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‘Castigo ejemplar yeah’ o la teoría del deber ser
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(Foto: @Laura_Maure)

‘Castigo ejemplar yeah’ o la teoría del deber ser

domingo 05 de junio de 2016, 17:53h

Otra vez aquí el Íñigo Guardamino dramaturgo, ácido, de humor negro, iconoclasta y “dispuesto a sorprender, cuando no a escandalizar”, como decíamos de su penúltimo estreno en Madrid

(http://www.diariocritico.com/noticia/488060/teatro/solo-con-tu-amor-no-es-suficiente-de-inigo-guardamino-un-cocktail-soberbio-de-ficcion-y-realidad-sobre-el-escenario.html). Su última propuesta lo hace ya desde el mismo título, ‘Castigo ejemplar yeah’, que dirige también el autor, y que ha comenzado por representarse en los
Teatros Luchana, pero que espero que aún dé mucho que hablar porque el texto, el subtexto y el espejo personal, social y político del momento atrapados en algo menos de hora y media de montaje, lo merecen.

La acción transcurre en el despacho del director de un colegio religioso privado con una sencilla mesa de trabajo, un sillón y una silla, dos archivadores metálicos, de los viejos tiempos, llenos de expedientes de los alumnos, y dos cajas en el suelo (la escenografía es de Maijo Pazos).

Hasta allí ha llegado una pareja, sigilosa y alumbrándose con una linterna, como lo haría cualquier amigo de lo ajeno en pleno asalto a un banco. El colegio está vacío. Todos se han ido de vacaciones. El matrimonio sabe que cuenta solo con dos horas por delante para registrar el despacho del director, hasta que llegue el vigilante. Su hijo de 10 años, alumno interno de este colegio, ha cometido ya tres faltas graves (“a la tercera falta, castigo ejemplar yeah” repiten los padres) y ellos quieren eliminarlas para que su hijo, IDG -así figura su nombre en el expediente, por sus iniciales, que casualmentecoinciden con las del autor del texto- no sea expulsado del colegio al que tantos esfuerzos y quebraderos de cabeza les ha costado para conseguir meterlo. No quieren llevarlo a un colegio público porque en estos pasan cosas vejatorias -según relatan de hijos de sus amigos-, “no hay suficiente comida para todos y algunos alumnos tienen que comer las sobras pisoteadas por los demás compañeros”, como dice la madre. El espectador, sin embargo, tendrá sobradas pruebas a lo largo de la función de que en este privado suceden las mismas, o parecidas, historias tragicómicas que en los demás.

En esa situación, entre grotesca y ridícula, revestida de comedia negra y carpetovetónica, en lo inmediato, no falta tampoco el acercamiento crítico a temas y temas que tocan directamente a la conciencia del espectador, y que, sin ánimo de ser exhaustivo, van desde el modelo educativo, el sentimiento de culpa, la represión, la religión, las apariencias, la hipocresía personal y social, las frustraciones individuales y de pareja, los cuernos, las mezquindades de la clase media española dominada por los medios de comunicación, la falta de valores -o, más bien, la subversión de los mismos-, hasta la sanidad pública: “Cuatro horas esperando, para que te receten un laxante y dos Documentales de la 2”, dice la madre.

Taimado

Todo el peso de la comedia dramática, muy bien dirigida por el propio Guardamino, recae en los padres del taimado alumno (aunque también duplican en otros como el director, el hijo ante el director, San José o Jesús…), encarnados aquí por dos soberbios actores, Rodrigo Sáenz de Heredia y Natalia Díaz.

El padre es un abogado mediocre, insatisfecho profesional y sexualmente(“Hace mucho que no me tocas” le reprocha ella a su marido. Él le dice que antes ella iba ajustada, “tenía la sensación de que te comportabas para mí”);es también lascivo, autoritario en lo aparente y pasado en el fondo, inmoral e hipócrita; la madre tiene una tienda -¡otra sufrida trabajadora autónoma!- que parece llevar los pantalones en la familia, también de moral relajada, hedonista y despreocupada por lo esencial, aunque muy ocupada en salvar las apariencias. Como se ve, características todas en las que buena parte de la clase media española podría verse retratada en mayor o menor medida. En definitiva, losdos, burgueses, de 'quiero y no puedo', viven de las apariencias y entre ambos, un monstruito (“Es siniestro”, dice la madre refiriéndose al niño), que hace fotos de todos sus excrementos, cada día, y los cuelga en la red.

El padre -como debiera hacer el espectador- se pregunta: “¿en que hemos fallado?”. “Es el ambiente”, concluye tranquilizador. Es lo más cómodo, mirar hacia otro lado, pensar que uno no puede hacer nada frente a ese monstruo que es la sociedad, que todo lo puede, que todo lo impone, y así salva nuestras conciencias burguesas y mediocres. La consecuencia, entonces, no puede ser otra: “¡Sufre, traga tus mocos, castigo ejemplar yeah!”, como recitan los padres a la vez. A la tercera falta -que, por cierto, un inesperado expediente que descubre la madre en el registro, nos prueba que ellos también han cometido-, ya no hay más avisos. Lo dramático, para Guardamino, y para quien suscribe, es que no vemos solución para el desaguisado que todos hemos colaborado en levantar…

Texto, dirección y vestuario: Íñigo Guardamino

Reparto: Rodrigo Sáenz de Heredia y Natalia Díaz

Ayudante de dirección y Coreografía: Crismar López

Diseño de iluminación: Pedro Guerrero Briones

Música: Joan Cerveró

Canciones: David Ordinas (música) e (Íñigo Guardamino letra)

Producción: Tinglao Producciones / La Caja Negra Teatro

Teatros Luchana (Madrid)

Hasta el 25 de junio de 2016

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