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El Senado, patito feo del sistema parlamentario: ¿cómo funciona? ¿Cómo se reparten los escaños?
(Foto: EP)

El Senado, patito feo del sistema parlamentario: ¿cómo funciona? ¿Cómo se reparten los escaños?

martes 07 de junio de 2016, 13:15h
El sistema parlamentario español se configuró como un sistema bicameral, esto significa que se compone de dos Cámaras: Congreso de los Diputados y Senado, o Cámara baja y Cámara alta, respectivamente. Sin embargo, ni las funciones y competencias, ni el sistema de elección, son iguales en ambas Cámaras, y el protagonismo de la dinámica política nacional recae en el Congreso, mientras que el Senado mantiene una lucha por sobrevivir y encontrar su identidad. ¿Qué diferencias hay entre las fórmulas electorales aplicadas al Congreso y al Senado? ¿Cómo se convierten en escaños los votos de los ciudadanos?

Si nos centramos en las peculiaridades y características del voto al Senado, encontramos que esta Cámara está compuesta por 266 senadores, de los que 208 son elegidos por los ciudadanos en las urnas, mientras que el resto, un número variable, son designados por las Comunidades Autónomas. Según establece la Constitución Española, la circunscripción electoral es la provincia por lo que los 208 senadores elegidos directamente por los ciudadanos se reparten a razón de: 4 senadores por cada provincia peninsular, 3 por cada una de las islas mayores (Gran Canaria, Mallorca, Tenerife), 2 por Ceuta y 2 por Melilla y, 1 por cada una de las islas menores (Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma).

Por su parte, las 17 Asambleas Autonómicas nombran a un senador por región y otro más por cada millón de habitantes de su territorio, de forma que aquellas Comunidades Autónomas con mayor población, obtienen mayor representación.

¿Cómo se convierten los votos de los ciudadanos en escaños? Mientras que en el Congreso se opta por la fórmula proporcional conocida como ley D'Hondt, en el Senado se utiliza el sistema mayoritario de voto limitado, es decir, que el 75% de los votos corresponden a la mayoría mientras que el 25% se reserva para la segunda mayoría o la minoría más amplia. Esto se traduce de la siguiente forma: en las circunscripciones que eligen a 4 senadores, los ciudadanos votan a un máximo de 3 candidatos, y se votan 2 en las que eligen a 3, y así se asegura que, además de la lista más votada, esté representada la segunda lista con más votos.

Otra de las peculiaridades del voto al Senado es que las candidaturas son de lista abierta, frente a las listas cerradas y bloqueadas del Congreso. Así, en la Cámara alta, los electores pueden votar a candidatos de diferentes formaciones políticas. Además, al contrario que ocurre en el Congreso, las listas al Senado no tienen por qué ser completas, y no contienen tantos candidatos como escaños se eligen por la circunscripción, ya que resulta innecesario, teniendo en cuenta el sistema de voto limitado.

Mientras que en el Congreso, los votantes sólo pueden expresar una opción en favor de una lista, en el Senado, excepto en las circunscripciones uninominales, se puede votar una opción plural, es decir, votar a favor de varios candidatos, hasta el número límite que corresponda a la circunscripción.

Otra curiosidad relativa al Senado es que, desde la aprobación de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) en 1985, junto a candidato que se presenta, se añade un candidato suplente, que pasaría a ocupar el escaño obtenido por el titular en el caso de que quedara vacante. Así, se puso fin al procedimiento introducido en 1977 que obligaba a celebrar elecciones parciales en las que había sido elegido el senador que causaba baja.

Aunque el Senado fue concebido como el órgano de representación territorial, lo cierto es que dista de serlo, y además, se ha convertido en centro de las críticas por sus funciones reales o el coste para el erario público. Sin embargo, en las elecciones generales del 26 de junio, el Senado tendrá una importancia clave.

La razón por la que el voto al Senado cobra gran importancia en estas elecciones es que, pese a su tradicional papel de 'segundón', la composición de la Cámara alta determinará el alcance de las propuestas del próximo Gobierno que salga de las urnas del 26-J. Aunque el Congreso mantiene su superioridad respecto al Senado en lo que se refiere a la tramitación legislativa, asuntos clave como la reforma de la Constitución o la aplicación del artículo 155 de la CE que autoriza al Gobierno a intervenir en una Comunidad Autónoma, necesitan el respaldo indispensable del Senado.

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