tercero -de embestidas no muy claras-tuvo altibajos y fue de menos a más, concluyéndola con unos redondos citando de frente que rayaron lo sublime, amén de trincherillas y otros remates para cerrar la faena, antes de necesitar dos entradas con el estoque. Aún mejoró fente al sexto, con un punto más de codicia -y un punto menos de agua cayendo-, al que volvió a muletear según los cánones ortodoxos, cimbreando la cintura ora a pies juntos ora con el compás abierto.

También pinchó en hueso antes de agarrar una buena estocada y echó en su esportón una oreja de mucho peso, aparte de su entronización definitiva de sacerdote del toreo puro, de los que calan en la exigente afición venteña, que ya le espera con máxima expectación en su siguiente paseíllo. Como hasta hace poco aguardaba ilusionada a Iván Fandiño.

Pero el de Orduña, que justificó su brevedad ante el bronco y peligroso de Torrealta, anduvo de nuevo vulgarote y aburrido frente al segundo, sin apunar ni un sólo muletazo reseñable. Claro que para vulgaridad, la de Manuel Escribano, que se jugó la vida en el tecer par de banderillas al quiebro y por los adentros con su segundo, pero que en el resto de su actuación no interesó a nadie, ya que él necesita toros menos noblotes para calar en los tendidos y hacer olvidar la lluvia, cualidad que sí domina a tope Ureña.

FICHA

Toros de EL TORERO, mal presentados, mansos, nobles y justos de fuerza. 5º, de TORREALTA, con trapío y peligro. MANUEL ESCRIBANO: silencio; silencio; IVÁN FANDIÑO: silencio; pitos. PACO UREÑA: ovación tras leve petición; oreja. Plaza de Las Ventas, 11 de mayo. 5ª de Feria. Más de tres cuartos de entrada.

-CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR

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