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Los alienígenas no votan

martes 28 de junio de 2016, 19:28h

Las conspiraciones sólo sirven para documentales de alienígenas, no para las elecciones. En un país como el nuestro, puedes hacer como el portavoz socialista Antonio Hernando y apuntar al papel que han jugado las encuestas -o, mejor dicho, los medios que las pagan y publican-, pero buscarle tres pies al gato para encontrar un millón de votos ‘perdidos’ sólo aumentará la frustración. Recurrir a la “abismal” diferencia entre los sondeos y la realidad para justificar que no se hayan cumplido las expectativas electorales no es un argumento, sólo la prueba de que alguien ha caído en la trampa de sus adversarios. Y ese alguien somos todos, como Hacienda.

Sin duda, las grandes empresas de demoscopia y de comunicación han patinado en la ‘cocina’ de las encuestas, tanto en papel como online. Sin embargo, la ‘sospechosa’ coincidencia en, sencillamente, cagarla (lo siento, no se me ocurre otra palabra más apropiada), parece más hija de la incompetencia y del abaratamiento de costes que de algo premeditado.

Incluso en la hipótesis de que los grandes ‘lobbys’ de opinión -que es lo que son- hubieran pactado entre ellos quedar como imbéciles con tal de que la derecha siga en el poder, tienen derecho a hacerlo. Allá ellos. Nadie me obliga a leer sus encuestas -y menos a partir de ahora-, ni mucho menos a creérmelas, aunque, como el resto de colegas, nos las hemos comido con patatas y hasta nos hemos ido a Andorra para calmar el síndrome de abstinencia que la ley impone la última semana de campaña. También nos merecemos una auditoría.

Quizá alguien tiró la primera piedra y los demás -yo el primero, que conste- nos apuntamos con entusiasmo, pero los alienígenas no votan. Ni se abstienen, como plantea un blog que destroza las matemáticas, la lógica y el sentido común para concluir de la similitud entre varias cifras que podría haberse dado el cambiazo en el recuento final. Un baile de números absurdo que exigiría la connivencia de mucha gente, desde jueces a informáticos.

La recogida de firmas prefiere no meterse en este jardín y dirige su dedo acusador contra los grandes medios de comunicación que controlan la televisión y los diarios más importantes, pero sus presuntas víctimas también controlan las redes sociales y desde luego no se pueden quejar de falta de presencia en los programas políticos de mayor audiencia, contribuyendo a jalear esas encuestas capaces, por lo visto, de condicionar la opinión de todo un país.

Presumen de ser expertos, ‘profesores’, asesores de Gobiernos, de tener su propio equipo de análisis… pues parece que compartieron ‘máster’ con la competencia. Unos y otros han arruinado su credibilidad para una larga temporada.

Con esto es suficiente para hacer el ridículo pidiendo a las “autoridades europeas y españolas” una “auditoría” del 26J. Es como si el PP denuncia a mis compañeros de ‘Público’ si en lugar de ganar 14 escaños, los pierde.

Los impulsores de la auditoría recurren, precisamente, al escándalo de las grabaciones al ministro del Interior para poner en duda su papel como responsable, y garante, del recuento electoral. Según la petición de firmas colgada en Change.org, Jorge Fernández Díaz “ha sido sorprendido flagrantemente utilizando las instituciones y a la Policía para destruir a rivales políticos”.

Además de no haberse enterado de que el verdadero el problema de las grabaciones en Interior trasciende -sin negarle gravedad- la torpeza de un ministro, olvidan que la garantía del sistema electoral español comienza justo al lado de las urnas y termina en el control judicial. Los apoderados de los partidos que pueden permitírselo, y los cuatro grandes tienen militantes de sobra para ello, impiden con su presencia en todas las mesas electorales del país ese ‘pucherazo’ que insinúan.

Siempre aparece alguien con el DNI duplicado o el entusiasta que mete a su candidato en un marrón con el truco del asilo de ancianos, pero en España no se pierde un millón de votos, ni siquiera mil, en ningún algoritmo oculto en los ordenadores de Indra ni en los cajones del ministro.

Los partidos tienen sus propios datos, hay multitud de registros del recuento. Si las cuentas no cuadrasen, ya estaríamos ante el juzgado de Guardia y la Junta Electoral habría encendido la señal de alarma. Que falten un par de votos en el recuento de miles de mesas no es la norma, es una anécdota.

Lo del contrato con Indra, “lo peor de todo” según el escrito de recogida de firmas, demuestra también falta de conocimiento del sistema electoral y, probablemente, del administrativo. Es una de las empresas presuntamente implicadas en el caso Púnica y la financiación ilegal del PP de Madrid, un escándalo de corrupción clamoroso del que deducir una supuesta conspiración con el Gobierno del PP para manipular a tal escala las elecciones sólo demuestra que ciertas series de televisión están haciendo mucho daño a la capacidad de raciocinio del personal.

Seguro que Sheldon, el protagonista de Big Bang, está de acuerdo conmigo.

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