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Mariano Rajoy, el rostro impenetrable

Mariano Rajoy, el rostro impenetrable
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(Foto: PP)
martes 17 de mayo de 2016, 09:07h

Si alguien conoce bien un coche oficial, ese es Mariano Rajoy. Desde los veintisiete años cuando era director general de Relaciones Institucionales de la Xunta y posteriormente presidente de la Diputación de Pontevedra con 31, el precoz y discreto político gallego no se ha bajado de un vehículo con chofer, ni lo hará en el futuro que para eso a los expresidentes les ponen de todo, puertas giratorias incluidas. Rajoy siempre ha querido pasar desapercibido y como decía el periodista deportivo José María García: "Lo malo es que por donde pasa no limpia. Y lo bueno es que por donde pasa no ensucia".

Aunque poco se le oye hablar de sus origines, su abuelo era un republicano de derechas, como no podía ser de otra manera, que redactó el Estatuto de Galicia y que llegó a decano del Colegio de Abogados de Santiago. Su padre era juez y le transmitió como parte de su ADN, ese aspecto de funcionario de traje y corbata que cada vez que habla parece que está leyendo un tema en una oposición, con perfecto dominio de los términos administrativos.

Yo lo he definido como el rostro impenetrable, recordando el titulo de aquella película de Marlon Brando, por ese carácter donde destaca su hermetismo emocional y por esa indumentaria monocorde siempre gris, color a medio camino entre su pelo camuflado con tinte y su barba blanca, igualito que Rubalcaba, pero con mas pelo. Siempre habló bien de quien lo mandó a la oposición en dos elecciones, José Luis Rodríguez Zapatero, tal vez porque en las primeras ocasiones que pudieron conocerse, compartieron recuerdos del colegio de monjas en León donde ambos estudiaron, pues Rajoy tuvo una infancia itinerante por la carrera judicial de su padre. Ya se sabe que los castigos de niño y los recuerdos de los profesores severos, unen mucho. Mariano siempre ponía parir a ZP cada vez que podía, eso y ser uno del Real Madrid y el otro del Barcelona, les distanciaba más que la propia ideología, pues ya se sabe que cuando Merkel llamó a la puerta, ambos corrieron prestos cogidos de la mano, para reformar el artículo 135 de la Constitución.

Este señor de Pontevedra que en realidad nació en Santiago donde cursó sus estudios de derecho, estaba alejado de los movimientos estudiantiles en la capital gallega, la misma donde ahora manda un alcalde que siempre lleva gorra y no entra en la Catedral el día del Santo Patrón. Como diría Mariano, ¡si mi abuelo levantase la cabeza...! Pero Mariano es de poner una vela a Dios y otra al Diablo. Como tal tenía entre sus referencias al pseudoaperturista Pío Cabanillas, hombre importante en UCD y del otro lado a Gonzalo Fernández de la Mora, exministro de Franco de claro espiritu inmovilista. Este ultimo escribió El crepúsculo de las ideologías, donde defendia que “el marxismo se aburguesa y el liberalismo se socializa”. Este diplomático de carrera llegó a decir que: "España no necesita constitución porque es un Estado perfectamente constituido" y se quedó así de tranquilo...

Pocos artículos ha escrito Rajoy y poca presencia pública ha tenido, pues a él la palabra mitin, aun le sonaba a prohibido, hasta que le dijeron que el mismísimo Fraga, también los daba. Precisamente fue este último, quien puso atención en Rajoy pues consideraba que un hijo de juez y estudiante con buen expediente académico además de gallego, era un hombre a seguir, pero Mariano recibió de Don Manuel una orden que le marcó para el futuro: "Aprenda gallego, márchese a Madrid, cásese y tenga hijos" lo cual nuestro hombre lo tomó al pie de la letra, salvo lo del gallego, que lo habla con la misma soltura que el inglés.

Hay dos cosas que comparto con Rajoy (¡no se asusten!) una son los colores futbolísticos y la otra es el nulo aprecio por José María Aznar, el que desde el principio no le había caído en gracia pues lo veía arrogante, rasgo de carácter que le repele. Curiosamente, fueron Aznar y Francisco Álvarez-Cascos los que le trajeron a Madrid después de su fugaz paso por Santa Pola como registrador, para convertirlo en hombre del aparato del PP, con la misión de jubilar a los fraguistas que dominaban el partido. Como recompensa, llego primero a ministro de Administraciones Publicas, y posteriormente de Educación y Cultura, Presidencia, Interior y luego portavoz y Vicepresidente. Tras este último cargo, Aznar le dijo:“Mariano, te ha tocado” y así llegó a ser candidato en 2004 con un 11M como trágico telón de fondo. Precisamente por ese motivo, el 13M sin saberlo, se conocieron Pablo Iglesias y Mariano Rajoy, el primero sentado sobre el asfalto frente a la sede de Génova y el segundo desde su despacho haciendo una disertación sobre lo intolerable de la concentración ante la sede del partido, calificando el hecho de “intimidatorio e ilegal” Ese día también descubrió Mariano, que Aznar y Pinoccio eran parientes, y que eso que le hacía tanta gracia del pajarito de Twitter, era un arma poderosa capaz de convocar en pocas horas a cientos de personas ante la sede popular, pidiendo explicaciones sobre tanta mentira relacionada con la mayor tragedia terrorista del la historia de España.

Dice Rajoy que para dedicarse a la política hay que tener sentido de la indiferencia y yo diría que eso de hacerse el Don Tancredo, lo borda. Es el antilider que en lugar de running camina deprisa por el bosque dotado de chubasquero, como si fuese a perder el autobús que pasa cada media hora. Es capaz de salir ileso a un accidente de helicóptero, tal vez porque como buen gallego, no se sabía si subía o bajaba de él. Mariano es de acero y aunque la niña que tantas vueltas diese en la campaña de 2008 con ZP se haya hecho mayor, se vaya de botellón y se fume lo infumable, a él le pasa de lado sin inmutarse como pasaban los sobres de Bárcenas por Génova. Rajoy ya no fuma puros, ni se deja ver jugando al tute cabrón que tanto le gusta, porque le dice Moragas que eso no vende. No habla gallego en la intimidad ni falta que le hace y se retira de una rueda de prensa, porque está un poco cansado, lo cual reconoce ante decenas de periodistas sin inmutarse, que para eso es el que manda. También es ese torpe hombre que quiere imitar el gesto cortés de Gallardón y no sabe si dar o besar la mano de Estrella Morente el pasado dia 2 de Mayo, fiesta de la Comunidad de Madrid . Ese es Mariano y nadie lo va a cambiar.

Entre los mensajes filtrados como el de “Luis se fuerte”, Rajoy le envió uno a Rosalía Iglesias, mujer de Bárcenas diciéndole: “Al final la vida es resistir y que alguien te ayude”, lo que resume su filosofía de vida personal y política. Sin hacer nada, que es su gran habilidad, es quien sale mejor parado de esta fugaz legislatura, donde hábilmente ha manejado sus tiempos y sus silencios. Mariano es como el Peropalo, ese muñeco que queman el martes de carnaval y que resucita en primavera. Me imagino un paseo por los jardines de la Moncloa acompañado por su vicepresidenta diciéndole con ese tono socarrón tan suyo: “Ladran, Soraya, luego cabalgamos”. Fin de la cita.


JOSE JOAQUIN FLECHOSO

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