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Una semana después del 26-J: Perdedores y perdidos

lunes 04 de julio de 2016, 07:58h

La distancia de aquel 26-J parece muy grande, aunque solo ha pasado una semana desde la cita con las urnas. En estos días se han percibido varios fenómenos coincidentes que pasan, por una amalgama de victoriosos sin cuórum para sentirse satisfechos, perdedores vapuleados como jamás antes habían padecido tanto desprecio por parte del electorado y asaltantes del cielo, que siguen esperando a sus puertas, tocando tímidamente sin que nadie les de paso franco. Pero iremos por partes en el análisis.

El temor a perder el segundo puesto como fuerza más votada y primeros en el espectro político de la izquierda española, hace que los socialistas sientan un sabor de victoria que pretenden contagiar a sus votantes. La hecatombe producida tras haber obtenido el peor resultado de la historia del PSOE, lo quieren enmascararse refugiándose en el “y tu peor” que es lo que le dice Pedro a Pablo, cada vez que cruzan mensajes por el móvil. Un amigo mío que trabaja en el SAMUR, me decía que esto es como cuando te informan de un accidente en carretera, llegas, ves el coche destrozado, hay que sacar al herido con múltiples contusiones, sangrando por todas partes, pero te alegras de que está vivo y con un poco de suerte y gimnasio, aún le queda la esperanza de poder presentarse a Míster España. ¡El optimismo que no falte!

Pedro Sánchez a los dos días, se fue a Bruselas y las cámaras captaron entre su ingles balbuceante y una mirada triste, como se lamentaba de que la culpa de todo la tenía Iglesias, una vez más. Olvida Sánchez que aquel pacto de los guapos con Ciudadanos, fue el origen de todos sus males, pero prefiere echarle la culpa a uno con coleta, que al niño del pacto, que sería el sobrenombre torero del líder naranja. Su resultado electoral fue pésimo, pero aún sigue sacando pecho ante sus votantes, aunque con el paso de los días, ya nada es como el 27-J para su desgracia.

El PSOE debe abrir un amplio y riguroso proceso de reflexión tras este nuevo fracaso, para recuperar a su electorado perdido, que espera recobrar la ilusión de otros tiempos y sobre todo, el orgullo de sentirse representados por el partido que siempre fue. Debe replantearse todo de nuevo si no quiere perder su identidad, porque su fiel votante, aunque resiste, se encuentra cansado y confundido. Muchos se han ido a Podemos como una alternativa que les recuerda en gran parte aquellas reivindicaciones de partido de clase que el PSOE fue años atrás, pero ni el líder responde a las expectativas, ni los votantes están para esperar milagros de quien ya, no ilusiona. El próximo Comité Federal del día 9 de julio debería ser el de la reordenación de ideas, pero mucho me temo que será el de la demostración de poder y egos de los pesos pesados presentes y pasados. El veto a Podemos impuesto por los barones, condiciona en gran medida cualquier margen de maniobra y la ausencia de un líder con personalidad propia y no adquirida, condiciona cualquier solución posible. Sobra en el PSOE ese sanedrín caduco que quiere seguir dirigiendo el partido y falta liderazgo para dejar en la grada y no en el banquillo, a aquellos que no están en forma para aportar frescura ideológica. La insistencia de Pedro Sánchez en dejar a Eduardo Madina en el número siete por Madrid, con las pésimas previsiones de voto socialista, no funcionaron y el de Bilbao tiene acta de diputado, siendo la peor noticia posible para el actual secretario general. Madina va a ser su mayor oposición y tal vez, quien lleve al ex baloncestista a la grada definitivamente, o bien le pueden encontrar acomodo utilizando las puertas giratorias tan conocidas por algunos ex dirigentes del partido. Tanto hablar de cambio y no se entera Pedro Sánchez que eso iba dirigido “myself” como diría un británico antes del Brexit. El papelón le queda ahora al líder socialista, que tendrá que tomar partido por las voces que le dicen que pase a la oposición, o por aquellas otras que le aconsejan que facilite el gobierno de Rajoy. En cualquiera de los dos escenarios, sale mal parado haga lo que haga.

En cuanto a Podemos, su ambigüedad ideológica le hace ser blanco de todas las críticas. El califa de Córdoba Julio Anguita (ese que dice que no sabe quién es Errejón) ya no es referente más que de una facción radical, poco acorde con los tiempos que vivimos. Su discurso es de trinchera y choca con los propósitos de Iglesias de dar una imagen de partido socialdemócrata que tanto ha usado en el final de campaña. Que Podemos no es de centro-izquierda, es algo que se percibe fácilmente, pero los votantes descontentos con la reforma laboral, aquel 43% de españoles que cobran menos de 900€ al mes, aquellos que se clasifican a sí mismos como indignados, sin otras etiquetas ideológicas, se han sentido incomodos y escasamente identificados, subiéndose a un tren donde a modo de Torre de Babel, la mayoría de los viajeros no entendían lo que decían sus compañeros de viaje. Hay muchos Podemos en Podemos y eso les obligará a refundar el partido, creando un ideario, ocupando un espacio político definido…….y tal vez, hasta un nuevo líder, aunque esto puede conllevar el fin de un sueño.

La caída de Podemos ha sido una alegría inesperada para ciertos medios y analistas políticos, ante aquellos pronósticos que los daban como segunda fuerza adelantando al PSOE, lo cual recrudeció la campaña anti Podemos. Venezuela cobró un protagonismo inusitado en la campaña española con apariciones de la mujer de Leopoldo López con Albert Rivera cual Shakira y Piqué pero en tierras caribeñas, a donde fue a hacer no se sabe qué, el chico de la formación naranja. Gracias al 26-J, la situación en Venezuela ha mejorado por arte de magia y ya los informativos no reproducen las dramáticas imágenes de las colas en supermercados, represión en las calles y los agitados cabellos rubios de la Pantoja del Caribe, figura que representa la mujer de Leopoldo, el golpista encarcelado según Maduro y el mártir antichavista, según la oposición.

La anunciada a bombo y platillo victoria del PP, nos hace reflexionar sobre la misma. Les benefició el Brexit y el miedo, tanto como la aparición de Rajoy en El Hormiguero, pero su crecimiento de 14 diputados, solo representa un mínimo del censo electoral que prefirió quedarse en su casa, o irse a la playa. Esto quiere decir que más de dos tercios de los que fueron a votar no les dieron su apoyo y obviamente casi el 80% de los españoles pasaron de Rajoy. El Partido Popular no ha parado de hacer populismo (para eso se llama popular) con su ostentación de una cifra de creación de empleo que no solo es ficticia, sino mágica, pues cuanto más empleo se crea, la recaudación de la Seguridad Social no crece, y Rajoy destripa el cerdito de la hucha de las pensiones una y otra vez, sin que la oposición clame ante tan peligroso precedente. Ya se sabe que una de las dos “P” del partido, representa a la “p” de privatización y quien quiera una pensión que se haga un plan privado. A este ritmo, las pensiones públicas serán algo del pasado cuanto más tiempo siga en el poder el partido de Génova.

La corrupción ya vemos que no le pasa factura al PP, no ya por los casos conocidos, sino porque es el propio partido el que está imputado por conductas irregulares y presuntamente delictivas, tiene un ministro de Interior pillado in fraganti conspirando en plena guerra sucia dando una inyección de moral para justificar el independentismo, pero eso a sus votantes no les ruboriza, más bien lo califican como chiquilladas del niño de” los chuches” que diría Mariano.

JOSE JOAQUIN FLECHOSO

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