En cambio, sí arroparon a Susana Díaz, y se llevaron el protagonismo, Eduardo Madina, Antonio Miguel Carmona e, incluso, el ‘enemigo’ de verdad, personalizado en una Cristina Cifuentes que al parecer tiene claro quién puede ser su interlocutor político en un futuro más o menos próximo. Ni siquiera la presentó otro miembro del partido, sino el catedrático José Carlos Díaz, convertido en su economista de cabecera.
El poder de convocatoria de la lideresa andaluza era evidente desde bastante antes de que diese comienzo el ‘desayuno’ del Fórum Europa, con varios salones llenos a rebosar de periodistas e invitados. Luego se descubriría de que se trataba de un auténtico desembarco en la ‘Normandía’ madrileña del PSOE andaluz.
La demostración de fuerza, quizá el cotilleo más repetido, no se limitó a los diputados andaluces más destacados, sino con la presencia de medio ejecutivo autonómico -por lo menos- y al menos tres alcaldes -Córdoba, Málaga y Huelva- llegados desde más allá de Despeñaperros, la frontera que precisamente utilizó Susana Díaz para torear preguntas incómodas como la entrada de los socialistas en gobiernos municipales controlados por Podemos o afines, es decir, la Barcelona de Ada Colau, porque en el Madrid de Manuela Carmena parece que de momento la iniciativa está por lo menos aparcada.
'Borrador' de programa
El discurso de Susana Díaz tuvo dos partes. Una primera en la que proclamó insistentemente su apoyo a Pedro Sánchez y apeló a evitar debates internos… al menos mientras sea el PSOE quien gané las elecciones. Una obviedad que sin embargo suena a amenaza porque si el partido socialista debe, en teoría, centrarse en su objetivo principal -ser el más votado y ganar a la derecha-, la cruda realidad es que ese objetivo es una quimera hoy por hoy. Un imposible para el secretario general y candidato a presidente del Gobierno, al que deja prácticamente sin salidas.
En cuanto a Podemos, la respuesta/pregunta de la presidenta andaluza es “con qué Podemos” habrá que hablar, “si el que defiende a Otegi o el que pacta en Aragón o Valencia”. En todo caso, evitó mojarse sobre los pactos postelectorales y se limitó a reiterar que la repetición de elecciones ha sido la peor solución posible.
La segunda parte sonó más a ‘borrador’ de programa político, con un discurso centrado en la Economía y un argumentario bien pertrechado de datos -probablemente, cortesía de su presentador-, pero en un lenguaje más comprensible que el de los expertos propios -ministrables incluidos- y ajenos.
Susana Díaz ha expuesto el páramo laboral que ha dejado la crisis -y la gestión del PP- tras de sí como la raíz de todos los problemas presentes y futuros, además de advertir al menos en un par de ocasiones que los ingresos de las Administraciones Públicas no sólo no se recuperan, sino que estarían cayendo. Lo lógico, ha dicho, con sueldos “de 300 y 400” euros. La principal clave para salir de esta espiral es, según Susana Díaz, “la estabilidad”, cuyo mejor ejemplo es, por supuesto, Andalucía. A buen entendedor...
Si (
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