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¿Qué parte del voto por la gobernabilidad no ha entendido Pedro Sánchez?

martes 28 de junio de 2016, 18:37h
Me parece simpática esta manera que tiene la progresía de nuestro país de no llamar a las cosas por su nombre. Y luego se quejan del “¡No, nunca, jamás!” de la guardia pretoriana de Pedro Sánchez. Este enroque de la actual dirección del PSOE guarda perfecta relación con ese montón de artículos progres que aparecen en los distintos medios, diciendo que ahora debe haber gobierno, que es necesario no perder tiempo, que ha llegado la hora de los pactos, pero evitando por todos los medios señalar que eso pasa por aceptar que gobierne Mariano Rajoy. No se atreven a decir eso con claridad, entre otras razones, porque ¡qué irían a pensar sus próximos… poco menos que se habían pasado a la derecha!

La cultura política de banderías sigue campando por sus respetos en España. Por eso resulta tan difícil lograr pactos de Estado y mucho menos de gobierno. No es un problema de egos, aunque también, es sobre todo un problema existente en las entrañas de la sociedad, que sigue manteniendo una cultura política gregaria y de baja calidad.

Una vez dejado claro que la actitud de las élites políticas conecta con los rasgos gruesos que presenta la población, parece necesario entender que, si hay algo nuevo en las pasadas elecciones, es que se ha votado claramente por la solución menos mala, que busca evitar la ingobernabilidad. Por esa razón, sólo la obcecación postelectoral puede ser la causa de que los líderes políticos sigan repitiendo los vetos y las líneas rojas de las semanas anteriores (aunque ahora nadie hable en esos términos).

Cuando salen a los medios representantes del PSOE afirmando que no apoyarán una investidura de Rajoy por activa ni por pasiva, porque ellos son un partido de izquierdas, cabe preguntar cómo es posible que un partido de izquierdas prefiera la ingobernabilidad del país a la pérdida de no pocas plumas políticas. Hay veces que ser de izquierda pasa por tener sentido de Estado; algo que desde luego hace tiempo que la cúpula del PSOE ignora (ya desde los tiempos de Zapatero). Por eso tiene razón Joaquín Leguina cuando afirma que el PSOE sigue dirigido por indocumentados.

Ese temor a decir las cosas por su nombre también afecta a algunos comentaristas progres cuando hablan de Podemos. He escuchado a un conocido periodista progre componer un video lleno de enredos sobre la relación entre socialdemocracia y comunismo ¡para referirse a Unidos Podemos! Cabe preguntarse: ¿Qué parte del carácter populista de Podemos no han entendido algunos progres? ¿Su tendencia a proponer soluciones mágicas para resolver la crisis económica y sus secuelas sociales? ¿Su insistente advocación al pueblo, al ellos SI representan? ¿Sus coqueteos patrióticos frente a las exigencias de la Unión Europea? Parece necesario insistir: en el siglo XXI no cabe el populismo de izquierdas. Simplemente son términos antitéticos, como el de izquierda autoritaria, que muchas veces se utilizara en el siglo pasado.

Incluso algunos progres se notan deprimidos por el batacazo electoral de Unidos Podemos, que dicen no entender bien. Mi juicio es que la explicación reside en varios factores coyunturales y uno de carácter estructural. Coyuntural es el hecho de que un segmento de votantes de Podemos no haya salido a votar, como ha hecho también otro sector de Izquierda Unida. Son los descontentos del pacto. Los de Podemos porque eran verdaderos trasversales que no comulgaban con los herederos del comunismo. Los de Izquierda Unida porque les pareció que Podemos les fagocitaba sin piedad. Otro factor coyuntural es que los resquicios centristas que captó el populismo en ocasiones anteriores se asustaron un poco al ver la incertidumbre que se extendía por el horizonte (incluyendo el Brexit). Pero el factor general que está desinflando a Podemos, guarda relación con su propia naturaleza: el populismo es surfista sociopolíticamente; avanza muy bien deslizándose sobre la cresta de la ola del descontento social que ocasionan las crisis económicas y es en ese momento cuando tienen que acceder al gobierno; si dejan pasar esa especial coyuntura sus posibilidades de mantenimiento se reducen; es decir, regresan a la posición de la extrema izquierda, ya sea comunista o asambleísta ácrata. El espacio de la socialdemocracia ya está históricamente ocupado, como se demostró en estas elecciones (liquidando el sorpaso), más allá del buen o mal uso que hagan de ello sus dirigentes.

En suma, el sentido de los resultados electorales está claro: se quiere evitar la ingobernabilidad, no porque nos guste Rajoy sino porque su opción es la menos mala. Pero una vez llegados a esta conclusión, llamemos a las cosas por su nombre y, si hay que sacrificar emblemas partidarios, tengan algún sentido de estado por favor y dejen de pasarse la patata caliente entre unos y otros (como hacen hasta ahora Rivera y Sánchez).
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